HISTORIA DE VIDA

| 21/05/2019

De Córdoba a Bariloche, Dardo Nieto, un querido personaje barilochense

Susana Alegría
De Córdoba a Bariloche, Dardo Nieto, un querido personaje barilochense
Con “Luchi”, su compañera.
Con “Luchi”, su compañera.

Bariloche tiene entre su gente algunos personajes que son muy conocidos y queridos por muchos. Las historias de vida intentan rescatar ese Bariloche que poco a poco hemos ido viendo crecer, convirtiendo al pueblito de aldea en una gran ciudad.

Dardo Nieto nació en Río Cuarto, Córdoba, “me crié trabajando en una tienda, cuando fui creciendo y me llegó el momento de hacer el servicio militar, me tocó en la Escuela de Paracaidismo, entonces me guardaron el puesto y me pagaban medio sueldo siendo soldado”.

En esos tiempos todos los comerciantes mandaban a hacer sus almanaques para entregar a los clientes, “en el pueblito donde yo vivía, Las Higueras, vi uno con paisajes de nieve, una vez pregunté de dónde era y me dijeron que se trataba de Bariloche, yo tenía ocho o nueve años”, recordó.

“En la colimba fui chofer de un general, que después fue jefe de la Armada de Isabel Martínez, Jorge Raúl Calcagno, iba a todas las comisiones de salto con él, un día llegué al cuartel y me contaron que estaban armando una para Bariloche, para aprender a esquiar, era el año 68”.

Se anotó porque era su gran sueño, “subimos al Hércules, estaba todo listo para despegar cuando avisan que se suspendía porque en el sur había mal tiempo, me quedé muy mal”.

“En diciembre se fueron todos de baja y como era chofer me quedé, me tocaba buscar de entre los nuevos un reemplazante así que recién salí en marzo, tenía la baja firmada y por lealtad me quedé”. Regresó a su trabajo en Río Cuarto solo por un mes, “los turcos eran muy buenos conmigo, tres hermanos que seguí visitando durante toda la vida”.

De ellos aprendió mucho, sobre todo a vender “cuando tenía once años mi mamá me dejó viviendo en la tienda para que trabajara y aprendiera y se volvió al pueblo, si se me iba un cliente sin venderle algo, me pegaban, también fui empaquetador, cajero y a veces hacía los repartos en bicicleta”. Fue la primera vez que tuve una cama propia, con sábanas y todo, de golpe era vida de rico, me quedé viviendo ahí hasta los 14 o 15 y después me fui, porque no me dejaban salir y en esa época había empezado a correr en moto”. En el tanque rojo había pintado el logo de Tienda La Europea y le pagaban la publicidad con nafta, su primer sponsor.

Dardo recordó “yo vengo de una familia muy pobre, hay gente que tiene de todo y se vive quejando, nosotros vivíamos en una pieza, ahora lo llamarían loft, éramos cuatro hermanos, dos mayores, yo después y la más chiquita”. En su patio tenían conejos, aves de corral, frutales y una huerta inmensa, “yo siempre fui medio agrandado, de chiquito contaba todo lo que teníamos en mi casa para fanfarronear, en Bariloche me dicen aguarrás, porque de lejos parezco solvente”, dijo bromeando.

Fue a la oficina de Transporte Unido Pampeano para averiguar los costos de los pasajes a Bariloche, “salía de Río Cuarto hasta Santa Rosa, había una fiesta del 1º de Mayo y el micro salía a las cuatro de la tarde, saqué el boleto. De La Pampa salía otro a Neuquén y de ahí en El Valle, iba por Zapala, tardé dos días, llegué justo el 3 de Mayo de 1969”.

No sabía que ese era el día del aniversario de nuestra ciudad, “de Bariloche yo no sabía nada, solo que estaba lejos y que nevaba, la terminal era en Moreno y Urquiza, bajé muy feliz y ansioso, entonces escuché que sonaba la banda y me dije… se enteraron que llegué, un pensamiento bien cordobés”.

En el micro conoció a un ingeniero que estaba haciendo tramos del asfalto de la Ruta 237, me hizo de guía durante el viaje, un par de cordobeses me estaban convenciendo de irme para pedir trabajo a El Chocón que se estaba construyendo, pero este hombre me dijo que primero cumpliera mi sueño de llegar a Bariloche y es lo que hice” comentó. La primera sensación que tuvo fue de no querer irse nunca más de acá.

Fue a parar a una pensión, “doña Elena Barrientos se llamaba la señora, era la suegra de Laura Devita, Tucumán 410, esa casa después la compró un taxista, en la habitación que me tocó había muerto asfixiada por el gas una parejita de novios”.

