ENTREVISTA A LA ESPECIALISTA STELLA CUEVAS

| 04/04/2021

“Olores fantasmas”: las alteraciones que provoca el COVID-19 en el olfato

Daniel Pardo
“Olores fantasmas”: las alteraciones que provoca el COVID-19 en el olfato

Cada vez son más los casos de personas que, luego de haber atravesado el COVID-19, manifiestan experimentar una distorsión o pérdida del olfato. Alguien puede estar tomando café y sentir el olor a neumático quemado, por ejemplo. O comer una carne que se ve sabrosa, pero el sabor es similar a las rabas. También se detectaron casos de personas que registran un olor que no está presente en el ambiente.

Stella Cuevas es médica otorrinolaringóloga, experta en olfato (MN: 81701), contó que hubo pacientes que recuperaron el olfato antes del alta epidemiológica. Otros lo hicieron de forma parcial, “y hubo un grupo que debió atravesar un capítulo vinculado a las alteraciones cualitativas”, comentó Stella en el programa radial GPS que se emite en El Cordillerano Radio.

“La anosmia es una alteración cuantitativa del olfato y es uno de los síntomas cardinales de los pacientes con coronavirus. El contagiado pierde el olfato de manera abrupta, repentina”, apuntó.

Por otra parte, la especialista señaló que la parosmia es la alteración cualitativa en la percepción de los olores y la fantosmia, un trastorno que lleva a una persona a percibir “olores fantasmas”, aromas que no están en el ambiente.

Recordó una experiencia muy particular que le tocó vivir con una paciente. “Me dijo que sentía olor a jazmín y le dije que, dentro de todo, eso no estaba tan mal”, contó. Pero la respuesta la impactó. Le comentó que ese aroma le recordaba al cementerio y a su madre que había muerto de COVID-19. “Es que los olores evocan recuerdos de lugares, situaciones y personas”, apuntó y agregó que no se huele con la nariz, sino con el cerebro.

Stella comentó que a raíz de la pandemia la gente comenzó a considerar un sentido que históricamente estuvo infravalorado. “Es un sentido complejo, misterioso, maravilloso y necesario para la vida cotidiana ya que te permite detectar si hay presencia de gas o humo”, dijo.

Muchas veces como el sabor está alterado, personas que pasaron por el COVID-19 dejan de comer. O sienten un sabor muy fuerte que provoca estado nauseoso, generando vómitos. “El olfato es beneficioso en la vida, los pacientes se sienten frustrados cuando lo pierden”, aseguró.

La falta de olfato tiene tratamiento y se puede entrenar. El primer paso es hacer un tratamiento médico porque -explicó- se necesita recuperar el receptor que se dañó en el paciente. Como la célula dañada es reemplazada, “damos antioxidantes para que pase el aire, los olores y no haya en el camino nada que lo entorpezca”. Para eso se utilizan complejos vitamínicos, vitamina A, D, té rojo, té verde, semillas. Y luego, una olfatometría. El último paso es la rehabilitación a través de ejercicios con olores.

Daniel Pardo

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