Diana Nammi, por los derechos de la mujer iraní y kurda

El padre de Diana Nammi tuvo que defender durante una boda a una joven a la que los 300 invitados hombres querían matar por no ser virgen. Esto era (es) algo común en Irán. 

La valentía de su padre la marcó para siempre. La alarma se enciende al saber que esto es cada vez más frecuente de la mano de los grupos fundamentalistas que generan un miedo disciplinador en la población femenina. Se empieza por prohibiciones en actividades como natación y se sigue con la obligatoriedad en el uso del burka. El extremo de esta locura son los casos de familias que inducen al suicidio a sus hijas violadas.

Nammi se transformó en una activista. Fundó la Organización de Derechos de la Mujer Iraní y Kurda (IKWRO) en 2002. Tiene como objeto asesorar a mujeres de Medio Oriente, África del Norte o Afganistán. También denuncia los matrimonios forzados, la mutilación genital femenina y promueve el derecho de las mujeres a divorciarse. Les brinda asesoramiento legal y refugio.

Ella ha logrado que se juzgue al primer asesino de honor en el Reino Unido y que se prohíba el matrimonio forzado en ese país. Pasos de gigante.