La psiquiatra forense Verónica Martínez declaró este miércoles en la audiencia de juicio oral que se sigue a Angélica Paine. Repasó su intervención al realizar una autopsia psicológica que según describió, estudia todo lo que tiene que ver o que permita delimitar un perfil de personalidad que traiga datos que ayuden a esclarecer los motivos de muerte o algún factor de riesgo de la muerte de una persona.

Dijo que se trabaja con un amplísimo abanico de personas que se pueden entrevistar para aportar datos de esa persona que se pretende estudiar y aseveró que tras revisar el expediente judicial, seleccionó a seis personas para mantener las entrevistas en las que basó su pericia: Patricio Vargas, Yesenia Gallardo, Yésica Bravo, Teresa Gallardo, Angélica Paine y Carlos Colipi.

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Para Martínez era interesante poner sobre la mesa los antecedentes biográficos de Micaela Bravo, con “una infancia y una adolescencia marcada por la ausencia de su papá, la enfermedad psíquica de su mamá, vivir en situación de calle, haber estado en adopción, toda una serie de cuestiones que deben ser tenidas en cuenta para llegar a cómo transcurre su vida”. Y desarrolló que “cuando conoce a Patricio Vargas, armó una familia, dio un giro de 180 grados de lo que había sufrido en su infancia y adolescencia. Por fin en su vida hay una noción y pertenencia a una familia, tiene un marido, tiene familia política, tiene hijos, era una experiencia que no había tenido por pertenecer a una familia desintegrada, disfuncional” y reveló que “el hecho de haber formado su propia familia la motivó, la motorizó para además de sus roles de mamá y de esposa, trabajar, pretendía terminar sus estudios, cocinaba por su cuenta para vender y disponer de su dinero, hasta que consiguió el trabajo en el hotel, en donde era buena empleada, a tal punto que a partir de su recomendación ingresa al mismo hotel a trabajar Colipi”.

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Según reconstruyó Martínez a partir del relato de las seis personas convocadas a entrevistas, Micaela era una persona “sumamente reservada” a la que describieron como “sincera”, aunque escuchaba más a los demás de lo que hablaba de sus conflictos. Además, la definieron como “una persona segura, optimista, emprendedora, trabajadora, cumplidora con los compromisos que asumía” y concluyó que todo se exacerbó “cuando inició el vínculo con Colipi”.

En función de la misma autopsia psicológica, Martínez concluyó que Micaela Bravo cambió mucho en sus últimos meses de vida, “tuvo más atención al cuidado personal, su presencia, vestimenta” y añadió que “desde su forma de ser, se la notaba entusiasmada, con ganas de hacer cosas y con puntos de conflicto en cuanto al vínculo con sus hijos”, pues su separación de Patricio Vargas era muy reciente y todavía no estaba claro qué pasaría con los chicos, cómo y cuándo los vería.

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De acuerdo a Martínez, al momento de la desaparición de Micaela, su punto de conflicto principal era “el tema de sus chicos” y recordó una frase que expresó Patricio Vargas en la entrevista vinculada a una supuesta amenaza de Angélica Paine: “Si no alejás a Micaela de mi hijo la voy a matar, la voy a tirar en una zanja. Vos no tenés huevos, metele unos palmazos, mechoneala, pero alejala de mi hijo”.

Según concluyó Martínez, “la conducta de Micaela respecto de iniciar una relación con Colipi en función de sus características y del entusiasmo y cambio que generó, había sido disparador o una conducta 'provocadora' para algunas personas”, lo que definición como “la reacción homicida”.