“LABORATORIO ISLA VICTORIA”

| 31/10/2019

Nueve artistas repiensan la naturaleza

Nueve artistas repiensan la naturaleza
Maia Gattás Vargas y Gabriela Klier empujaron el proyecto.
Maia Gattás Vargas y Gabriela Klier empujaron el proyecto.

La experiencia partió de una residencia que tuvo lugar en el emblemático paisaje, con el empuje de Maia Gattás Vargas y Gabriela Klier. Una condensación de la historia patagónica.

Desde el exterior llegaban ritmos de candombe y otros ecos del Festival “Fuerza Chile”. Maia Gattás Vargas y Gabriela Klier se debatían brevemente entre continuar con la cuelga o salir a husmear. Como además había arribado un equipo de El Cordillerano, las artistas optaron por permanecer en la sala “Chonek” para continuar con su trabajo. Desde este jueves, puede visitarse en ese espacio del Museo de la Patagonia la muestra “Laboratorio Isla Victoria”, concreción final -por ahora- de un proceso llamativo.

La primera explicó que la exposición “es el resultado de una residencia artística y otras disciplinas que hicimos a principios de año en la isla Victoria. Hicimos una convocatoria abierta para artistas patagónicos pero terminaron siendo patagónicas, todas mujeres”, resaltó. “Fueron cuatro o cinco días de convivencia en la isla, hicimos una serie de talleres, lecturas y caminatas pensando los vínculos entre arte, ciencia, naturaleza y filosofía, que son los temas que investigamos Gaby y yo como investigadoras de CONICET”.

La continuidad estaba prevista desde el vamos. “A partir de lo que vivimos en esos días, existía el compromiso para cada persona que participaba de hacer una obra en este lapso de tiempo, de marzo a octubre, con ciertas temáticas”, indicó la artista. “Son tres los ejes con que organizamos la muestra: identidad de la isla como problema casi filosófico y qué tiene de particular este territorio; la singularidad de la isla Victoria, su historia y sus archivos, que tienen varias particularidades; y el tercer tema, la representación de la naturaleza y los problemas que hay en torno a eso. Después, el trabajo fue a distancia, cada uno en soledad creando su obra aunque tuvimos algunas reuniones. Entonces, lo que se ve en la muestra tiene que ver con ese doble proceso”, redondeó.

Klier compartió que “nuestro interés por la isla apareció a partir del mapa que está expuesto (señala) y tuvo que ver con la idea del mapa de árboles: cómo se ordena la naturaleza, cómo se pueden mapear árboles o taxonimizar (sic) todo lo que hay a modo de generar una suerte de plano cartesiano para tratar de registrar, ordenar o geometrizar el espacio”, indicó. “Yo vengo de la Biología y Maia de la Comunicación y las Artes, entonces empezamos a pensar cómo de algún modo, la isla Victoria es una suerte de miniatura y condensa un montón de procesos históricos que acontecieron en la Patagonia, en particular, desde comienzos del siglo XX, cuando se empezó a ver a la naturaleza como un espacio para el uso de la clase hegemónica que venía de Buenos Aires, con Aarón de Anchorena ocupando la isla y poniendo espacios para ganadería y silvicultura”, recordó.

“Mejorar la naturaleza”

El proceso se caracterizó por la introducción de “especies exótica para, entre comillas, mejorar la naturaleza patagónica, como ciervos, pinos y demás”, ahondó Klier. “Esta mirada se cientifiza (sic) desde los 40 con los ingenieros forestales rusos que vienen a hacer una arboretum y traer especies de todo el mundo, mientras los pinos salían para todos lados. Una mirada muy científica de la naturaleza, que se ordena como en el caso del mapa”, estableció la bióloga y poeta.

La continuidad incluyó modificaciones. “Después, en los 70 empieza un cambio con la ecología y con diferentes movimientos que dicen: no, tenemos que conservar la naturaleza prístina. Entonces, es sacar a los pinos, conservar a la flora y fauna autóctona, sacar a los ciervos y jabalíes, etcétera. Sin embargo, en todas estas instancias, esa naturaleza siempre es lo otro, lo que no se habita, lo que se conserva o se destruye pero siempre está fuera de nosotros, no es una naturaleza para habitar”, cuestionó Klier. “Por eso, también la idea de la residencia era tratar de entender el lugar desde habitarlo. Como venimos de las ciencias naturales, sociales o humanidades, el pensar siempre es desde afuera, entonces (la propuesta fue ver) cómo desde la experiencia de estar, habitar y de encontrarnos, podemos pensar y generar conocimiento de otra manera, también desde el arte como propuesta de afectar y afectarnos por el entorno y el conocimiento que generamos”, redondeó la expositora.

