LA DANZA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

| 05/01/2021

Folklore sin barreras

Christian Masello / Fotos: Fabio Hernández
Folklore sin barreras

Desde hace un mes y medio, en la zona que rodea al Velódromo, por el lado de la calle Nueva Constitución, los lunes a las 18, un área se transforma en un salón de baile folklórico al aire libre, con clases “a la gorra” que dicta Lucio Ovejero.

“La gente me pedía que volviera”, afirma Lucio, que también menciona una realidad ineludible que lo llevó a retornar con las clases, aunque, ahora, sin estar encerrado entre cuatro paredes: “Necesitaba trabajar”.

“Los lugares en los que realizaba mi actividad cerraron por la pandemia, incluidos dos jardines de infantes, el Panda y el Del Sol, donde enseñaba a los nenes”, explica.

Ante ese panorama, retornó a una afición de años: la cocina.

Comenzó a elaborar y vender pastas.

Fue una salida momentánea.

Luego, con eso no alcanzaba.

“Tuve que ver qué hacía… fue entonces cuando se me ocurrió esto”, señala.

“Me pasa lo que a todos, debo pagar el lugar donde vivo y tengo que comer… y, por suerte, surgió lo de venir acá”, apunta.

Lucio es tucumano. La semana próxima se cumplirán veinte años de su llegada a Bariloche. Casi la mitad de su vida la pasó en esta ciudad, donde aprendió a bailar folklore.

Siempre le había gustado la danza, y hace doce años se atrevió a estudiar.

Se tomó tan en serio el camino emprendido, que, ante la insistencia de conocidos que le pedían que les enseñara, siete años atrás pasó al otro lado del salón y se convirtió en profesor.

“Hoy en día, para mí, el folklore lo es todo”, comenta.

En la actualidad, ante el presente particular marcado por el COVID-19, manifiesta que dar clases a la intemperie “es muy lindo”.

La gente muestra que la propuesta le agrada, ya que, cada lunes, entre veinte y treinta personas se reúnen a danzar.

Difunde la información por Facebook, pero, además, el dato se pasa de boca en boca (aunque, en estos tiempos, con barbijo…), y cada vez se suman más concurrentes.

En cuando a la edad de quienes asisten, dice que, si bien en general hay mucha gente grande, también se ven chicos de alrededor de dieciséis años.

Para los que tienen dudas sobre practicar la actividad, por miedo al coronavirus, Lucio indica que, en general, en el folklore las manos solo se tocaban en algún momento del baile como “una forma de galantería” del hombre hacia la mujer, y eso es lo único que, en estos momentos, no se puede hacer. “Las personas, mientras bailan, están a unos dos metros una de otra”, sostiene.

La gente respondió tan bien a la propuesta, que piensa agregar otro día a estas clases al aire libre, aunque en un lugar distinto. Si bien no sabe dónde, especula que quizá sea frente al Centro Cívico, donde, además del público local, podrían añadirse turistas.

Christian Masello / Fotos: Fabio Hernández

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