Yésica Bravo declaró hoy ante el tribunal de juicio y dejó algunos elementos reveladores que marcan la influencia de la cuestión religiosa en los protagonistas. “Micaela siempre atendía bien a Patricio y él también a ella. Ella demostraba ser una buena mujer”, aseveró.

Describió que hacían “rastrillajes”, pero aclaró que “íbamos a ciegas”. Relató el día en que el grupo de allegados a Patricio Vargas se dirigió al hotel abandonado en Villa Mascardi en donde encontraron la huella del calzado de la víctima. “Éramos muchas personas”, dijo y agregó que ella tenía el mismo calzado porque “Micaela se había comprado dos pares y yo le usaba una”.

“A Angélica le molestaba, a mí también me molestaba la relación con Colipi, me parecía raro lo que estaba haciendo”, disparó Yésica y cuando le pidieron precisiones al respecto respondió “adulterio”. Apenas después agregó, “se salía de lo que nos enseñaban en la iglesia, en la biblia”.

Enseguida explicó que Micaela cambió su aspecto tras separarse de Vargas y añadió “se sentía libre. Al casarse tan joven no tuvo tiempo de disfrutar estando sola”.

Recordó un día en que Micaela lloraba por lo que estaba pasando con sus hijos y al ser interrogada contestó que “Patricio no le quería dejar ver a uno de sus hijos”, aunque justificó “el problema que se genera cuando dos personas se separan, por la casa, los hijos…”. La testigo recordó que un día Patricio “le quiso pegar con un cinto y ella decidió irse de la casa”, aunque aclaró que ella no presenció la situación, pero se la contaron.

“La Policía nunca se fijó en las dos partes, ellos siempre querían culpar a Patricio”, espetó la mujer y narró que en la dramática situación que atravesaban “todos sospechábamos de todos”.