Pasada la medianoche de este martes 15 de junio, comenzaba a correr la mala noticia, el fallecimiento de Gladys Castillo, la querida cafetera de todos.

Su partida nos lleva a muchos barilochenses a nuestra juventud porque cada madrugada, ubicaba su carrito de comidas en la salida de un boliche céntrico para esperar a sus potenciales clientes. También durante años llegaba a la terminal de micros, ofreciendo lo que había elaborado en su hogar durante la madrugada.

Todos le compraban un rico café o las famosas tortas fritas con jamón pero eso no era todo. Lo más hermoso que daba a cada cliente, no tenía precio y eran sus consejos. Siempre sonriente y dispuesta a escuchar las desilusiones de amor o los fracasos laborales dando a cambio, palabras de aliento.

Con esa mirada melancólica y cargada de amor, iba sirviendo cada vasito de café. Solo abandonaba su puesto de trabajo para intervenir físicamente en las peleas que se ocasionaban, como haría una madre con sus hijos.

Claro que se la va a extrañar y tuvo que partir para que muchos nos diéramos cuenta de lo importante que fue en una etapa de nuestras vidas. Hasta siempre Gladys querida y gracias por tanto cariño.