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| 28/07/2023

Los ovnis conmovieron a vecinos de Bariloche en 1968

Los ovnis conmovieron a vecinos de Bariloche en 1968

A fines de julio de 1968, varias personas que se encontraban cenando en el restaurante del Parque Hotel, alertados por una joven alojada en una de las habitaciones, vieron sobre el lago un objeto luminoso, ovalado, “que despedía una fulgurancia rojiza y verdosa” y que luego se alejó. A pesar de las distancias, en poco tiempo la noticia fue conocida en Buenos Aires y de la revista quincenal 2001 Periodismo de Anticipación, enviaron un cronista a nuestra ciudad para que investigara el caso.

Hasta ahora, el caso más conocido y difundido de avistamientos de ovnis había sido el del piloto de avión Jorge Polanco, en 1985. Pero es evidente que en 1968 ya había noticias sobre el tema. 

A la noticia la titularon “Bariloche: desde el cielo nos vigilan” y cuenta con numerosos testimonios en primera persona de reconocidos vecinos locales que narraron sus experiencias, con una redacción típica de esos tiempos.

Al día siguiente de lo sucedido, se fueron enterando de la aparición de una extraña nave sobre el aeropuerto, pasado el mediodía. “Entre las 13.15 y las 13.35 una aeronave fue vista desde dos aviones que venían llegando a Bariloche. Luego hizo un vuelo muy bajo, de 70 a 150 metros sobre la pista, como si se dispusiera a aterrizar, pero no lo hizo. Tampoco se anunció o intentó comunicarse con la torre de control y todos los testigos coincidieron en algo, se parecía a un avión, pero, de ser así, era un modelo nunca antes visto".

Tenía una especie de alas muy anchas en su raíz, dos turbinas pegadas a lo que sería el cuerpo muy angosto, y era completamente silenciosa. De color plateado tamaño similar a un DC6 y sin ventanillas ni fuselaje.

Actores involucrados

El 4 de octubre de 1968, el primer número de la revista quincenal hizo un detallado trabajo de investigación sobre el avistamiento del ovni en nuestra ciudad. “Roberto Taddeo (44 años, tres hijos), jefe de la Estación Meteorológica del lugar, inició sus tareas del día. Para los aviones que debían aterrizar ese mediodía allí la situación era muy clara, cielo nublado, algunas nubes a 800-1000 metros de altura y buena visibilidad”, comienza diciendo la noticia.

“Cornelio Gauna (casado, una hija de 19 años y diez años como jefe del Aeropuerto local), se dirigió en su Valiant rojo a cumplir su labor cotidiana. A cuatro kilómetros de allí, Juan Gis (casado, con un hijo de 46 años), extanquista del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial, se despidió de su mujer y viajó hacia la ciudad para abrir su negocio de relojes. Carmen, recepcionista de Aerolíneas, consultó la llegada del Avro por la tarde y Duilio Salvatore (48 años, casado, cuatro hijos), corresponsal de Telenoche en Bariloche, analizó la mejor manera de filmar la llegada de un importante personaje esa misma tarde”, enumera el artículo.

“Eran las 10 de la mañana, en Austral la despachante de tráfico Margaret Clarke pedía datos sobre la llegada de un avión de su compañía a cargo de los comandantes Fernández y Watt. La misma tarea tuvo el despachante de cargas Jorge Acosta, ninguno sabía lo que sucedería horas más tarde.”

“Cambiaron algunas palabras con los radioperadores Sigfrido Cortondo y Roberto Medina, que ese día estaban en sus puestos. Héctor Sábato (46 años, casado, con dos hijos), director de Canal 3 de televisión de Bariloche, calculaba su hora de llegada al aeropuerto para recibir a ese personaje.”

Continúa relatando la noticia, “Francisco Caló (50 años, técnico en radiotelefonía, jefe técnico del canal de TV, jefe del sector Radio de Correos, casado, con dos hijos) abandonaba su puesto en la oficina y se dirigía a los pisos altos del edificio, frente al lago Nahuel Huapi para almorzar”.

“Flotaba en el aire una tranquilidad sospechosa que pasó inadvertida para Pedro Garrafa (49 años, casado), dueño del bar de la aeroestación, Egon Rost, empleado del aeródromo, estaba por regresar a su casa para entregarse a su pasión, la pintura.”

“Maggie se encontró con sus amigas en la confitería del hotel Italia, lugar al que llegó también Dicky Gurrow, dueño de la parrilla La Vaca In, que preparaba su encuentro con el dueño del Parque Hotel.”

