En el pasado, para el cumpleaños o cualquier acontecimiento relevante en la vida de una persona, solíamos comunicarnos por teléfono. Actualmente, con el avance de la tecnología, esto ha cambiado por completo y todos hacemos uso de las redes sociales replicando mensajes a mucha gente.

Pero, por mucho que disfrutemos todo este mundo, jamás logrará reemplazar el hecho de escucharnos y mirarnos atentamente, en especial, cuando atravesamos épocas difíciles. El contacto corporal, como un beso o un abrazo, con la gente querida es fundamental para sentirnos conectados, apoyados y valorados. También para consolar a alguien que está experimentando alguna pérdida.

Casi todos los problemas que enfrentamos en nuestras relaciones interpersonales tienen que ver con que no somos capaces de expresar lo que sentimos. Y la tecnología que tanto avanza no colabora mucho al respecto. ¿Por qué a alguien le cuesta expresar sus emociones? Por lo general, porque teme ser rechazado y lastimado.

Todo el mundo recurre a los “emoticones”, esos símbolos que indican lo que sentimos al momento de escribir, pero no siempre nos ayudan a ser verdaderamente comprendidos en nuestras interacciones. Lo cierto es que nada puede ocupar el lugar de las palabras y los gestos con su carga emotiva que usamos cuando nos vemos cara a cara.

Los seres humanos fuimos creados con la necesidad de dar y recibir amor, de amar y ser amados. Pero el amor verdadero, a diferencia de lo que muchos creen, no se trata de palabras vacías ni de regalos ni de poesías o canciones. Quien ama de verdad a alguien lo valora, lo respeta y se da a sí mismo sin esperar nada a cambio. Porque solo desea el bienestar del otro.

¿Qué quiere decir realizar una acción por amor? Esforzarse e invertir tiempo y dedicación desinteresadamente. Cada acción y cada palabra que los padres entregan a sus hijos es como una caricia al alma que va fortaleciendo su autoestima porque les transmite el siguiente mensaje: “Te amamos”. Muchos de los traumas que vive la gente se deben a que no se sintieron amados por sus padres o primeros cuidadores.

Repito: todos los seres humanos, aunque digamos lo contrario, necesitamos amar y ser amados desde que nacemos hasta que partimos. Necesitamos ser acariciados, pero no solo de manera física, sino además con palabras y acciones que nos demuestren que somos valiosos y dignos de amor. Todas estas cosas son como ladrillos que van construyendo nuestra identidad y estima.

El amor, cuando es verdadero, tiene un poder transformador y vivificador, ya que nos hace sentir tenidos en cuenta. Mucha gente lo pide a gritos a través de las acciones que realizan para llamar la atención. Seamos proveedores de este combustible, de esta fuerza, que mantiene al mundo en movimiento y saca a relucir lo mejor de nosotros.