50 ARTISTAS PARTICIPAN DE LA EXPOSICIÓN INAUGURAL

| 28/09/2022

La Bachmann: cuando la estrella es la sala

La Bachmann: cuando la estrella es la sala
La escultura en malla extendida de Guthmann custodia el nuevo espacio. Foto: Facundo Pardo.
La escultura en malla extendida de Guthmann custodia el nuevo espacio. Foto: Facundo Pardo.

El nuevo espacio está en pleno funcionamiento después de muchísimos años de frustraciones. Un rincón del Bariloche que ya no existe, en plena vorágine citadina.

Parece increíble que el mismo espacio estuviera en decadencia durante tanto tiempo y que ahora, albergue arte y, además, cobije su proyección. Como flamante sede de la Asociación de Artistas Plásticos de Bariloche, La Bachmann está en pleno funcionamiento al ofrecer la exposición inaugural, que estará a disposición del público hasta el próximo 5 de noviembre. En forma simultánea, en su planta alta se concretaron días atrás, instancias del intercambio entre artistas de Aspen (Estados Unidos) y Bariloche, consecuencia del hermanamiento entre ambas ciudades. Un anhelo que se postergó durante demasiado tiempo, está en hermosa marcha.

Es comprensible que, en la primera, todas y todos quisieran estar. Son nada menos que 50 las y los artistas que están presentes a través de sus obras. Si bien el mes está a punto de caducar, la muestra en La Bachmann forma parte de Septiembre + Bariloche = Arte, el tradicional encuentro plástico de la ciudad, que tiene en transcurso su novena edición. En 2020 no pudo hacerse por razones que ya se torna tedioso recordar, y en 2021, se suplantó parcialmente con una exposición virtual.

Coincidirán las y los expositores que, en esta oportunidad, la estrella es la sala. Para ingresar, hay que descender brevemente desde Elflein, porque la vivienda histórica está debajo del nivel de la calle, detrás de la que ocupa la Asociación de Artesanos de Bariloche. Paulatinamente se fue corporizando aquella idea de Paula Peris, cuando pasó por el área municipal de Cultura más de una década atrás: avanzar hacia una especie de barrio de casas históricas en el centro de la ciudad. De ahí que, en plena vorágine citadina, con solo dar unos pasos, la y el visitante pueden adentrarse en una atmósfera que rememora al Bariloche que seguramente tuvo sus problemas, pero no era tan hostil como el actual.

El espacio quedó dividido en dos niveles que, más allá de la muestra en curso, permitirá colgar obras numerosas o bien, algunas de grandes dimensiones, carencia que hasta el momento limitaba la expresión en las salas públicas. Pero inclusive, y como queda claro con el ejemplo del “Pegaso” de Nadia Guthmann, puede utilizarse el exterior, en el caso de obras que estén pensadas para soportar inclemencias climáticas o de intervenciones efímeras.

Es más, afuera de la construcción propiamente dicha, se dispuso un escenario que, durante los meses de benevolencia, se utilizará para múltiples propuestas. En tanto, la planta alta será el ámbito “puertas adentro” para el trabajo de la AAPB, que, en los hechos, ya comenzó con reuniones, talleres y precisamente, con instancias del intercambio con Aspen, a partir de la presencia en Bariloche de una artista de aquella localidad.

En cuanto a la muestra propiamente dicha, pueden apreciarse “Entrelazando otoños”, de Perla León; “Espiral”, de Ingjerd Hansen Juvik; “Los trabajos de Hércules”, de Silvia Barbosa; “Tiempos y sonidos inesperados. Caminata sonora por mi jardín”, de Ingrid Roddick; “Nuestros veranos”, de Stella Maris Graff; “A río revuelto”, de Mónica González; “Mario”, de Mónica Miliauskas y “Autorretrato”, de Natalia Lukacs.

Las y los plásticos de Bariloche ya tienen su lugar en el mundo. Foto: Facundo Pardo.

Todavía en el primer ambiente, desde la perspectiva del que ingresa, sigue una fotografía de la serie “Mensajes al poblador rural”, de Jorge Piccini; “Mujeragua” (sic), de Francesca Lindler; “En qué pienso cuando no pienso”, de Soledad Escudero; “Río Limay”, de Bruno Beros; “Tormenta sobre Huemul”, de Viviana Dziewa; “Danza en el bosque”, de Silvina Russo; y “No todo es efímero”, de Juan Manuel Ferrarini.

Exposición tan pluralista continúa con “Vibraciones”, de Carina Furlán; una obra de la serie “Lugar de los recuerdos”, de Betiana Yungano; otra de la saga “Faros”, de Moma Mozetich; “Fibra de cañaveral”, de Blanca Valiñas; “Estepa”, de Catalina Galdón; “Esperando su esquila”, de Valeria Fiala; un trabajo de la serie “Retratos de familia”, de Walter Kerhart; y ya en el otro ambiente, “Mi soledad”, de Paula Fischer.

“La felicidad está del otro lado” es el aporte de Remi Calancha. La observación puede continuar con “Laguna”, de Elisa Gauna; “Yaguareté”, de Natalia Eggui; “Latente”, de Miriam Liliana Vivas; “La enseñanza de Quirón”, de Víctor Blebel; “Somos”, de Verónica Kurpiel; un trabajo sin título de Beatriz Biscay; “En mi camino”, de María Luján Duguine; “Hermanas”, de Estela Bruera y “La noche de tu partida”, de Fernanda Cavallaro.

La propuesta también se nutre de “Ainda, la guitarrera”, de Miguel Ángel Vitaliti; una obra de la serie “Pórticos”, de Eduardo Andaluz; “P – 10 L.J.”, de Mariana Erlijman; “Habitar las piedras”, de Cris Rocha; “Verdes amarillos”, de Aurelio García; una obra sin título de Bárbara Drausal; “Todo se acelera”, de Patricia Sauter; “Profundidad”, de María Angélica Carrasco y “A cara de piedra”, Carolina Lockwood.

La nómina se completa con “El portal”, de Patricia Balmaceda; “El umbral”, de Fer Ungar; “Universos paralelos”, de Jorge Fernández Barral y con “Verano patagónico”, de Wendy Anne Merchant. Por las dudas, precisemos que La Bachmann queda en Elflein 34 y se puede visitar en el amplio horario que va de las 9 a las 19. Todavía hay olor a nuevo en su interior.

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