FIESTA EN LO DE DOÑA AMELIA

| 31/08/2021

¡En Bariloche se soplaron 101 velitas!

¡En Bariloche se soplaron 101 velitas!

Carlos Adalberto Mazzocchi hace poco fue noticia porque recibió unas fotografías con el remitente de Fleet, condado de Hampshire, en Inglaterra, que consideraba perdidas para siempre.

Son imágenes tomadas con una cámara Yashica Reflex en Malvinas, y el rollo en el que estaban había quedado extraviado en el extremo sur.

Pero quiso el destino que Mark Willis, el soldado británico que lo halló, pusiera en Facebook algunas de las fotos, y eso derivara en un contacto con Carlos.

Aunque, más allá del carácter extraordinario de esa historia, por estos días, quien le roba protagonismo al excombatiente es su mamá, Amelia Escobar, quien nació el 27 de agosto de 1920, en el paraje de Coquelén, en la meseta patagónica… Sí, leyó bien, hace unos días, la señora cumplió 101 años.

Por eso, sin desmerecer el carácter de héroe de Malvinas de Carlos, los flashes ahora recaen sobre doña Amelia.

De quince hermanos, es la única viva.

Sus padres se dedicaban a la crianza de ovejas. 

Jorge Mazzocchi, en tanto, era gendarme, y le tocó en suerte ir a un puesto cercano al campo donde vivía Amelia.

Allí se conocieron, enamoraron y dieron inicio a la familia en común.

Luego partieron a Comallo, sitio al que trasladaron a Jorge.

Ahí nació Carlos, hace setenta y un años. Poco antes, había llegado el primogénito, al que bautizaron como el padre, Jorge.

Cuando Carlos había soplado tres velitas, un nuevo desplazamiento para el papá trajo a la familia a Bariloche, donde ya se quedaría.

“Siempre vivieron en forma humilde pero digna, y así nos criaron”, cuenta Carlos, al recordar su juventud, destacando la solidaridad que veía en sus padres, que cuando pasaban los recolectores de basura, o aquellos que barrían las veredas, preparaban rápido un sándwich y se los alcanzaban.

También rememora los días de campamento y pesca los fines de semana.

Cuando trae al presente aquellas imágenes, siempre aparece doña Amelia disfrutando de la vida, como lo sigue haciendo.

Aquella mujer que en las temporadas de verano trabajaba en el hotel Vuriloche, hoy mira los titulares de la tele y, ante lo que sucede en torno al COVID-19, se asombra por la cantidad de fallecidos, a la vez que se preocupa por la inseguridad.

“Antes se vivía más tranquilo y más sano”, dice, al ver las noticias.

Su mamá, abuela de Carlos y Jorge, era fanática de la limpieza, de tener las sábanas perfectamente almidonadas aun en medio del campo.

Y Amelia continuó el mismo sendero, por el que todavía transita, de una pulcritud extrema.

Esa señora, que de joven les hacía la ropa a sus hijos, y de niña recorría una legua a caballo para llegar a la escuela, hoy disfruta de su copita de vino tinto y brinda por haber dejado atrás ciento un añitos bien vividos… ni más, ni menos.

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