10/08/2020

Perderle el miedo al poder

Perderle el miedo al poder

Muchos se preguntan si el poder es positivo o negativo. En realidad, se trata de algo neutro. Lo que lo convierte en algo malo es el uso que cada uno le da. Yo puedo utilizar un martillo para clavar un clavo, o para golpear a alguien. Lo mismo sucede con el poder cuando está en nuestras manos. 

La actitud correcta frente a este consiste en estar dispuesto a gestionarlo con sabiduría, es decir, con las personas y en el tiempo indicados. Esto es fundamental porque detentar poder suele brindarnos beneficios. Por ejemplo, que nos miren, que nos aplaudan, que podamos decidir por otros. Por eso, si en nuestra balanza el poder no pesa más que dichos beneficios, correremos peligro de usarlo mal.

Un ser humano maduro ejerce el poder con más responsabilidades que derechos. Esta es la postura ideal: cuando percibimos el poder como nuestro sirviente, no como nuestro amo. ¿Por qué? Porque nada dura para siempre y el poder es algo temporal. Hoy lo tiene alguien, pero mañana deberá entregárselo a otra persona. No podemos tener “todo el poder, todo el tiempo”.

No es correcto pensar “Yo soy el poder” y fusionarse con este, ya sea que se trate de un cargo, una posición económica o un conocimiento, y cuando lo pierden sufren enormemente. Esto sucede porque sienten que se les fue de las manos algo de ellos mismos. Pero si tomo distancia y veo el poder como una herramienta, el día que no lo tenga no me deprimiré porque yo no soy la herramienta.

¿Cómo deberíamos entonces acercarnos nosotros al poder?

Considerándolo una herramienta o un instrumento: algo que usamos por un tiempo y luego dejamos para pasárselo a otros. El poder siempre tiene que ser visto como un medio o una capacidad para conseguir cosas; jamás como un fin en sí mismo para dominar a otros.

Cuando Dios creó a Adán y Eva, les dio poder sobre los animales, la tierra, etc., pero nunca sobre otro ser humano. El poder es una capacidad para alcanzar cosas, no para dominar a los demás. El poder nunca debería llenar un hueco emocional en nuestro interior. Esta es la diferencia entre quien lo utiliza como una herramienta y quien lo ve como un fin.

Ya sea que lo admitamos o no, todos de alguna forma perseguimos el poder. Esto es parte de nuestra esencia. Todos pretendemos mejorar, superarnos, crecer y avanzar. Esa habilidad para lograrlo es lo que conocemos como poder. Pero los poderosos que han triunfado y le han hecho un bien a la humanidad nunca lo emplearon para su propio beneficio, sino para el bien común.

Para concluir, recordemos que el poder es una posibilidad que todos tenemos; y cada uno puede decidir si va a ejercerlo o no. La mejor forma es mediante la “persuasión”, la cual es una actitud sana porque influye positivamente en la gente; a diferencia de la “coerción” que solo provoca miedo (al castigo) en los demás.

A pesar de que tiene mala prensa, porque se lo confunde con autoritarismo, el poder bien utilizado es una herramienta maravillosa que todos podemos desarrollar y disfrutar. Porque, si no lo tenemos, nos sentiremos impotentes o víctimas. ¡No le temamos al poder!

Por consultas, podés escribir a [email protected].

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