19/03/2019

La felicidad tiene bases materiales muy concretas

Hay que admitir que conmemorar el Día Internacional de la Felicidad puede resultar un tanto naíf, pero su fundamento es muy concreto y habla de cuestiones que hacen a la superación de la desigualdad, la postergación y la pobreza. La jornada se conmemora hoy desde 2013 a instancias de las Naciones Unidas, como reconocimiento del importante papel que desempeña la felicidad en la vida de las personas. Pero no se trata de subjetividades.

En 2015, la ONU lanzó los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que precisamente, pretenden poner fin a la pobreza, reducir la desigualdad y proteger el planeta, aspectos que resultan primordiales para garantizar el bienestar y la felicidad. En 2018, la entidad invitó a todas las personas de cualquier edad, a las escuelas, negocios y gobiernos a celebrar el Día Internacional de la Felicidad, como manera de sensibilizar sobre los 17 objetivos.

El primero habla del fin de la pobreza. Si bien su tasa se redujo a la mitad desde 2000, subsisten regiones donde una de cada 10 personas y sus familias, sobreviven con menos de 2 dólares por día pero hay millones de personas que ganan poco más que esa cantidad. Sin embargo, el concepto va más allá de la falta de ingresos y recursos para garantizar unos medios de vida sostenibles, es un problema de derechos humanos.

Entre las distintas manifestaciones de la pobreza figuran el hambre, la malnutrición, la falta de una vivienda digna y el acceso limitado a otros servicios básicos como la educación o la salud. También se encuentran la discriminación y la exclusión social, que incluye la ausencia de la participación de los pobres en la adopción de decisiones. Imposible ser feliz si se es pobre, desde esta perspectiva de la felicidad.

El ODS 2 refiere a poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición, además de promover la agricultura sostenible. Hace falta una profunda reforma del sistema agrario y alimentario mundial si es verdad que se quiere nutrir a los 815 millones de hambrientos que existen actualmente y a los dos mil millones de personas más que seremos como humanidad hacia 2050. Imposible la felicidad si se padece hambre.

El tercero apunta a garantizar una vida sana y a promover el bienestar para todos y todas, en todas las edades. Es pertinente porque en muchas regiones existen graves riesgos para la salud, que redundan en altas tasas de mortalidad materna y neonatal, la propagación de enfermedades infecciosas y no transmisibles y una mala salud reproductiva. En las últimas décadas, se obtuvieron avances en el aumento de la esperanza de vida y la reducción de algunas de las causas de muerte más comunes, pero son muchas las asignaturas pendientes.

El cuarto apunta a garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, al igual que a promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida, para todos y todas. En la actualidad, más de 265 millones de niños y niñas no están escolarizados, aunque el 22 por ciento está en edad de asistir a la escuela primaria. Sin embargo, niños y niñas que asisten a la escuela carecen de conocimientos básicos de lectura y aritmética. Es necesario redoblar esfuerzos para conseguir mayores avances.

El quinto habla de lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas, porque a nadie escapa que sufren discriminación y violencia. La igualdad entre los géneros no es solo un derecho humano fundamental, sino la base necesaria para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible, es decir, feliz. Una de cada cinco mujeres y niñas entre 15 y 49 años padecieron violencia física, sexual o ambas, en manos de su pareja en el último año. Además, 49 países no tienen leyes que las protejan de la violencia doméstica.

El sexto habla de garantizar la disponibilidad de agua, de su gestión sostenible y de saneamiento para todos y todas. Hay suficiente agua dulce en el planeta para lograr el sueño. Sin embargo, actualmente el reparto del agua no es el adecuado y para 2050, se espera que al menos un 25 por ciento de la población mundial viva en un país con escasez crónica y reiterada de agua dulce. La sequía afecta a algunos de los países más pobres del mundo y conspira contra la felicidad.

A esta altura de la columna y sin necesidad de enumerar los 11 ODS que restan, está claro que la noción de felicidad se vincula íntimamente con transformaciones fundamentalmente políticas, económicas, sociales, culturales y ambientales. Nada de naíf tiene movilizarse para la superación de la insultante desigualdad, eliminar la pobreza, erradicar la violencia de género y facilitar el acceso a la educación para todos y todas.

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