ERNESTO RICARDO DUBOURG

| 30/01/2023

Falleció un héroe de Malvinas que escogió Bariloche para transitar su retiro

Falleció un héroe de Malvinas que escogió Bariloche para transitar su retiro

Ernesto Ricardo Dubourg, un comodoro de la Fuerza Aérea Argentina veterano de la Guerra de Malvinas, que había escogido Bariloche para transitar gran parte de su vida tras el retiro, falleció el sábado a los setenta y nueve años.

Nacido en Mar del Plata, egresó de la Escuela de Aviación Militar en Córdoba el 14 de diciembre de 1963, con el grado de alférez.

En 1982, durante el conflicto bélico contra Gran Bretaña, resultaba evidente que las aeronaves argentinas no estaban equipadas convenientemente para una guerra aeronaval. Sin embargo, el valor y la destreza de sus hombres, con vuelos rasantes sobre el mar, les haría merecedores de elogios provenientes del propio enemigo. En ese marco, Dubourg fue uno de los que destacó.

Su nombre de vuelo era “Furia”, y quienes lo conocieron remarcan su carisma y valentía.

Al frente de su escuadrón, trató de conducir a sus hombres con el ejemplo. Fue, claramente, uno de los “halcones” (como los llamaban) que más sobresalió en batalla.

El 1 de marzo de 1991 pasó a retiro, y decidió seguir con su vida entre Bariloche y Villa Mercedes (San Luis), sus lugares preferidos.

En un texto que escribió hace un tiempo, recordó a aquellos con los que compartió combate: “Cuando ya no esté, les pido que me recuerden junto a ellos, en el más modesto lugar, al final de la lista, no porque lo merezca o pretenda estar a su altura, sino para que me recuerden como alguien que los llevó en el corazón y quiere quedarse para siempre en el de ustedes. Alguien que hizo lo posible por protegerlos, alguien que lloró muchas veces a los hijos que perdió, alguien que, cuando los recuerda henchido de orgullo, los imagina como ese Halcón solitario que nos vio nacer allá, en lo alto de la montaña y nos representa. Ese halcón tiene nueve heridas en el pecho que jamás van a cicatrizar, pero también tiene una gota de sangre en el pico y, aunque tenga los ojos humedecidos por la emoción, no lo oculta pues sabe que, entre otras cosas, un guerrero valiente es aquel que sabe llorar a cara descubierta. Aún con sus lágrimas este Halcón herido conserva la fiereza en su mirada: alerta, desafiante y aguerrido está listo para volver a golpear en la próxima batalla".

El final lo halló en Buenos Aires, más puntualmente en el Hospital Aeronáutico Central del barrio de Pompeya, donde transitó los últimos días de una enfermedad. 

Pero su recuerdo se esparció por lados diversos.

Por ejemplo, en esta parte de la Patagonia, el excombatiente Carlos Mazzocchi, que en Malvinas estuvo a cargo del radar, lo calificó como “un hombre muy querido”.

“Los veteranos de Bariloche lo respetaban mucho, y lo apreciaban, porque era un grande que destacó por su humildad”, añadió el radarista, quien además rescató: “Los pilotos que combatieron con él dicen que siempre iba adelante cuando atacaban a los barcos ingleses, así que daba el ejemplo”.

“Era un gran líder”, sintetizó Mazzocchi.

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