En definitiva, “fue un proceso muy largo, tenemos interés por la isla desde 2017. Empezamos con ponencias, congresos y lo tradicional de nuestro trabajo, hasta pensar: che, estamos viniendo a la isla, gratis a investigar, es un lugar increíble y re poca gente puede acceder si no paga un paquete turístico caro o no tiene una lancha… Entonces, también surgió el interés de querer compartir el espacio y este mini-mundo que hay acá. Para mí fue un proceso que empezó re-chiquito al sorprenderme con este mapa de árboles como cuestión casi estética o académica, hasta concluir que esta es una experiencia para compartir, para debatir, para convocar gente”, añadió su compañera.

La historia continuará. “Nuestra idea es hacer otra residencia en 2020 para que se vaya armando un cuerpo de obras que piense esta problemática, que se vayan sumando cada vez más obras y artistas. Queremos que se empiece a conocer porque nos parece una metáfora de un tema mucho mayor, porque el colonialismo también está en la naturaleza, no solo en la política o en la historia. También está en traer una planta o hacer un arboretum con equis propósito productivo o estético, ahí también hay gestos coloniales. Así que el proceso fue de algo muy chiquito a algo muy grande que sigue creciendo”, sintetizó Gattás.

Sobre todo de las últimas definiciones, pueden desprenderse percepciones políticas. “Ojalá que sí”, admitió Klier. “Política en el sentido de polis, de convivir. Esa es un poco la idea, ya la residencia tenía un mini-sentido político, en tanto es democratizar un poquito a un espacio que con esta mirada de la conservación, solo accede gente con dinero o lanchas propias o bien, los científicos y científicas. Por otro lado, el interés que tenemos es repensar la idea de naturaleza y sus modos de representación, esto de pensar la naturaleza como lo otro… Eso impide la posibilidad de pensar en otros modos de habitar, porque los modos en que pensamos la naturaleza también se vinculan con el modo en que nos entendemos como ciudadanos y parte del entorno. Diferentes miradas como el extractivismo, que genera espacios inhabitables con los venenos, hasta el conservacionismo, que expulsa comunidades en pos de la conservación de la biodiversidad, mantienen este tipo de problemas que creemos necesario debatir colectivamente”. Si es a través del arte, cuanto mejor.

Caos colectivo

Además de concebir el planteo general, tanto Maia Gattás Vargas como Gabriela Klier están presentes en la muestra “Laboratorio Isla Victoria” con sus respectivas obras. “Son dos trabajos”, dijo la primera. “Uno es un video que tiene que ver con un diario de viaje a la isla pero medio ficcionalizado, haciendo un personaje de mí misma como investigadora y los dilemas éticos que una tiene al experimentar el ir a la isla, hasta que llego a entrevistar a un dibujante científico y cómo dibuja plantas que están muertas pero que él tiene que volver a la vida, en un acto casi mágico. Después, lo que hicimos con Gaby fue el trabajo de curaduría, desde los talleres para orientar las líneas que queríamos trabajar hasta ver cómo colgar y ver qué disciplinas intervenían, porque tenemos escultura, video, fotografía, dibujo y collage”, informó.

Por su parte, Klier participa con “un collage que tiene que ver con notas de campo, con fotografías que tomamos en la isla, partes de clases y notas, anotaciones propias a modo de diario. Es difícil saber lo que es el arte (risas), en qué medida uno tiene que pintar o dibujar o tener una técnica”, señaló. “Creo que sobre todo, aparece como un marco teórico expandido y cómo pensar desde otros lugares el desborde, lo que no se puede agarrar. Mezcla un poco de poesía también y esa es un poco la intención: el caos”.

También participan del aparente desorden a través de sus obras Sol Tuero, Cinthia Meijide, Natalia Lira Reinhardt, Eliana Palavecino, Mariela Barrientos, Verónica Vides, Sandra Murriello y Anahi Lacalle.

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