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| 22/05/2022

El día que el Nahuel Huapi se llevó dos vidas, un muelle y asustó a todo un pueblo

El día que el Nahuel Huapi se llevó dos vidas, un muelle y asustó a todo un pueblo

El 22 de mayo de 1960, la naturaleza hizo sentir su fuerza. Una enorme ola de unos 5 metros azotó la orilla y se cobró dos vidas. Qué pasó esa tarde, dónde estaba la mayoría del pueblo y la confusión con la erupción del volcán. Los detalles en esta nota.

Eran cerca de las tres de la tarde. También era domingo, como hoy. Pero a diferencia de esta jornada lluviosa e inestable, la temperatura era más que agradable para un día de otoño y el cielo permanecía celestial, de punta a punta. El lago estaba planchado.

Luego del almuerzo, las tropas del Ejército se encontraban haciendo una exhibición de gimnasia en “El Picadero”, ese enorme terreno contiguo al Centro Cívico, donde hoy se erige el edificio Bariloche Center.

Este evento, congregaba a la inmensa mayoría de los habitantes de la pequeña ciudad, que estaba en pleno auge. Los días diáfanos como ese, eran ideales para dar un paseo por la costa del Nahuel Huapi y sobre todo, por el bellísimo muelle.

Pero aquel domingo, no fue el caso. Los soldados eran la atracción de la tarde y se llevaban las miradas de miles de personas. Menos mal. De lo contrario, hubiese sido una trágica jornada con una gran cantidad de víctimas.

Todo estaba en calma, hasta que a las 15.11 horas sucedió un hecho histórico: el hasta hoy recordado megaterremoto de Valdivia, el más potente registrado instrumentalmente en la historia de la humanidad (9,5 en la escala de Richter), con una duración de 14 minutos.

Junto al terremoto principal se registraron una serie de movimientos telúricos de importancia hasta el 6 de junio, que afectaron a gran parte del sur de Chile. Además, fue percibido en diferentes partes del planeta y produjo un maremoto que afectó a diversas localidades a lo largo del océano Pacífico, como Hawaii y Japón, y la erupción del volcán Puyehue.

Volviendo al 22 de mayo, la quietud de la ciudad se rompió y el suelo barilochense comenzó a moverse. Temblaba la tierra muy fuerte, como nunca había pasado. Quienes dormían la siesta, se despertaron. Los vidrios rechinaban. Aquellos que iban caminando, se caían. La vajilla se rompía en el suelo. Y el oleaje del lago aumentó exponencialmente.

Hubo ruidos subterráneos y un fuerte estruendo.

El Cordillerano tuvo acceso a varios relatos que aseguraban que la gente no podía mantenerse en pie, que le torre del reloj del Centro Cívico parecía mecerse y que incluso su campana empezó a sonar incesantemente.

Fueron segundos, donde el Nahuel Huapi empezó a sacudirse de un lado hacia otro, hasta que se creó una ola de impresionantes dimensiones (se calcula entre 5 y 6 metros) que avanzaba desde el Oeste y que barrió con las instalaciones del puerto y las embarcaciones que allí estaban amarradas.

Del muelle, quedó solo la primera porción de madera, mientras que el agua se llevó la parte de cemento que lo completaba, la cual estaba emplazada en la punta del mismo, paralelo a la orilla.

La Modesta Victoria que estaba amarrada al muelle, soltó sus amarras producto del impacto y quedó flotando a la altura de la iglesia Catedral. Incluso, hay quienes cuentan que se tumbó con la fuerza del agua, pero logró mantenerse a flote y no sufrió daños. Luego fue rescatada por miembros de su tripulación. Menos suerte corrió la lancha Cruz del Sur que si bien quedó a flote, sufrió pérdidas que la dejaron inutilizable.

Fueron dos sismos, el segundo más fuerte que el primero. Y una vez que el movimiento terminó, el panorama en la orilla del Nahuel Huapi era desolador. Cientos de maderas, escombros, asientos, techos y palos quedaron diseminados por doquier, en el inmenso lago.

A los pocos minutos, medio pueblo estaba en el lugar, tratando de ayudar. Mientras que otros curiosos, solo se acercaron a ver qué había sucedido.

Este fenómeno inédito hasta entonces, dejó el saldo de dos muertos: Andrés Kempel y Julio Frattini, pero todos los testigos de aquel día, reconocen que si no fuera por la exhibición del Ejército, los decesos se hubieran sumado de a decenas.

Como si todo esto fuera poco, casi dos días después, producto del terremoto, hizo erupción el volcán Puyehue. Al igual que como sucedió en 2011, la ciudad se oscureció de un momento a otro. Repentinamente, se cubrió el cielo de cenizas y dejó una capa de unos 10 centímetros de arena en el suelo y desde ya, en el lago.

Incluso, esta erupción ha confundido el relato de muchas personas, vinculando el “lagomoto” con el volcán, cuando en realidad, el causal directo de este suceso único en la historia de Bariloche, fue el gran terremoto ocurrido en Valdivia.

No fue un tsunami

A lo largo de los años, especialistas determinaron que lo que sucedió en Bariloche no fue realmente un tsunami, porque no hubo desplazamientos de placas en el fondo del lago, ni modificaciones en el mismo.

Todo el lecho del lago se sacudió, provocando un oleaje semejante al que ocurre al agitar violentamente un fuentón lleno de líquido. Lo mismo ocurre en diferente escala, en tanques y piletas de natación durante grandes terremotos: el agua se sacude y se desborda.

Los especialistas señalan que, por suerte, el epicentro del sismo en Bariloche fue en el lago, ya que si hubiese sido en el casco urbano, hoy estaríamos recordando una tragedia de gran magnitud.

Imagen del puerto, años antes del "lagomoto", con la Modesta Victoria amarrada allí.

 

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