“ENEMIGO AL ACECHO” A DOS DÉCADAS DE SU ESTRENO

| 03/03/2021

Cómo fue en realidad la trabajosa muerte del mayor König

Adrián Moyano
Cómo fue en realidad la trabajosa muerte del mayor König

Si bien es verdad que el francotirador alemán perdió el duelo con su contrincante soviético, el desenlace histórico se urdió de manera diferente al que plantea la película.

El desenlace último de “Enemigo al acecho” (ver aparte) coincide con el que se dio en la realidad entre las ruinas de Stalingrado, pero la sucesión de acontecimientos fue ligeramente diferente. En la ficción que planteó Jean-Jacques Annaud, el comisario político Danílov (Joseph Fiennes) tiene el corazón roto porque sabe que Tania Chernova (Rachel Weisz) y Vasili Záitsev (Jude Law) están enamorados, en desmedro de sus propios sentimientos.

Además, supone muerta a la joven, que cayó gravemente herida al intentar el cruce del río Volga. Entonces, para que su camarada pueda detectar la posición del francotirador alemán (Ed Harris), Danílov levanta con imprudencia la cabeza y en el acto, recibe el impacto en el medio de la frente. Como el mayor König supone que ultimó a su rival, sale de su escondrijo y se expone, con consecuencias fatales.

La versión real del duelo fue narrada por su protagonista soviético en “Memorias de un francotirador en Stalingrado”, con edición en castellano de 2014 (Crítica-Planeta). Puede contrastarse la trama que plantea la película con los acontecimientos tal cual sucedieron, aunque vistos a través de la óptica del cazador de los Urales. El fin de König fue muy parecido al que plantea el film, aunque con ribetes diferentes.

“Al tercer día de vigilancia, el comisario político Danílov nos acompañó a Kúlikov y a mí hasta la posición. La mañana comenzó como de costumbre: la oscuridad se disipó y a cada minuto los emplazamientos enemigos se hicieron más visibles. Se produjo una escaramuza en las cercanías. Los obuses silbaron por el aire, pero nosotros permanecimos pegados a nuestras miras, siguiendo los movimientos que se producían delante de nuestra posición”, escribió Záitsev.

Señuelos

Los soviéticos sabían que König estaba al frente, pero no dónde. “¡Ahí está! Os lo señalaré”, gritó el comisario político. Entonces, “Danílov se alzó por encima del borde de la trinchera y en medio segundo, nuestro oponente tuvo tiempo para disparar una bala. Por suerte, el disparo solo hirió a Danílov”, celebró su camarada. Aun después de ese acontecimiento, hizo falta otra triquiñuela para que el alemán cayera.

La contienda se dirimió al día siguiente de la herida que sufriera el comisario político. Otro compañero de Záitsev montó un simulacro. “Kúlikov se quitó el casco y lo levantó despacio, tentando una finta que solo un francotirador experimentado es capaz de ejecutar de forma creíble. El enemigo disparó, Kúlikov se puso en pie, gritó y se desplomó”. El mayor alemán debió sentirse victorioso.

Para constatar su éxito, “asomó la cabeza por detrás de la plancha de hierro” que le había servido de escondite durante días. “Apreté el gatillo y la cabeza del nazi desapareció. La mira de su rifle estaba inmóvil y seguía soltando destellos bajo la luz del sol”, según la narración del vencedor. Por la noche, durante un ataque general contra las líneas alemanas, Záitsev y Kúlikov ubicaron su cadáver.

Los soviéticos se quedaron con la documentación y el fusil del mayor König. Pero no tuvieron demasiado tiempo para festejar: al día siguiente debieron conformar un cuerpo de francotiradores para repeler un ataque alemán en otro sector, varias veces superior en número. En la realidad, Záitsev no tuvo tiempo de interiorizarse sobre la suerte de Tania Chernova.

Adrián Moyano

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