10/03/2018

Claudicar, nunca…

La tragedia aflora a la hora de evocar a Leandro Alem, a quien el ideario popular considera uno de los fundadores de la Unión Cívica Radical (UCR).

Se trata del partido político más veterano de la Argentina y, a pesar de sus actuaciones poco felices en las últimas décadas, creemos que nadie disentirá si afirmamos que se trata de una agrupación que fue protagonista en los últimos 120 años de historia. 

Desde que llegó al mundo, su lugar tuvo poco que ver con la comodidad. Su padre, Leandro Antonio Alen -con n- era pulpero en el barrio porteño de Balvanera, pero sus vecinos le temían porque era uno de los jefes de la Mazorca, cuerpo que los historiadores liberales llegaron a bautizar como servicio secreto de Rosas. Esa afiliación y su desempeño, le valieron morir frente a un pelotón de fusilamiento.

Su cadáver pendió de la horca que habían instalado los “civilizados”. Dicen que Leandro hijo presenció esos sucesos y, más tarde, modificó parcialmente su apellido para establecer distancia con el mazorquero. Desde entonces, fue Leandro Alem. Con el ánimo de sostener a su familia, se consagró a fabricar y vender tanto dulces como pasteles pero, más tarde, ingresó al Ejército, donde obtuvo el grado de capitán al desempeñarse en la vergonzosa Guerra del Paraguay.

A su retorno, se consagró a los estudios universitarios y se recibió de abogado. Políticamente, sus adversarios supieron reprocharle una trayectoria zigzagueante pero él diría que fueron los demás quienes se apartaron del camino. Su primera incursión se produjo en el Partido Autonomista que, por entonces, conducía Adolfo Alsina, con raigambre popular en Buenos Aires y sus suburbios. El adversario de entonces era el Partido Nacional, que lideraba Bartolomé Mitre. 

El primer cargo que obtuvo fue bajo la divisa del autonomismo, ya que resultó electo diputado provincial. Cuando Alsina y Mitre se entendieron, Alem rompió por vez primera para no doblarse. Fundó entonces junto a Aristóbulo del Valle, Roque Sáenz Peña, Lucio Vicente López, Pedro Goyena y otros el Partido Republicano. La flamante agrupación dio la nota, porque comenzó a incorporar elementos que luego serían comunes a todos los partidos políticos: órganos de conducción, enunciación de principios, programa y debate de los principales temas en asambleas.

Por entonces, Alem participaba de un postulado que luego se haría carne en la UCR: “pureza y libertad de sufragio popular, proscribiendo de los comicios las violencias, el fraude y la intervención oficial”. En 1877, fue candidato a vicegobernador de Buenos Aires por el Partido Republicano pero, justamente gracias al fraude, se impuso la fórmula que encabezaba Carlos Tejedor. Poco tiempo después, falleció Alsina.

Las disensiones internas aceleraron la defunción del Partido Republicano. En consecuencia, Alem retornó a las filas del autonomismo para intentar su reorganización. Dos años después, resultó nuevamente elegido diputado provincial. Por entonces, se opuso fervientemente a que Buenos Aires se federalizara y las crónicas parlamentarias recuerdan un célebre debate con José Hernández.

Como se sabe, el autonomismo perdió su causa, Buenos Aires se convirtió en capital federal y, entonces, Alem renunció a su banca. Una década más tarde, volvería a los primeros planos al fundar junto a Bartolomé Mitre -su viejo rival- la Unión Cívica. Participó activamente de la Revolución del Parque, que si bien terminó en una derrota, forzó la renuncia de Juárez Celman. Los historiadores consideran que fue el germen de la Unión Cívica Radical.

La historia que siguió es más o menos conocida… Mitre y Roca terminaron por acordar, entendimiento que fracturó en dos a la oposición: la Unión Cívica Nacional quedó bajo el liderazgo del fundador de “La Nación” y la UCR bajo la orientación del caudillo de Balvanera. De su lado, quedaron Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen, Lisandro de la Torre y su sobrino Hipólito Yrigoyen, entre muchos otros.

Bajo la nueva divisa, Alem ingresó al Senado de la Nación pero, más tarde, conoció la prisión, cuando el presidente Pellegrini denunció un complot radical que en realidad, no existía. El mandatario decretó el estado de sitio y encarceló a los principales dirigentes. En ese ambiente represivo, se realizaron los comicios nacionales que obviamente, ganó el oficialismo.

Comenzó allí la época los levantamientos armados radicales ya que, sistemáticamente, los sucesivos gobiernos impidieron su participación electoral.

Alem fue proclamado presidente durante un momento de gloria de una de las insurrecciones, que finalmente fue derrotada. Pero, en aquellos tiempos, se forjó la mística del radicalismo, que sobrevivió hasta que en cierto sentido, el peronismo la heredó. Como se sabe, el veterano fundador de la UCR eligió quitarse la vida el 1ro de julio de 1896. Prefirió romper su existencia, antes que doblarse. Había nacido un 11 de marzo de 1842.

Te puede interesar
Ultimas noticias