23/12/2019

¿Lo envidio o lo admiro?

¿Lo envidio o lo admiro?

¿Quién no ha enviado a alguien o ha sido envidiado por alguien alguna vez? ¡Todos! La envidia es una emoción que suele ser ocultada. La persona que envidia admite sentir tristeza, o enojo, o simplemente una molestia, pero no envidia. Y cuando usamos la expresión: “Te envidio”, lo hacemos con un tono cariñoso. 

Pero la realidad es que envidiar es un sentimiento tóxico que puede llevarnos a cometer actos indeseados. De hecho, el primer asesinato registrado en la historia fue por envidia (¡y de un hermano a otro!). Se trata de un dolor profundo que se convierte en odio y hace que se busque destruir a quien es objeto de envidia.

En realidad, quien envidia está demostrando un comportamiento infantil. Como cuando los padres les dan un juguete a sus hijos y se pelean entre ellos por lo que el otro recibió. Por lo general, uno envidia a pares, colegas, gente que está al mismo nivel. Por ejemplo, un cantante seguramente va a envidiar a un cantante o a un músico.

¿Qué cosas se suelen envidiar? Prácticamente todo, incluso la buena actitud frente a la vida como la esperanza o la fe. Muchos envidiosos que no pueden soportar la actitud de otros procuran hacer algo que les “arruine la fiesta”.

También se puede envidiar el dinero, el nivel de estudio, el trabajo, la familia o la pareja.

Para no ser envidiados, no deberíamos hacer nada y vivir escondiéndonos, lo cual es imposible. Es decir, no destacarnos en nada. Pero como todos somos exitosos en algún área de nuestra vida, ya sea que nos guste o no, siempre habrá alguien que nos pueda envidiar.

Los padres haríamos muy bien en enseñarles a nuestros hijos desde chicos a no ser envidiosos con los demás. Estas son algunas ideas prácticas que podemos aplicar:

1. Enseñarles a compartir, en lugar de competir
Podemos enseñarles a nuestros hijos a no ser competitivos con sus compañeros y/o amigos. Es decir, a no buscar superar o ser mejores que los demás, sino a superarse solamente a ellos mismos cada día un poco más. Con los demás tenemos que compartir para ser felices.

2. Enseñarles a averiguar cómo el otro logró lo que logró
También podemos enseñarles a nuestros hijos a averiguar qué hicieron las personas a las que les va bien en la vida para llegar a ese lugar. Esto implica enfocarse en el proceso y no en el suceso. De los exitosos siempre deberíamos aprender para lograr también nuestras propias metas y objetivos.

3. Enseñarles a no ponerse mal cuando son envidiados
Y por últimos enseñémosles a nuestros hijos a no sentirse mal cuando alguien los envidia o los descalifica. Tal actitud debería motivarnos a seguir adelante hacia la meta sin distraernos ni deprimirnos. Hasta tres veces podemos dejar pasar lo que otros hacen. Pero a la siguiente, lo ideal es expresar lo que nos molesta o nos duele. De este modo, evitamos llenarnos de ira y terminar estallando.
En este tiempo especial de celebración, el poder cambiar envidia por admiración te permitiría disfrutar de una vida más feliz y productiva.

Por consultas, podés escribir a [email protected].

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