“Bariloche me ha dado todo, de Albarracín para arriba ya era campo, había carteles en los comercios pidiendo personal, te daban la posibilidad de aprender el oficio desde muy jovencito, ahora si alguien contrata a un menor de edad le caen de los Derechos Humanos y de todos lados”.

Estuvo solo tres días sin trabajo, fue a la Tienda Bariloche, a Casa Valles y Casa Giménez, “empecé en la ferretería Reynoff en Rolando, yo venía con una carta de recomendación para el Banco Provincia, me salió el nombramiento así que me fui de auxiliar”. Fue corredor de autos y participó de muchos proyectos relacionados con el deporte como la Vuelta de La Manzana, continúa siendo el organizador del Rally de la Mujer y tantos otros eventos anuales.

Enseguida se fue armando un grupito de amigos con los que frecuentaba Grisú, recién inaugurado, entre ellos Hugo Gadea y Carlos Bustos, también conoció al Negro Carrillanca y a Quiroga, que tenía un criadero de pollos llamado Grandes establecimientos barilochenses de agricultura”.

Duró un mes en el banco y renunció para irse como administrativo al criadero, después de una semana pasó a hacer el reparto por el pueblo, “por eso hay mucha gente que todavía me dice Cordobés Pollero, fui sumando clientela acostumbrado a lo que me habían enseñado los turcos, donde si no vendía me fajaban” dijo bromeando. Así fue que llegó a la fiambrería de Erich Priebke, “mentira cuando dicen que estuvo oculto en Bariloche, tenía la foto con el uniforme y la gorra en su negocio”.

Después trabajó como chofer en Alicura y se pasó al turismo en el Hotel Correntoso con los hermanos Capraro, “esperábamos a los pasajeros en el aeropuerto y los llevábamos, nos esperaban con el desayuno, era camino de tierra y costaba llegar, hacíamos el cruce en lancha a la isla Victoria”.

Al hablar del amor recordó “me quebré esquiando en Catedral, como no podía trabajar me fui a Río Cuarto, estaba en una confitería con un amigo y me dice, mirá, todas esas chicas se van a Bariloche, entre ellas estaba la hija del dueño del gimnasio al que yo había ido un tiempo”.

Poco tiempo después llegaron con su grupo de egresados, “yo había ido a buscar a otra compañera pero como se sentía mal no iba a salir, entonces la invité a ella, fuimos a comer a La Mamadera”. Al segundo día que salió con Emilse le preguntó si se quería casar con él, “me fui a Río Cuarto a visitarla y recordarle mi propuesta, dijo que sí, nos casamos en febrero y don Quiroga el pollero, fue mi padrino”. Enseguida quedó embarazada, ella tenía solo 17 años, “nos peleábamos mucho, no le gustaba vivir en El Correntoso hasta que me fueron a buscar para que me haga cargo del Bariloche Center”. Cuando nació su primer hijo, Emilse se quiso divorciar, puso un abogado, “ese abogado se enamoró de ella y empezaron a salir, eso fue muy fuerte para mí porque seguía enamorado, me fui con mi hijo de tres años a pedido de ella a Córdoba, de ahí a Europa, trabajé en Ámsterdam, en Andorra y Maximiliano se quedó con mi mamá”.

Al volver a Alicura le dieron una casa y trajo a su hijo nuevamente, “el sábado 27 de julio del 80 me había ido a Zapala a buscar a Los Plateros para que actuaran, cuando volví me llamó mi jefe para contarme que Emilse había fallecido en un accidente”.

Con Elena, su segundo gran amor también todo fue muy rápido, apenas la conoció la invitó a compartir unas vacaciones con él y su hijo, “al volver le dije que eligiera un día de abril en el calendario, era el día que nos íbamos a casar, con ella tuve dos hijos, estuvimos 26 años juntos”. Luego ella tuvo cáncer y en el proceso del tratamiento decidió separarse, “estuve muy mal y después empecé a salir con todas las mujeres que se me cruzaban, todo me daba lo mismo”.

Tuvo otra novia oficial con la que no le fue bien, él trabaja en turismo, llevando grupos a distintos lugares, ella no lo aceptó y se distanciaron. Después la vida lo llevó a otro gran encuentro, “hace siete años me pusieron como reemplazo para ir con gente a Las Grutas, al llegar a la terminal en ese grupo, conocí a Elida, la Luchi como le digo yo”, comentó muy feliz. Se casaron en febrero pasado el día de los enamorados, y se fueron de Luna de Miel a Miami.

Una vida de amistades, trabajos variados y grandes amores, narrada con humor y calidez, así es Dardo Nieto, un personaje barilochense.

Susana Alegría

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