30/11/2020

Ver más allá

Algunas personas se mantienen en la zona de comodidad, mientras que otras se activan y ven un poco más allá. ¿De qué lado estás? ¿Te quedás quieto cuando las dificultades surgen, o te ponés en movimiento a pesar de las circunstancias? Solo quien se mueve y observa más allá que el resto de la gente es capaz de superar cualquier problema.

Ímpetu se resume en: motivarse, activarse y ver más allá. Muchas personas cumplen con su tarea, con aquello que les han dicho que deben hacer; pero no están dispuestos a hacer un poco más. Quien recoge un papel del piso, cuando nadie más lo levanta, posee “mentalidad de avance”. Esa actitud que nos permite crecer.

El experto en liderazgo John Maxwell explica que nuestra casa es nuestro tope. Y “nuestro lugar propio”, ya sea que se trate de la familia, el trabajo o una relación interpersonal, solo crecerá si rompemos ese techo. Creceremos nosotros, y también quienes nos rodean. El gran desafío de este tiempo es “quebrar mi tope”. Y al levantarnos, empujaremos a otros a levantarse también. ¿Tenés visión?

 Alguien con visión nunca baja, siempre sube y empuja a otros a subir también.

 Pero para subir, para avanzar, para ver más allá, es preciso esforzarse. Y ese esfuerzo hay que disfrutarlo. Todos valoramos aquello que nos cuesta conseguir. Nadie valora lo que le llega fácil. ¿Cómo darnos cuenta de que valoramos algo? Preguntándonos cuánto tiempo invertimos en ello. Si amo a mi familia, ¿cuánto tiempo invierto en ellos? Hay gente que desea lograr un sueño, pero no está dispuesta a esforzarse y dedicarle tiempo a ello.

Hay dos lecciones maravillosas que deberíamos transmitirles a nuestros hijos. La primera lección es: placer y esfuerzo son lo mismo. La cultura en la que vivimos nos enseña precisamente lo contrario y nos muestra que placer es, por ejemplo, estar de vacaciones en un lugar paradisíaco; mientras que esfuerzo es trabajar muchas horas por día sin parar. Pero esfuerzo es lo mismo que placer. Es fantástico tener un logro por el que nos esforzamos habiendo disfrutado el proceso.

La segunda lección es: cada uno (incluidos nuestros hijos) debe hacer las cosas por sí mismo. Muchas veces los padres nos apuramos a ayudarlos, o incluso a hacerlo por ellos, sobre todo en el área de los estudios. Pero lo mejor que podemos hacer por un hijo, y por cualquier persona, es impulsarlo a pensar por sí mismo y a hallar, en su interior, las ideas para mejorar una situación. Es decir, brindarle la oportunidad de darse cuenta de que es capaz de actuar por sí mismo.

Nuestra estima no se fortalece con palabras bonitas sino con logros. Es muy bueno animar a otros a través de lo que les decimos; pero mucho mejor es animarlos a actuar y tener la satisfacción de la tarea cumplida, aun con errores de por medio que nos permiten aprender. En eso consiste el ver más allá que nos conduce a convertirnos en pioneros en todas las áreas de nuestra vida.

¿Le ponés esfuerzo a eso que decís valorar? Recordá esto: todo lo que uno valora, cuida y respeta con esfuerzo y dedicación se multiplica.

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