01/10/2020

El asesinato de Miguel Garnica: un caso alevoso y sin precedentes en la historia local

Mariano Colombo
El asesinato de Miguel Garnica: un caso alevoso y sin precedentes en la historia local
Aníbal Chavez Aguilar.
Aníbal Chavez Aguilar.

Con la captura de uno de los sospechosos, Víctor Alfonso Tecas Vera, vuelve a la memoria el crimen de Miguel Garnica, quizás uno de los más cruentos y alevosos de los que se tenga registro en la historia reciente de la ciudad.

Todo ocurrió a partir de la tarde del 29 de enero de 2015, en una vivienda de la calle Michay al 600 del barrio Eva Perón. En ese lugar, que habitaban varios integrantes de la familia Chávez Aguilar, Miguel Garnica fue ultimado de manera artera y luego enterrado en una letrina que los autores del hecho cubrieron con una pluralidad de elementos.

Maximiliano Bascur buscó a Miguel Garnica y lo invitó a una supuesta celebración en el domicilio de los Chávez Aguilar. Ya en el lugar, Paul Chávez Aguilar tomó a Garnica del cuello y lo hizo ingresar al predio. Se encontraban para entonces dentro del terreno Aníbal Chávez Aguilar, Teresita del Tránsito Aguilar Leuquen, entre otros familiares y conocidos, incluso menores de edad.

Las personas nombradas, en convergencia intencional y acuerdo de voluntades, en la creencia de que Miguel Alejandro Garnica había participado en la agresión armada que se cometió en fecha 15 de septiembre del año 2014 en contra de Segundo Eduvino Aguilar Leuquen (hermano de Teresita), retuvieron a Garnica y en venganza de tal sospecha lo mataron.

Maximiliano Bascur golpeó a Garnica con una pala desde atrás, posiblemente en la cabeza, y cuando la víctima estaba en el piso, tanto Bascur como Paul y Aníbal Chávez Aguilar, para consumar el objetivo que tenía el grupo familiar, dispararon armas de fuego en contra de la víctima en tres oportunidades. Garnica para entonces se encontraba en total estado de indefensión.

Una de las armas utilizadas era calibre 38. Un disparo ingresó en el brazo derecho de Garnica, otro en el tórax a nivel de 5° y 6° espacio intercostal izquierdo y otro en la cabeza, lo que produjo el deceso de la víctima.

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Teresita Aguilar Leuquen, mientras esto ocurría, alentaba a los autores materiales y además recomendaba hacer desaparecer el cadáver. En esas circunstancias Teresita Leuquen les indicó a sus hijos (Aníbal y Paul) que ocultaran el cadáver en la letrina familiar ubicada en el predio, pues allí nadie lo encontraría. Además personalmente Teresita asumió la función de “campana” pues permanentemente vigiló el tránsito de la calle en miras a evitar ser descubiertos por la policía.

Luego los imputados ataron el cadáver de Garnica con un cable coaxial, lo envolvieron en las bolsas de nylon que había adquirido el menor en la despensa de la esquina y utilizaron también cinta de embalar.

Posteriormente, los imputados, con la colaboración de Víctor Tecas Vera -quien también estuvo presente y había llevado palas al domicilio sabiendo lo que iba a ocurrir-, destruyeron y quemaron la parte externa de la letrina, cavaron en la misma e introdujeron allí el cadáver de Garnica al cual cubrieron con cemento fresco, luego agregaron basura y finalmente taparon el lugar con tierra.

El nivel de prolijidad con el que actuaron fue descubierto varias semanas después de la ocurrencia del hecho luego de dos allanamientos negativos, cuando los investigadores decidieron muñirse de un retroexcavadora, para buscar el cadáver. Así lo encontraron en avanzado estado de descomposición y con el cemento amoldado al cuerpo.

En esos procedimientos, las autoridades también lograron dar con tres revólveres calibre 38. Un peritaje balístico permitió confirmar que con uno de ellos se había descerrajado el disparo mortal contra Garnica.

Durante el juicio desarrollado en 2017, Maximiliano Bascur y Aníbal Chávez Aguilar fueron condenados a prisión perpetua. Teresita Aguilar Leuquen recibió doce años como partícipe secundaria, mientras que Paul Chávez Aguilar admitió su culpa en juicio abreviado y recibió una pena de nueve años de prisión. También por el caso fue condenado un joven que al momento del hecho era menor de edad. Inicialmente fue declarado responsable por el delito de encubrimiento, por haber aportado a la causa al comprar las bolsas con las que ocultaron el cadáver, y al alcanzar la mayoría de edad se le impuso una pena de dos años y seis meses de prisión en suspenso.

 

Mariano Colombo

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