UN MISTERIO DE LA PATAGONIA REPLETO DE SOMBRAS

| 02/10/2021

Aniversario trágico: una lancha hundida, dos cuerpos a la deriva y un hombre que no aparece

Aniversario trágico: una lancha hundida, dos cuerpos a la deriva y un hombre que no aparece

“A mi hija la mataron.”

La sentencia pertenece a Isidoro Ramos, padre de Valeria, la guardafauna que el sábado 3 de octubre de 2009 fue encontrada muerta en el mar, tras haber zarpado el día anterior de Puerto Pirámides, como veedora, en una embarcación en la que iban el patrón de la lancha, Germán Ferreyra, y el reconocido fotógrafo Alberto Patrian, a quien también hallaron fallecido.

A Ferreyra, en tanto, nunca se lo localizó.

“Los primeros comentarios hablaban de que la lancha había sido partida al medio por una ballena… Pero cuando la sacaron del agua, a los pocos meses, se vio que no tenía nada. Queda la sensación de que la hundieron…”, manifiesta Isidoro, que tiene setenta y cuatro años.

Su esposa, María Figueroa, mamá de Valeria, afirma que se percibe “mucho miedo”.

“Todavía nada quedó en claro; hay mucho hermetismo”, dice la señora, de sesenta y ocho años.

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La mujer cuenta que su hija “apreciaba a Patrian”.

“Él hacía como veinte años que venía a sacar fotos, y conocía a los guardafaunas”, detalla.

Pero explica que Valeria recién se había embarcado por primera vez con el fotógrafo unos días antes.

En realidad, según señalan sus familiares, ella no debería haber subido a la embarcación como veedora.

“Para eso se necesitan ciertos requisitos”, explica Carmen, la hermana mayor.

“Valeria no sabía manejar una lancha, ni tampoco nadaba… No cumplía con varios de los puntos para esa función. Aparte, tenía que ir acompañada por un veedor de experiencia para que le enseñara”, recalca.

La mamá, en tanto, recuerda que la noche anterior a zarpar, Valeria –que tenía treinta años–, en la casa familiar de Trelew, recibió un llamado de su superior, Sergio Casin, quien le dijo que al día siguiente debía embarcar.

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“Por la mañana, salió temprano, para tomar el colectivo de las seis. Le dije: ‘Cuando desembarques, llamame’… Fue lo último que hablé con ella”, apunta la madre.

Luego llegó lo impensado: ese viernes, los padres no tuvieron noticias, pero, más allá de que no había telefoneado como pidió la mamá, como sabían que demoraría tres días en regresar, no se hicieron problema.

Pero el sábado Isidoro escuchó por la radio que estaban buscando una embarcación que el viernes no había regresado a puerto. Se trataba de “La Tanita”. “¡Ahí iba Valeria!”, soltó el hombre.

En esa misma jornada sabatina, fueron hallados los cuerpos de Valeria y Patrian.

Desde entonces, para la familia de la joven, la vida se transformó en una nebulosa.

Según cuenta la mamá, en aquel viaje debería haber ido otro guardafauna.

Luego, esa persona fue quien guió a unos pocos allegados de Valeria hacia un punto donde se podía divisar el sitio donde se desató la tragedia.

“Nos llevó a un sector de Puerto Pirámides, a la altura en donde se encontró la lancha, para que mi mamá tirara unas flores”, recuerda Carmen.

“Éramos familiares y amigos, y nos comentó que desde el mirador vio a ‘La Tanita’ junto a un gomón de Prefectura y a otra lancha, que no sabemos de quién era”, continúa.

“Cuando comentamos esto en el juzgado federal, ese guardafauna dijo que nosotros hablábamos a través del dolor, que fue nuestra imaginación, que no había dicho eso, y que se debía a su jefe”, sigue Carmen, y añade: “Fuimos varios los que lo escuchamos”.

Así, sobre ese hombre, considera: “Fue un ‘palo blanco'”. Cabe remarcar que esa es una manera de denominar a alguien que participa en una intriga o un montaje para engañar a otros, actuando como una fachada: desde un rol en apariencia secundario, cumple un papel fundamental, ya que sirve de distracción para que la acción deseada se concrete.

Un inconveniente personal de ese guardafauna –según lo que expresa María– habría propiciado que Valeria ocupara su lugar en aquella expedición luctuosa.

Otro tema que le hace “ruido” a la familia de la joven fallecida tiene que ver con movimientos en Prefectura: “Al poco tiempo, trasladaron a varios prefectos”, comenta Carmen.

Además, hay otra cuestión vinculada con esa fuerza: el celular de Valeria.

Carmen expone que le dijeron que habían encontrado el móvil en la orilla, y por eso estaba lleno de arena.

Un detalle: de acuerdo a lo que cuenta la hermana mayor, los cuerpos de la guardafauna y el fotógrafo se encontraron -distantes entre sí- a “unos cinco kilómetros de la costa”.

Eso hace que lo del teléfono fuera del mar suene extraño.

Aunque, por el estado en que lo vieron, sí parecía cierto que había permanecido en la playa. “Estaba lleno de arena”, dice Carmen.

Pero, después, otro prefecto cambió el discurso: “Afirmó que lo habían encontrado dentro de la campera que llevaba Valeria”, cuenta la hermana.

A todo lo dicho, se añaden datos que, a Carmen, le hicieron pensar que lo sucedido iba más allá de un accidente: “Cuando fui a reconocer el cuerpo, Vale parecía que recién hubiese fallecido, con el cuerpo flácido. Patrian, por su parte, tenía un brazo rígido, con una expresión muy fea en la cara, los ojos abiertos y derrames a los costados. Ella estaba golpeada, herida en el tabique, con un labio hinchado y sangre en su cabeza.  Además, en las fotos del expediente se ven hematomas de la rodilla para abajo, como si hubiera estado arrodillada sobre piedras o algo similar. Y cuando la velamos, que ya habían pasado varias horas desde que la encontraron, y el cuerpo comenzaba a tener otro color, vimos una marca de cuatro dedos en el cuello”.

Según manifiesta Carmen, cuando la encontraron, a su hermana le hicieron un examen mayormente superficial, donde declararon que había fallecido ahogada. “Es obvio que si estás en el agua en tus pulmones vas a tener líquido”, aprecia.

“Después de un mes logramos que se haga una autopsia”, informa, pero suspira: “Ya todo estaba putrefacto, y no se pudo sacar nada en claro”.

A la hora de bucear en las causas que motivan las dudas, Carmen cita otro dato significativo: “Valeria había comentado que Casin (su superior) no era buena persona, que había visto algo que no le gustó”.

Su mamá, en tanto, menciona que el patrón de la embarcación, Ferreyra, “tenía causas por tenencia de estupefacientes”.

“Y en Pirámides saben que vendía drogas”, añade.

Carmen, en tanto, opina: “Para mí, todo fue premeditado. La gente tiene miedo de hablar… Pero acá hay tráfico de drogas… Por lo que me contaron, eso lo hacen por mar… Incluso me dijeron que había un prefecto involucrado”.

Desliza la posibilidad de que el tema fuese más grande de lo imaginado, y deja entrever que las máximas autoridades chubutenses de ese momento pudieron estar involucradas.

Por otro lado, asevera que Ferreyra, para ella, “está vivo en algún otro país, quizá limítrofe”.

“De él no se encontró nada”, sostiene.

“Es como si nunca hubiera estado dentro de la lancha”, suma su padre, quien aún sueña con hallar la punta del ovillo que desemboque en la verdad sobre el destino de su hija.

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