Emiliano es un chico que desde muy pequeño estuvo diagnosticado con autismo y epilepsia. La medicina tradicional no pudo dar respuestas concretas que aliviaran sus continuas convulsiones. Fueron grandes cantidades de medicamentos en horarios diferentes sin resultados concretos. Su madre decidió, ante la poca información circulante, probar el aceite de cannabis para lo cual no dudo en cultivar ella misma la planta, un hecho ilegal en ese entonces. Valeria Salech además lo hizo público convocando a otras madres a replicar su accionar.

En general las personas que cuidan a los enfermos son mujeres. Con el tiempo esa persona empieza a sufrir la falta de apoyo de su entorno inmediato, quienes se alejan de a poco. No solo dejan de lado su tiempo sino que pierden oportunidades de trabajo, de descanso o de recibir ayuda. La vida social se apaga. Tanto el enfermo como quien lo cuida se van invisibilizando ante los demás.

Esta es la razón por la cual formo “Mama cultiva”, un colectivo de mujeres que decidieron dar la batalla para la legalización del uso del cannabis medicinal. Se enfrentaron a parte de la opinión pública (“¡quieren drogar a nuestros hijos!”), a la justicia que tímidamente empezó a darles la razón, a legisladores sin apuro para la aprobación de esa ley, al poder ejecutivo que demoraba su reglamentación. Debieron soportar desplantes y acusaciones de todo tipo. “No trates de sensibilizarme” le dijo una ministra. En ese entonces las autoridades proponían importar pero no cultivar. Promesas vanas. Ellas no se detuvieron. Un capitulo aparte fueron las reacciones de las obras sociales y de algunos médicos reticentes a estudiar esta alternativa para las neuropatías. Hoy ya casi nadie se opone. Gracias al aceite Emiliano pudo conectarse y manifestar lo que necesita.

Cultivar para ampliar derechos, una buena metáfora de lo que lograron.