LA PANDEMIA A LA LUZ DE LA FILOSOFÍA

| 01/04/2020

Andrés Vaccari: quedó al desnudo “la fragilidad de nuestras existencias”

Adrián Moyano
Andrés Vaccari: quedó al desnudo “la fragilidad de nuestras existencias”
Andrés Vaccari.
Andrés Vaccari.

Doctor en Filosofía e investigador adjunto del CONICET, dirige en Bariloche el Centro de Estudios en Ciencia, Tecnología, Cultura y Desarrollo (CITECDE) de la UNRN. Afirma que la pandemia puso en evidencia “la profunda injusticia y desigualdad” de la sociedad.

Las veces que El Cordillerano había entrevistado a Andrés Vaccari fue con la excusa de sus logros literarios, ya que obtuvo certámenes de narrativa tanto en la Editora Municipal Bariloche (EMB) como en el Fondo Editorial Rionegrino (FER) en tiempos recientes. Pero el escritor también es y sobre todo, filósofo, investigador y docente en la Universidad Nacional de Río Negro – Sede Andina. Entre muchas otras cosas a propósito del coronavirus, dice que el capitalismo está muy lejos de caer, que habrá muchas otras pandemias y que la relación con el cambio climático es íntima.

EC: - De todas las facetas que presenta, ¿cuáles fueron las primeras reflexiones que te disparó la pandemia?

Andrés Vaccari: - Hay un concepto en filosofía que se llama “shock noético”, que describe el tipo de crisis cognitiva que ocurre cuando la realidad choca contra nuestros sistemas de creencia. Freud tiene un concepto, el de “principio de realidad”, que va por el mismo lado: no importa qué tan sólida es nuestra fantasía, en algún punto la realidad irrumpe, empuja desde afuera. Pero el ser humano es conservador por naturaleza. Si algo en la realidad contradice nuestras creencias, preferimos negar la realidad antes de renunciar a nuestras creencias, o adaptarlas a la nueva situación sin abandonar nuestras creencias de base. Así funcionan las religiones y las ideologías para protegernos del horror de lo desconocido y consolarnos acerca de nuestra mortalidad. En este caso, el coronavirus dejó al descubierto las estructuras de la sociedad, su profunda injusticia y desigualdad, revelando el mito neoliberal como una ficción conveniente para unos pocos. El shock de realidad desnuda la fragilidad de nuestras existencias. Se exponen fenómenos como la precariedad laboral y el hecho de que los verdaderos productores de riqueza parecen ser los trabajadores, no los empresarios. Marx ya viene diciendo esto hace más de un siglo. El lema de que “estamos todos juntos en esto” es una ficción. El rico está aislado en su yate mientras el pobre no tiene los recursos como para encerrarse dos o tres semanas. No todos los cuerpos son iguales. Es curioso ver cómo se ensalza el mito de la comunidad con fines ideológicos, a veces a manos de la misma gente que se beneficia de la destrucción sistemática de los lazos comunitarios. Esta dimensión comunitaria y muy real que expuso el coronavirus va totalmente en contra de cómo están organizadas nuestras sociedades. El coronavirus es un evento híbrido, a la vez natural, social, político y económico. Puede matar cuerpos, pero también daña economías.

Ha habido muchas reflexiones filosóficas sobre el coronavirus, pero a mí este aspecto de shock es el que más me llama la atención. La respuesta de los filósofos ha sido bastante patética, realmente. Algunos ven el fenómeno disparado por esta pandemia como una oportunidad de afianzar el poder biopolítico y el estado de vigilancia. Otros ven el fin del capitalismo. Esto es muy ingenuo. El capitalismo de mercado va a sobrevivir esto y va a volverse más fuerte. El capitalismo es un sistema que se nutre del shock. La mejor reflexión que leí es la de Paul Preciado, que está muy bien escrita, aunque me parece que a veces le hace demasiado caso a Foucault.

- Otro hecho que me llamó la atención fue el surgimiento de un anti-humanismo que -yo pensaba, en mi ingenuidad- era dominio exclusivo de algunos filósofos, como Nick Land. Land es un pensador británico que asevera que la humanidad va a desaparecer en el seno de un sistema tecnológico que lo excede y que va en rumbo a un automatismo total. Robots, inteligencia artificial, algoritmos, etc. Hay un cierto goce ante la idea de que vamos a desaparecer. Con el coronavirus, posiciones anti-humanistas se afianzaron. Memes que dicen “Nosotros somos el virus”, imágenes de animales tomando las calles, un mundo (mejor) sin nosotros. Una especie de biocentrismo ecofascista muy curioso. La naturaleza sin nosotros no va a estar mal ni bien porque la naturaleza es completamente indiferente a los valores humanos. Me causa mucha gracia esto, no sé bien qué pensar... Pero es un ejemplo del tipo de discursos extremistas que surgen en estos contextos. El shock noético funciona de este modo también.

