Ser feminista en China no es fácil. Wu Rongrong es una luchadora de 37 años que pertenece al grupo “Las cinco feministas”. El 8 de marzo del 2015, Día Internacional de la Mujer, se puso a repartir panfletos junto a otras compañeras en el transporte público en una campaña para concientizar sobre el acoso sexual. La policía detuvo a diez activistas acusándolas de desorden público.

Bajo arresto le negaron su medicación para la hepatitis. La maltrataron. Poco más de un mes después les dieron libertad bajo fianza. Las siguieron vigilando. Tienen prohibido viajar al exterior durante 10 años.

Wu estudió Trabajo social en la Universidad de Mujeres de China. Fue voluntaria dos años de China Children's Press and Publication Group (organización juvenil china) y cuatro en la Fundación New Path. En el 2017 le negaron el permiso para estudiar leyes en Hong Kong.

“Las mujeres se enfrentan a muchas dificultades en su vida, pero muchas de ellas siguen siendo invisibles. Por ejemplo, las sobrevivientes de acoso sexual no solo sufren un dolor indecible, sino que también carecen de una protección jurídica eficiente. Animar a las víctimas a buscar reparación en lugar de culparlas contribuiría a reducir el acoso sexual”, comenta ante una entrevista.

Previa a su detención participó del Grupo de Acción en Favor de los Derechos de las Mujeres. Para visibilizar las inequidades las integrantes se afeitaron las cabezas en protesta por los requisitos de admisión en enseñanza superior y también se vistieron con trajes de novia manchados de tinta roja para protestar por la violencia intrafamiliar. A Wu la siguen vigilando. No se queda quieta.