En todos los juegos olímpicos hay manifestaciones políticas. Es una oportunidad única de hacer visibles situaciones que de otra manera pasan desapercibidas. Por ello algunos participantes no dejan pasar la ocasión para mostrar sus convicciones. Esto no está bien visto por el Comité Olímpico Internacional (COI) que no duda en sancionar estos actos, incluso retirando las medallas obtenidas.

La estadounidense Raven Saunders acababa de ganar una medalla de plata en lanzamiento de bala femenino. Cuando subió al podio cruzó sus brazos sobre su cabellera verde y púrpura formando una X, letra que identifica la lucha del colectivo LGTB, “la intersección donde se encuentran todos los oprimidos” según sus propias palabras.

La Carta Olímpica, en su regla 50.2 dice que “no se permitirá ningún tipo de manifestación ni propaganda política, religiosa o racial, en ningún emplazamiento, instalación u otro lugar que se considere parte de los emplazamientos olímpicos”. A raíz de este hecho se inició una investigación.

Luego de la ceremonia de premiación justificó su acción: "quería dar luz a toda la gente del mundo que lucha y que no tiene una plataforma para hablar por sí misma", “Soy una mujer negra, homosexual, y hablo de salud mental. Tengo depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático. Así que para mí esto supone una intersección”, “Esta medalla es más grande que yo, porque no es solo para mí, sino para toda una comunidad. Para que no tengamos miedo de ser nosotros mismos”. Unas horas después su madre murió en Orlando mientras festejaba el triunfo de su hija. El COI decidido no sancionarla.

Antes de cerrar por un tiempo sus redes sociales mandó un último mensaje: “Si estás sufriendo mentalmente, no importa quién seas y dónde estés: te veo, estoy luchando por ti. Necesito que luches por ti mismo. Encuéntrate conmigo en la X”.