EMOCIONES ENCONTRADAS

| 28/08/2022

Tu vida será bailar

Tu vida será bailar

Tal vez Nélida Tezanos llegó a este mundo sabiendo que toda su vida iba a estar ligada a la danza. Cuando uno habla con ella es imposible no ser atravesado por la pasión y bondad que transmite esta mujer nacida el mismo día que nuestra ciudad: un 3 de mayo de 1937.

“De chica iba a River a patinar y a bailar. Mi hermano me esperaba. Al principio bailaba español. Bailaba en todos lados, me subían a la mesa y bailaba, también en la vereda, arriba de los canteros. Después entré al Conservatorio Cervantes,” dice Nelly, sentada en un sillón en su casa de Bariloche. Llegó en los 90.

En Buenos Aires trabajaba de administrativa en comercios y empresas, alternando con las clases de danzas en clubes, instituciones y conservatorios, hasta que llegó a dedicarse de lleno a su pasión. Hija de un contador y una enfermera, que la trajeron al mundo sin saber que se convertiría en un ícono de las danzas folklóricas en un pueblo de la Patagonia.

“Tenía trabajo y ofrecimiento de ir a Mendoza, pero como mi hijo trabajaba acá, me vine. Empecé a dar talleres de danza en el Colegio Woodville y después me contrató la Municipalidad. Ahí armé el ballet. Los chicos me propusieron que se llamara Tolkeyén, como mi nieto que iba a nacer. Es un nombre Ona, que significa “Dar de corazón” y vaya si dio de corazón doña Nelly. Ahí andaba, como una gran madre, rodeada de sus pollitos, convirtiendo a la Escuela Municipal de Arte La Llave en un semillero de bailarines y bailarinas, que alegraban fiestas y festivales. Llegó a tener 300 nenes y nenas por día.

Carlos Parra, uno de sus bailarines, la recuerda: “Cuando Nelly llegó a La Llave, ensayábamos los sábados a la mañana. Yo tendría 17 o 18 años. Salíamos al boliche con David Franzgrote, Omar Lobos, Ricardo Ríos, Seba Giménez, y Leo Arriagada. Algunas veces pasábamos derecho, del boliche al ensayo. Cada descanso era una siestita. A veces, alguno de sueño pesado, se quedaba dormido atrás del escenario. Nelly lo andaba buscando y se enojaba pensando que se había ido”. Carlos también recuerda algunas de sus compañeras de entonces: Marcela Sandoval, Verónica Medina, Malen Painefil, Paola Parra y Paola González. Muchos de ellos siguieron los pasos de su profe, de quien además de enseñanzas de danzas, recibían consejos y cuidados.

Se puede enseñar a bailar, marcar coreografías, zapateos, giros y zarandeos, pero transmitir el amor a lo que se hace es solo para elegidos. De eso se encargó Nelly.

Con el Ballet Tolkeyén se convirtieron en clásicos, en las ediciones de la Fiesta de las Colectividades, donde han tenido la responsabilidad de representar a nuestro país, junto a ballets de diferentes colectividades europeas, tarea cumplida con creces, obteniendo memorables ovaciones y reconocimientos.

Recorrieron gran parte de la Patagonia, a bordo de un colectivo que la Empresa 3 de Mayo había puesto a su disposición. Alguna vez la invité a bailar en uno de mis espectáculos. Me dijo que iba a ir a escondidas de su cardióloga. Como Bariloche es chico, la doctora estaba sentada en la tercera fila, admirando a esa abuela que al son de una zamba parecía volar sobre el escenario, como una golondrina que pasa rosando la piel del agua.

Durante años, cada 25 de Mayo, dirigió el multitudinario Pericón Nacional en el Centro Cívico. “Escucho música y las ganas de bailar me hacen olvidar de cansancios y dolores: es más fuerte que yo”, dice Nelly, cuyo corazón, algo cansado de tanto dar, la llamó a sosiego, a descansar y disfrutar del reconocimiento y observar su siembra.

“¡El día que te mueras te vamos enterrar boca abajo, para que dejes de bailar!”, le dicen sus hijos, Claudio y Alejandra Autelitano, quienes le han dado un racimo de nietos que la miman y a quienes de chicos despertaba bailándoles una zamba: Tolkeyén, Jainén, Iñaki y Camila. Hace diecisiete meses llegó una bisnieta, la que siguiendo los pasos de su bisabuela, ya baila, al compás del motor del lavarropas.

Cuando Nelly sonríe, se le ilumina el rostro, como un sol que estalla en un ventanal, por el que se le ve el alma. Premiada por el Concejo Municipal y la Legislatura, pero tal vez el premio más grande es el de sus ex alumnos y alumnas, que la recuerdan con amor, y el de toda la comunidad de Bariloche, la que la adoptó como a una de sus hijas ilustres, dándole la responsabilidad de hacer felices a sus hijos.

¿Que opinión tenés sobre esta nota?


Me gusta 0%
No me gusta 0%
Me da tristeza 0%
Me da alegría 0%
Me da bronca 0%
Te puede interesar
Ultimas noticias