TAMBIÉN FUE COMPAÑERO DE “CHIROLA” YAZALDE

| 09/10/2020

El vecino de Alto Jardín Botánico que jugó la Copa Libertadores

Adrián Moyano
El vecino de Alto Jardín Botánico que jugó la Copa Libertadores
En la formación Piraña.
En la formación Piraña.

Dos décadas antes de instalarse en Bariloche, Wilge Delgado sorprendió por sus habilidades futboleras a directivos del club Piraña. Luego, disputó el certamen continental para el San José de Oruro.

Ese vecino del barrio Alto Jardín Botánico, de pasos cortos pero sostenidos, jugó la Copa Libertadores. Así como lo ve. Sin embargo, su memoria no atesora tanto el hecho de cumplir la hazaña con la camiseta del San José de Oruro, ciudad donde Wilge Delgado nació 77 años atrás. Más bien, se enorgullece de haber debutado en Piraña, de Buenos Aires, el mismo día que Héctor “Chirola” Yazalde. Su compañero llegó a jugar en la Selección Argentina.

Vamos a las páginas de “Una historia de vida llena de lagunas”, en las que el autor repasa su faceta deportiva. A sus 18 años, “me enteré de un empleo en una fábrica de calzados […] fui a la fábrica y me dijeron presentarme el lunes a las seis de la mañana. Allí conocí a varios compañeros con los cuales los fines de semana salíamos al centro de Buenos Aires, para ese entonces, además de gustarme el fútbol, me llamaban para jugar en el equipo del barrio de la casa de Graciela que era en Parque Patricios, cerca de la quema”.

Después de algunos avatares laborales y personales, “en 1964, en el barrio de mi hermana Graciela, el loco Marchese, amigo del lugar, me llevó al club Piraña, me presentó al presidente, de apellido Solé, le habló y me tomaron una prueba, me aceptó y, ese año, debuté en la Primera, con el ahora fallecido, Héctor “Chirola” Yazalde, jugué varios partidos, a fin de año, viajamos en avión al Uruguay, jugamos dos partidos y regresamos, pasando lindas vacaciones”.

Cuatro años después, Delgado retornó a Bolivia de visita. “[…] una tarde nos invitaron a jugar al fútbol en la cancha del club Oruro Royal, el decano de la ciudad, al final del picado, dos hombres se acercaron y me invitaron a integrar el equipo de Primera del club, les conté que el club Piraña tenía mi pase, se ofrecieron a contactarse, un sueldo, casa y comida para dos personas, es decir, yo y Eduardo (un amigo de Wilge). Regresamos a Buenos Aires, le conté a mi familia el ofrecimiento, estuvieron de acuerdo y, convencieron al padre de Eduardo, para que vaya conmigo. Volvimos en marzo y, jugamos el primer partido, ganando a San José por 2 a 1, era el clásico de Oruro, jugué el campeonato y volvimos a Buenos Aires en noviembre”. No terminó allí la historia.

En efecto, “en febrero volvimos a Oruro, allí fue el club San José que compró mi pase, logramos clasificar para el Nacional y, luego para la Libertadores, no teníamos equipo para esa competencia y fuimos eliminados en primera rueda, volvimos a Buenos Aires y, luego al siguiente año, regresamos. Además de jugar, con el grupo de amigos, salíamos de juerga los viernes, terminando todos borrachos, fue un año movido y, decidimos volver al final del campeonato, esta vez, les dije que no volvería para seguir jugando, me cansé de viajar 36 horas de Buenos Aires a Oruro y luego el cansador regreso”. Ahí se terminó el fútbol internacional para Delgado, pero ¡quién le guita lo bailado!

Mate hogareño después del retiro. (Foto: Facundo Pardo)

Gracias

En cuanto a su inserción en Bariloche y la hora de las gratitudes, el autor recordó a “Leonardo Jalil Bayer, (Rodolfo) Pancho García, Liliana Romero, Alejandro Pincheira y Alejandro Chercover, los primeros que me dieron una gran mano en los inicios como corresponsal barrial, allá en 1987 o 1988, cuando empecé a caminar los barrios”. Por entonces, los conceptos de comunicación popular o radios comunitarias no estaban tan difundidos como en la actualidad y en cierto sentido, FM Gente de Radio fue pionera en Bariloche.

Más allá de ese momento fundacional, “de los colegas, en general tengo una buena relación con todos, no puedo destacar a uno en particular. Cuando tenía que movilizarme y ellos iban en coche, ellos me acercaban, invitándome e iban conmigo”. Nobleza obliga, las ofertas serviciales también revestían cierto interés, porque siempre se sabía que Wilge tenía una buena nota o que podía llegar a los recovecos de los barrios casi con los ojos cerrados. Su pequeño libro, “Una historia de vida llena de lagunas”, será lanzado digitalmente la semana entrante.

Adrián Moyano

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