El cincuentenario se cumplió el 30 de marzo, según familiares compartieron con El Cordillerano. Llevó los paisajes cordilleranos a la primera línea de la escena nacional.

Cumplimos medio siglo sin “el pintor de la nieve”. En efecto, según sus familiares tuvieron la deferencia de compartir con El Cordillerano, el 30 de marzo de 1971 dejó de existir Américo Panozzi, gran artista que desde 1921, residió en Bariloche. Desde aquí, trascendió hacia los primeros planos de la pintura argentina e introdujo los paisajes de la zona en la escena pictórica de Buenos Aires. Con una de sus obras, obtuvo en 1926 el Primero Premio del Salón Nacional.

En nuestros días, recibe permanente homenaje a través de la sala que mantiene la Delegación Zona Andina de la Secretaría de Cultura, en el Centro Administrativo Provincial. También lleva su nombre una breve arteria céntrica, que flanquea las instalaciones de la Policía de Río Negro en el Centro Cívico. Panozzi vino al mundo el 1° de febrero de 1887 en Buenos Aires y cuando tuvo edad, comenzó sus estudios en la Academia Nacional de Bellas Artes, de donde egresó con el título de profesor nacional de Dibujo y Pintura en 1915.

Fue pintor y grabador. Gracias a becas, realizó viajes de estudio por Europa y según informan galerías de arte, “los ambientes alpinos se convirtieron en su debilidad”. Conoció Italia, Francia, España, Alemania, Bélgica, Austria y Checoslovaquia, hasta que, en 1921, se instaló en Bariloche, “donde se enfocó en la pintura de paisajes”. Por entonces, contaba con 34 años. Antes de radicarse aquí, había participado de los Salones Nacionales de 1911, 1918 y 1920.

A pesar de las distancias y la precariedad de los medios de comunicación de entonces, continuó presente en las más importantes citas del arte argentino, a tal punto que en 1926 ganó el Primer Premio del Salón Nacional con “Mañana de invierno”, un óleo que permanece en el Museo Nacional de Bellas Artes y que, precisamente, reproduce con bucólica precisión una vivienda nevada.

Luego de la consagración, Panozzi continuó con sus participaciones y también estuvo presente en muestras colectivas. En 1952 y 1953, participó a través de sus trabajos en la exposición “La pintura y escultura argentina de este siglo”, que se llevó a cabo en Buenos Aires. Según Juan Martín Biedma, “este paisajista argentino […] es por antonomasia el pintor de la nieve. Tuvo una retina especialmente sensible para captar los matices del blanco y del gris, en sus nevados y nocturnos”.

Para el autor de “Crónica histórica del lago Nahuel Huapi” (Editorial Caleuche – 2003), “la belleza de sus óleos abrió la ruta pictórica de los paisajes sureños”, a tal punto que se ganó un apodo hermoso, precisamente: “el pintor de las nieves”. Quizá no fuera el primero que introdujo a las bellezas barilochenses en un lienzo, pero seguramente sí se convirtió en el primer artista en lograr con sus obras notable repercusión.

"Mañana de invierno"

Además de las incursiones que ya mencionamos, Panozzi expuso en las ciudades más importantes de la Argentina y hay trabajos suyos en museos provinciales de Mendoza, Córdoba, Gualeguaychú y también, en el Nacional de Bellas Artes, según ya destacamos. El pintor se casó aquí en 1925 con Elsa Ruggli y tuvo cuatro hijos. Vivió mucho tiempo en Gallardo 661, en una casa que se declaró monumento histórico municipal.

La historia chica del pueblo indica que cuando los vecinos obsequiaron un diploma a Carlos Wiederhold como fundador de la localidad, el pincel de Panozzi sumó la ilustración. Aquella celebración tuvo lugar en 1925, con la organización de Primo Capraro. Biedma cita a Miguel Ángel Cornaglia para traer a colación que “junto a Panozzi, otros pintores de jerarquía ya desaparecidos fueron Reynaldo Antúnez, Armando Larochette, José Evaristo Repossini y Tom Maes”.

Una publicación que data de 1937 y lleva la firma de Julio Díaz Usandivaras, incluye párrafos críticos hacia una exposición de Panozzi: “sigue, este admirable captador de los copos de nieve, interpretando los paisajes blancos de las regiones del sud argentino con su delicada maestría y su delicado gusto estético. Pisando en un terreno firme, que mucho conoce y cuyos ambientes domina como ningún pintor argentino, hace pie en él, y repechado la cuesta del camino a tiempo trazado, asciende y asciende dentro de su propia y permanente orientación, encontrando motivos cada vez más amables y sugestivos”.

Panozzi también expuso en Bariloche y estudiosos de la historia local del arte, le adjudican gran responsabilidad en el surgimiento de un grupo dinámico de artistas que se integró con varios nombres de relevancia. Además, el “pintor de las nieves” supo transmitir su arte: fue profesor en la Escuela de Adultos N° 2 hacia 1952. Como dijimos en El Cordillerano cinco años atrás, las autoridades de Cultura todavía nos deben una retrospectiva suya.

Adrián Moyano