EL VENDEDOR DE HUEVOS “OFICIAL” DE BARILOCHE

| 11/05/2022

Tolentino Ceballos: antiguo poblador y personaje de la ciudad

Tolentino Ceballos: antiguo poblador y personaje de la ciudad
Fotos: Facundo Pardo.
Fotos: Facundo Pardo.

Tolentino Ceballos confiesa setenta y tres años y desde hace unos días es reconocido como un antiguo poblador de la localidad.

Durante la ceremonia que se realizó en la Escuela 273, en el marco del cumpleaños ciento veinte de la ciudad, cuando dijeron su nombre, los aplausos se esparcieron por el salón. Es que se trata no solo de un antiguo poblador, sino de un personaje de Bariloche. ¡Y ojo! Que lo de “personaje” no quiere sonar peyorativo, al contrario. Es una de esas personas que le brinda identidad a un lugar.

Con su sombrero, su pucho eterno colgando a media asta de sus labios, sus arremetidas verbales… No por nada cuando quiso tomar el micrófono durante la entrega de diplomas se lo escamotearon… Quien llevaba adelante la ceremonia sabía que si Tolentino se ponía a hablar la cosa podía estirarse hasta el amanecer. Pero, al menos, cuando pasó a recibir su distinción, aprovechó para sacar su viejo carnet de periodista y mostrarlo orgulloso.

Porque, a excepción de algún despistado, todo barilochense debe saber que Tolentino, más allá de ser el vendedor de huevos oficial de Bariloche (con parada en el barrio Belgrano, puntualmente en Videla 672), se presenta como “periodista y locutor”.

“Nací en Bariloche, acá arriba, en Fagnano y Ruíz Moreno, donde mi viejo, que era juez, tenía una propiedad”, dice mientras le da lumbre a un nuevo cigarro. Así, en cuanto a la distinción como “antiguo poblador”, considera: “Fue un reconocimiento al esfuerzo que hice”.

Y arremete con su historial: “Soy periodista internacional; estudié periodismo y locución en Bahía Blanca. Estuve en ATC ocho meses sin ganar un mango…”.

Después cita a varios países europeos, y habla de una oportunidad que le había salido en Córdoba para ir a trabajar en un canal de televisión, pero que la oferta “no valía la pena”, porque no era redituable. Es difícil seguir su derrotero oral… va y viene en el tiempo, mezcla situaciones, menciona a personas que el interlocutor desconoce… Pero, de la nada, salta la chispa en sus ojos y, modestia aparte, apunta: “Cuando me hacen reportajes a mí, venden ejemplares como agua”… Hay que explicarle, entonces, que el diario, ahora, se lee por Internet. 

A su lado, el sobrino, Gabriel Paillán, sonríe. Lo mira con respeto. “Es buena persona, trabajador”, aprecia, siempre con los ojos clavados en su tío, para luego añadir: “A donde va, lo conocen… Y está contento con lo que hizo en su vida”.

Tolentino retoma la palabra, menciona a su histórico carrito con el que vende huevos, pero también a un Peugeot 504 chocado que necesita reparación de manera urgente… Lo dicho, Ceballos va y viene en su exposición, y es complicado seguirle el ritmo… Por ahí señala que su padre se llamaba Víctor, para luego contar: “Mi nombre viene de su abuelo; ascendencia italiana”. 

Y, para finalizar, deja una frase que, si esta nota se comenzara a leer desde el final, también serviría de principio, es decir que este es un artículo circular, una historia cortazariana donde el inicio es el fin, y la conclusión, el comienzo, casi un rulo del tiempo… Porque lo que Tolentino dice es: “Estoy jubilado, vendo huevos, y tengo todos los papeles en regla… Así que lo voy a seguir haciendo”.

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