EC: - Estás en la organización de un acontecimiento sobre Filosofía de la Técnica. Esa variante o modalidad, ¿qué puede aportar ante los ribetes que adquirió la coyuntura?

Andrés Vaccari: - El tema del XI Coloquio Internacional de Filosofía de la Técnica es “Futuros (im)posibles”. Esto se refiere a la imposibilidad de pensar el futuro. El capitalismo neoliberal ha monopolizado el futuro, lo ha usado como un recurso publicitario más que nada. Hay muchos factores acá. Por ejemplo, la temporalidad moderna está basada en la idea de progreso, una visión lineal de la historia calcada del cristianismo. En el postmodernismo la noción de progreso se desvanece. Vivimos en un solo instante sin tiempo, sin futuro ni pasado. Por eso, como han dicho (Fredric) Jameson, Zizek, (Mark) Fisher y otros, es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo. El capitalismo es un sistema autodestructivo que vive de la crisis constante, la “destrucción creativa”, como lo llamaba Schumpeter. La tradición utópica ha muerto, dejándonos distopías cada vez más indistinguibles de la realidad. Quizás, el shock noético del coronavirus nos abra una ventanita, nos permita fantasear, aunque sea, con otros futuros posibles.

EC: - Leí el artículo que compartiste de Darío Sandrone... ¿Cuáles de sus elementos te parecen reproducibles a escala del pago chico, es decir, una ciudad de 140 mil habitantes como Bariloche?

Andrés Vaccari: - Al ser una ciudad pequeña, con una cultura más de pueblo, vivimos el aislamiento de otra forma. Hay un sentido de comunidad. Es solo un “sentido”, por supuesto, dado que Bariloche reproduce la misma estructura de clases que vemos en todos lados. Pero me parece que se da otro tipo de cultura acá. El artículo de Sandrone hace hincapié en dos procesos paralelos: la restricción de los cuerpos y la liberación del “sujeto digital”. Por un lado, se erigen barreras, se cortan puntos de acceso, etc., y por el otro te ofrecen cursos online gratis, se liberan bases de datos, etc. El cuerpo no es libre de circular, pero la información sí. Me gusta como Sandrone cierra la nota: “El adentro digital (el adentro del adentro) se acondiciona para que todos estemos cómodos y placenteramente instalados, como quien prepara la habitación a un huésped que planea quedarse mucho tiempo. Por lo pronto, habrá que seguir imaginando el porvenir, no tanto a la manera de un gurú que anuncia el fin del mundo o del capitalismo, sino, por el contrario, para intentar comprender en qué formas continuarán ambas cosas”.

“El coronavirus es un ensayo”

EC: - ¿Qué se pone en crisis con la pandemia y qué resulta consolidado?

Andrés Vaccari: - De nuevo, las crisis no son necesariamente puntos de finalización, sino que pueden significar fortalecimiento. Aquellos que anuncian el fin del capitalismo están equivocados. Todo volverá a la normalidad y el presente sistema económico será consolidado. Por ejemplo, en Estados Unidos y otros países del mundo se implementaron recetas socialistas para lidiar con la crisis. Una de estas medidas es el Ingreso Básico Universal, es decir, el gobierno paga un salario básico a todos los ciudadanos. Esta medida parece ser socialista, pero en realidad es netamente capitalista. Es un mecanismo de auto-preservación de los mercados. Menciono este ejemplo para ilustrar un punto: el capitalismo es inmensamente ingenioso y quizá veamos mutaciones extrañas que parecen ser más “benignas”, pero que en realidad son conservadoras. Ahora, hay que tener en cuenta que el coronavirus es un ensayo. Va a venir otra pandemia peor. Más o menos cada dos años tenemos una pandemia. Es una cuestión de cuándo. El peligro real son las consecuencias del cambio climático, mucho peores que la de cualquier virus; de hecho, los dos fenómenos (pandemia y cambio climático) están estrechamente relacionados. Lo curioso del coronavirus es que nos releva que no se necesita un virus particularmente letal o destructivo. Un virus que tarda en manifestarse y que cuenta con una tasa relativamente baja de mortalidad, parece ser mucho más eficiente… Desde el punto de vista del virus, por supuesto.

Adrián Moyano

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