“El señor Eistmann aguardaba la llegada del Avro procedente de Buenos Aires, a cargo del comandante Emilio Loza, ese 23 de julio. Demetrio Cottescu, piloto rumano radicado en Bariloche, inspeccionó la máquina y arregló algunos vuelos turísticos.”

El cuadro estaba completo. “Los actores, el lugar, la escenografía y el guion estaban listos, faltaba solo ponerlo en marcha y eso ocurriría exactamente a las 13.15, cuando el viento de 35 kilómetros horarios levantó las olas del Nahuel Huapi, poniendo en peligro a los tripulantes de una vadarka que navegaba sus aguas”.

Los hechos

En ese escenario, descendería un enigma del cielo. “Todo era normal, confesó Walter Furst, quien estaba trabajando con las máquinas de Aerolíneas y Austral, ambas en aproximación por instrumentos en la torre de control”.

“Cuando apareció el Avro, el comandante me preguntó exasperado por qué no le reportaba el tráfico aéreo del momento. Le contesté que no tenía ningún tráfico, pero me dijo que tenía una gran máquina delante de él, en el tramo llamado inicial de la pista. Levanté la cabeza y miré, estaba allí, era un avión de dimensiones grandes, silencioso y llevaba dirección como disponiéndose a aterrizar. Lo llamé en todas las frecuencias que se empleaban y no me contestó. Apareció por el comienzo de la pista y estaba a unos 150 metros del suelo. Ordené al Avro que se mantuviera en alerta por desconocer procedencia y tipo de aeronave. Por su parte, al One Eleven Jet de Austral se le ordenó mantener su nivel por desconocer el movimiento del 'avión extraño'”.

La máquina intrusa volaba de perfil, se la podía comparar a un Caravelle o un Comet. “Pero de cuerpo más fino, de alas muy grandes y cortas, plateado. No era un ovni y no le vi ventanillas, voló hasta el final de la pista y, demostrando una extraordinaria maniobrabilidad, viró hacia la izquierda, fue hasta los cerros cercanos y se perdió en dirección al lago. A los pocos minutos volvió a aparecer, pasó sobre la pista, hizo un giro de casi 360 grados y se fue”. Así finalizó el testimonio de Furst.

En ese momento, el aeropuerto estaba repleto. Roberto Medina estaba dentro del Avro y Héctor Sábato ya había llegado al lugar. “Carmen, de Aerolíneas, dijo: sí, lo vi, estaba cerca de la plataforma y me avisaron que había un aparato, me decían que era un plato volador. Me dirigí a la entrada y miré hacia el fondo de la pista. Era una máquina que parecía convencional, no emitía sonido, tampoco ventanillas ni cabina”.

¿Qué era entonces? Garrafa dijo que era un aparato raro para lo que acostumbraban a ver, resaltó también el color gris oscuro y lo silencioso. El artículo periodístico continúa relatando: “Los testigos fueron surgiendo, no fue fácil trasponer el despacho del jefe del aeropuerto, convencerlo de la seriedad de nuestra misión y lograr algunas conclusiones”.

Quiénes lo vieron desde la ciudad

A las 13.10, Caló salía de su oficina del Correo y subió hasta su residencia en el segundo piso. “Había terminado de almorzar con mi señora y mirábamos cómo una lancha de Gendarmería se dirigía a rescatar a unos jóvenes que en vadarka se habían internado peligrosamente”.

Caló siguió con su relato: “Cuando la lancha se acercó a los imprudentes, lo vi, las nubes estaban bajas y lloviznaba, había grandes olas y miré el cielo. En un primer momento pensé que la máquina era un Piper, pero al virar, descubrí que no. El ruido del fuselaje era débil, cuando hizo un viraje en U puede verlo claramente a unos 500 metros, parecía un delfín de perfil pero con dos reactores. Se perdió en dirección al aeropuerto”, concluyó.

Según Gauna los antecedentes del citado hecho fueron entregados al Comando en Jefe de la Fuerza Aérea Argentina, organismo que tuvo a su cargo la investigación del caso.

Conclusiones

Dentro de las conclusiones a las que llegó el periodista que investigó el caso en ese momento, hay una pregunta: ¿el aparato era terrestre o se trató de una máquina condicionada a nuestra atmósfera, proveniente del espacio exterior?

“No hay ninguna ley física ni aerodinámica que explique el comportamiento de esta nave, a no ser que utilizase una unidad antigravitacional sería imposible comportarse como lo hizo. ¿Están llegando aparatos capaces de aterrizar entre nosotros?”. Con estas preguntas Alejandro Viganti cierra su investigación periodística del año 1968.

 

 

 

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