CASO MICAELA

| 11/11/2020

Hay líneas de investigación que no se agotaron, dice la defensa

Mariano Colombo
Hay líneas de investigación que no se agotaron, dice la defensa
Angélica Roxana Paine, al momento de ser formalizada por el homicidio de Micaela.
Angélica Roxana Paine, al momento de ser formalizada por el homicidio de Micaela.

Poniendo énfasis en la necesidad de realizar nuevas pericias que reforzarían una teoría del caso diferente a la acusación, la defensa oficial de Angélica Roxana Paine, requirió una nueva prórroga en la etapa de investigación del crimen de Micaela Bravo. El plazo se estiró hasta febrero del año próximo para intentar vincular una huella genética hallada debajo de una uña de la víctima, con un hombre que eventualmente pudo haber participado del hecho.

El defensor oficial Marcos Cicciarelo reclamó una nueva prórroga para completar una serie de medidas probatorias que ayudarían a sostener la teoría del caso que planteará la defensa con la idea de librar de la acusación a Roxana Angélica Paine.

En abril de 2019, la fiscal Betiana Cendón había logrado sentar en el banquillo a Angélica Roxana Paine (49), atribuyéndole la responsabilidad por el crimen de Micaela Bravo, uno de los tantos que ocurrieron en marzo de 2016 y conmocionaron a la ciudad. Fue un gran paso adelante porque la investigación por lo ocurrido con la joven, había naufragado hasta ese entonces demandando una enorme tarea investigativa de la fiscalía.

Más adelante la defensa obtuvo una prórroga apuntando que la emergencia sanitaria por el COVID-19 le había impedido completar su investigación y ahora, cuando la instancia de control de acusación estaba al alcance de la mano y el juicio oral y público asomaba como posible y próximo, el defensor argumentó que trabajaba en la recolección de determinadas pruebas que demostrarían que su asistida no participó en el hecho y reclamó una nueva extensión del plazo para completar una serie de pericias. Así, el plazo se estiró hasta el 11 de febrero de 2021.

Aunque fiscalía y querella estaban en condiciones de llevar el caso a la etapa de control de acusación y requerir la habilitación del juicio oral y público contra Paine, se concedió un nuevo plazo a la defensa.

El mes de marzo de 2016, marcó a la ciudad por varios acontecimientos impactantes. El femicidio de Ruth Sagaut, el crimen de Natalia Báez y la inicial desaparición de Micaela Bravo, entre ellos. Y fue justamente el caso por el crimen de Micaela, el que más tardó en comenzar a resolverse.

Es que inicialmente la investigación a cargo del entonces fiscal Eduardo Fernández naufragó sin hallar elementos importantes que permitan arrojar luz sobre lo ocurrido. Más tarde tomó el caso la fiscal Cendón, quien trabajó arduamente en la recolección de elementos hasta que pudo acusar formalmente a Paine, por el homicidio simple de Micaela Bravo, su nuera.

Las claves para empezar a torcer la historia, fueron una serie de pericias realizadas a partir de un allanamiento de carácter científico que se realizó en el domicilio de Paine, en el barrio 2 de Abril, durante el año 2018 y otras evidencias del mismo tenor previas, que aportaron un sinfín de elementos indiciarios sobre los que la fiscalía y la querella, sustentan su acusación.

Al momento de formular cargos contra Paine, Cendón detalló más de ochenta declaraciones testimoniales recogidas en el expediente, actas de diversos procedimientos policiales y pericias científicas que aportan varios elementos de relieve. Por ejemplo, la existencia de nueve pelos en las manos de Micaela, cuyo ADN señaló que le pertenecían a Paine, lo que revela una maniobra defensiva.

Además, hubo coincidencias entre unos restos plásticos hallados en el pantalón de la víctima y junto al cadáver, con otros recolectados de un carro que se le secuestró a la acusada, un cuchillo y plásticos que rodeaban la huerta en su domicilio. Como en otros casos de relevancia, fue vital la participación pericial del investigador Rodolfo Guillermo Pregliasco.

Pero la defensa se aferró a un elemento genético colectado debajo de una de las uñas de la víctima. Se trata de un cromosoma Y, que únicamente se encuentra en el perfil genético de un hombre. En ese sentido, el defensor planteó la necesidad de realizar un cotejo con dicho elemento para intentar establecer la identidad de otro eventual partícipe del crimen.

En ese sentido la defensa se esfuerza por vincular dicho elemento con el perfil genético de algunos sujetos que inicialmente estuvieron sospechados de haber estado involucrados en el hecho y que inclusive en algún momento sufrieron allanamientos para intentar encaminar la pesquisa.

Mariano Colombo

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