02/02/2021

Los tóxicos

Estos son algunas de las personalidades tóxicas más comunes que solemos encontrar en todos los ámbitos donde nos movemos:

¿Qué le sucede a la persona que se burla de los demás? Si, por ejemplo, el otro se cayó, se ríe a carcajadas porque en el fondo piensa: “Eso te pasó a vos; a mí, no”. El burlador cree que es mejor que los demás, pero lo expresa de manera indirecta.

El descalificador usa frases tales como: “Muy linda tu charlita, Bernardo”; o: “Muy lindo tu librito”. Porque necesita achicar el mérito ajeno.

El que roba mérito dice: “¿Vos subiste un video en el canal? ¡Lo subiste gracias a mí! Si yo no te ayudaba, no lo lograbas. ¿Querés que te aplauda?”. Muchos jóvenes sufren esta actitud de sus propios padres: “¿Aprobaste? Es tu obligación y, después de todo, cualquiera lo hace”.

El criticón ve detalles que otros no ven y nunca está conforme con nada: “Por favor, poné el celular más hacia el costado porque el cuadro me distrae”. En realidad, necesita buscar algo afuera para expresar su frustración. Una cosa es corregir, proponer o mentorear; y otra cosa es criticar por criticar.

El pasivo-agresivo habla inteligentemente, pero con indirectas o ironías, lo que comúnmente llamamos “pataditas”: “Mmm... parece que nadie tiene ganas de cocinar en esta casa hoy”.

¿Qué deberíamos hacer frente a los tóxicos?

Fundamentalmente, construir una caja de recursos internos y aumentarla para no engancharnos con ellos y ser afectados por lo que hacen o dicen. Esta son algunas técnicas de asertividad que podemos utilizar frente al ataque de un tóxico, ya sea que se trate de alguien conocido o de un desconocido:

-Ignorarlo. Hacer de cuenta que no escuché y cambiar de tema.

-Reírse de uno mismo. Si alguien me dice, por ejemplo: “Me parece que se te está cayendo el pelo”, puedo responderle: “No, me está creciendo la cara”. Esto lo desarma por completo.

-Ser asertivamente irónico: “¿Vos sos tonto?”. “¡Qué inteligente! ¿Cómo te diste cuenta?”. Esto también echa por tierra su objetivo de afectarme.

-Hacer uso de monosílabos del tipo: “ajá”, “mmm”, “¡wow!”.

-Mencionar una frase ridícula o incoherente. Si alguien me agrede, puedo decirle: “En la montaña, observá el sol… pero el sol se detiene. Pensalo”. ¿Qué le dije? Una gran tontería que se me ocurrió en este momento. O combino dos dichos: “Tanto va el cántaro a la fuente… que dos volando”.

Y, sobre todo, siempre debemos fijarle un límite: “Por favor, no me hables así que no me gusta”. Alejandra y yo solíamos hacerlo con nuestras dos hijas cuando eran pequeñas, y es una excelente técnica para enseñarles a nuestros hijos, cuando los agreden, para prevenir el bullying en la escuela (por supuesto también contárselo a los padres y a la maestra).

Lo importante con los tóxicos que tanto abundan, tanto de manera presencial como virtual por estos días, es no reaccionar mal, no enojarnos y responder con la misma moneda. Es decir, no caer en su juego que consiste en buscar placer al hacer sentir mal al otro. En algunos casos, y siempre que sea posible, tendremos que optar por mantenernos alejados de ellos.

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