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| 02/12/2022

Vida ambulante: el vendedor de banderas y camisetas

Vida ambulante: el vendedor de banderas y camisetas
Fotos: Facundo Pardo.
Fotos: Facundo Pardo.

Claudio Haist es mendocino y se dedica a la venta ambulante.

El miércoles estuvo en el Centro Cívico de Bariloche, mientras pasaban el partido de Argentina contra Polonia en la pantalla dispuesta para la ocasión.

Su oferta, obviamente, estaba focalizada en productos albicelestes (aunque también incluyó la casaca alternativa del equipo, en violeta).

Las banderas, según el tamaño, costaban mil o dos mil pesos; los gorros, dos mil; las cornetas iban de los quinientos a los mil, de acuerdo a la forma y el tipo de sonido; las camisetas, hasta el talle dieciséis, cuatro mil.

Llegó a la zona un día antes de que comenzara el Mundial. Eligió Junín de los Andes como ciudad base y, desde allí, ya ha ido a San Martín de los Andes, Villa La Angostura y, claro, Bariloche.

“Yo me la voy jugando”, dijo sobre su modo de vida.

Comercializar estos productos significa, también, una apuesta, porque si el equipo argentino llega a tener un recorrido más corto del deseado puede significar quedarse con un material que quizás luego no venda fácilmente.

Aunque eso también tiene sus bemoles. “Con lo único que me puedo llegar a clavar es con las camisetas”, explicó Claudio, y señaló que las demás cosas puede ofrecerlas en otro tipo de acontecimientos. Así, recordó que hace poco acompañó, en parte, una gira de Los Pumas. “Me fue muy bien”, contó, y añadió: “Estuve en Salta, Santiago del Estero y Mendoza; a Buenos Aires no fui porque no me gusta”.

Las banderas también tiene posibilidad de venderlas cuando llega el 20 de junio, aunque, según explicó, ahí la demanda es escasa. “El argentino se hace patriota una vez cada cuatro años”, apuntó, aludiendo al arribo de los mundiales.

Sobre la razón por la que escogió esta región para vivir comercialmente el campeonato, manifestó que tuvo en cuenta que en Mendoza existe mucha competencia, mientras que en esta parte del país ese tipo de mercadería no se ofrece tanto.

Claudio también suele dedicarse al merchandising musical. En ese sentido, incluso ha traspasado fronteras. “El último año me lo pasé en Chile. Por la economía, me iba bien”, dijo.

Además, ha estado en otros sitios. “Fui a Bolivia cuando cantó Daddy Yankee. Como ahí no suelen hacer muchos recitales grandes, imaginé que no iba a haber vendedores. Dicho y hecho, ¡me traje quinientos dólares limpios!”, evocó.

Además, años atrás se trasladó a Brasil cuando actuaron los Foo Fighters y también con Justin Bieber. En ese caso, indicó que en el estadio Morumbí de San Pablo pudo trabajar con tranquilidad, pero que en el Maracaná, en Río de Janeiro, no lo dejaban estar: “Está prohibida la venta ambulante”, se quejó.

El hombre se dedica a esto desde pequeño. Su padre también lo hacía. Al respecto, rememoró los tiempos juveniles, cuando observaba al progenitor fabricar banderas con maderitas y plástico, para salir a ofrecerlas al llegar el Mundial. Pero, en aquellos tiempos, recién se vendían después de los partidos, si los resultados llamaban al festejo.

El vendedor ambulante detalló que, de cinco hermanos, es el único que siguió el sendero iniciado por el papá. “Me gusta viajar, estoy acostumbrado. Duermo más en un micro que en una cama”, afirmó.

En este momento, está en Buenos Aires. Viajó en la mañana del jueves, para reponer mercadería. En esta ocasión, en vez del colectivo, optó por el avión, debido a que consiguió un pasaje económico.

Tras hacer las compras, no está seguro si irá a Zapala o a Rincón de los Sauces. Quizá, si el Mundial para la Argentina se estira, vaya a los dos sitios.

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