A DOS MESES DE LA MUERTE DEL JOVEN QUE FUE ATROPELLADO POR MATÍAS VÁZQUEZ

| 28/04/2021

Por primera vez, el testimonio de la hermana de Lucas Caro

Por primera vez, el testimonio de la hermana de Lucas Caro

“Quedaron tantas cosas pendientes”, señala Agustina, la hermana menor de Lucas Caro, el adolescente que murió en los primeros instantes del 28 de febrero, al ser atropellado por Matías Vázquez en la avenida Bustillo.

“Esa noche, mamá me llamó gritando… Lo único que decía era: ‘Lucas tuvo un accidente’. Se me cayó el mundo por completo”, cuenta.

En ese contexto, la chica pensaba insistentemente: “A mi hermanito no le pasó nada”.

Su madre, Verónica, acompañada por la tía de Lucas, Andrea, fue al lugar donde el muchacho había quedado desplomado.

Más tarde, Andrea telefoneó.

Atendió la abuela materna, Rebeca, que vive en el mismo terreno y acompañaba a los nietos que se encontraban en la casa.

Los cuatro hermanos: Santiago, Agustina, Lucas y Fernando.

A la tía le tocó transmitir la peor de las noticias: el joven había fallecido.

“Ahí, se fue una parte de mí”, rememora Agustina, sobre el momento en que le comunicaron la desgracia.

“Lucas fue mi héroe”, afirma, para luego apuntar: “Hemos pasado tantas cosas juntos… Tengo un dolor en el pecho que jamás se irá”.

Agustina cumplió dieciséis años el 25 de marzo.

Es decir que aquella medianoche fatídica, cuando el sábado 27 de febrero expiraba para transformarse en el domingo que marcaría a fuego a la familia, todavía tenía quince.

Cabe recordar que Lucas había soplado diecisiete velitas en diciembre.

La diferencia de edad entre ellos era poca, por eso la chica lo recuerda como un “hermano mellizo”, a pesar de que no lo era, claro. 

“Mataron a mi mellizo, mi ángel”, sostiene entonces.

Lucas y Agustina, de pequeños.

Lo recuerda como el único que la conocía tanto como para darse cuenta si se sentía mal, aunque ella no dijera nada.

“Lucas era una persona hermosa, con muchos sueños”, asevera.

Para Agustina, el muchacho, “era el pilar de todos”.

“Cada día me pongo a pensar: ¿Por qué a él? ¿Por qué justo se fue él?”, manifiesta.

Al recordar la pérdida, surge el nombre de Matías Vázquez, el conductor que atropelló a su hermano.

“Tendría que estar en la cárcel, pudriéndose, pero se encuentra en su casa”, protesta.

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Puro cariño.

“Lucas era mucho para esta vida, una persona de oro…”, asegura.

Asimismo, recuerda su modo de disfrutar la existencia, aquella que nadie imaginaba que quedaría trunca tan pronto.

“Tenía muchos sueños para cumplir con la novia (Aymará)”, remarca Agustina.

Y rememora: “Lucas iba a ingresar en la fuerza”. Hace unos días, justamente, la mamá de Aymará, Claudia Blasi, contó que su hija y el joven pensaban viajar a Buenos Aires para estudiar, ya que, mientras ella quería seguir abogacía, él deseaba ser gendarme.

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Salida a la nieve. Verónica y Luis con tres de sus hijos: Santiago, sentado; Agustina, arrodillada; detrás, de pie, Lucas.

Agustina, atiborrada de dolor, arremete: “Llegó el día en que me lo sacaron de la vida, y solo porque Matías Vázquez venía borracho”.

Y comienza a dirigirse en forma directa a quien conducía el vehículo: “Aparte de atropellarlo, dejarlo como un perro… qué bonito lo tuyo…”.

“No porque seas de plata y tengas ‘gente pesada’ nos vas a ‘pasar’”, arroja.

“No conocés la palabra ‘humilde’”, sentencia.

“No diste la cara, ni pediste perdón… Solo destruiste a toda una familia, mientras vos disfrutás a la tuya”, continúa, para luego cuestionar el accionar legal: “No entiendo por qué la justicia es así, ¿solo porque él tiene plata?”.

En ese punto, habla del acusado y sus allegados, dando a entender que cuestiones externas pueden haber influido sobre la decisión judicial de que Vázquez aguarde el juicio en reclusión domiciliaria, en vez de en la cárcel: “¿Es solo porque son personas de poder?”, se pregunta la joven.

“Como nosotros somos pobres, nos ven como animales; la verdad, no entiendo por qué son así”, declara.

“A la justicia le importa un carajo si hay una familia destruida, total él está bien, con la suya, disfrutando a sus hijos”, opina.

Nuevamente, se saltea a cualquier interlocutor para hablarle a quien atropelló y mató a su hermano, como si lo tuviera frente a ella: “¿Por qué sos así, Matías Vázquez? Tené un poco de humildad y hacete cargo de lo que hiciste, pagá las consecuencias”.

“Solo pido eso, porque ya nadie va a devolverme a Lucas, no voy a poder abrazarlo más, ni decirle ‘te quiero, hermanito’, porque lo sacaron de mi vida, ya no está conmigo”, suspira.

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Agustina y Lucas, siempre unidos.

“Nada ni nadie podrá ocupar su lugar”, aprecia, para después proclamar: “Era mi luz”.

“Me arrancaron una mitad, y eso ya no tiene arreglo”, pronuncia.

Ahí es cuando cita una de las cosas pendientes que se mencionaron al comienzo de esta nota: “Cuando él cumpliera años, íbamos a viajar… pensábamos realizar un viaje de hermanos”, revela.

Y, si en algún momento le habló directamente a Vázquez, ahora se dirige al cielo, para saludar y garantizar: “Te amo, hermanito… No sabés cuánto te extraño”.

“Descansá en paz, mi ángel”, exhala, a modo de corolario.

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