14/09/2020

El lanzador satelital en el marco de un desarrollo autónomo

Por Silvina García Larraburu

Estamos construyendo la Argentina del futuro. Un país en donde la ciencia y la tecnología vuelven a posicionarse como política de Estado, bajo la premisa que el crecimiento nacional solo es posible si introducimos conocimiento y valor agregado local.

En este marco, el Plan Espacial Nacional ocupa un lugar preponderante. Muestra de ello es la reciente puesta en órbita del SAOCOM 1B. Junto a Japón somos las únicas naciones que actualmente poseen satélites con un radar que opera en banda L, que brinda nueva información sobre nuestros recursos naturales y permite optimizar el desarrollo productivo nacional, como también aporta datos para la gestión de emergencias y el control de nuestras fronteras, entre muchas otras utilidades.

A fin de completar el ciclo de la tecnología satelital, es fundamental que se materialice el Proyecto Tronador III y contar con un lanzador propio que garantice la soberanía plena en un área geoestratégica. De esta manera, el país dará un paso decisivo en el dominio de la tecnología espacial, y en particular dentro del programa Arquitectura Segmentada y se podrá poner en órbita desde Argentina a una nueva generación de satélites, de diferentes tamaños, que conformen asimismo constelaciones propias.

Además, posibilitará un círculo virtuoso de crecimiento de las empresas del sector espacial argentino y de generación de nuevas empresas de base tecnológica que podrían ingresar en mercados internacionales espaciales y no espaciales con grandes capacidades competitivas. Esto implica, también, incrementar la sinergia entre nuestro sistema científico-tecnológico con el productivo.

El proyecto del lanzador ya se encontraba en la hoja de ruta del primer Plan Espacial Nacional.

Hace 26 años, con ritmos divergentes, el país avanza en su capacidad de acceso al espacio. Un paso contundente se produjo en 2007 cuando se concretó la puesta en funciones de VENG S.A, una empresa que tiene hoy a la CONAE como su accionista principal, pero que cuenta con la posibilidad de incorporar accionistas del sector científico-tecnológico nacional, tanto públicos como privados. La misma fue concebida para la fabricación de vehículos lanzadores.

Actualmente se está ejecutando el programa ISCUL (Inyector Satelital de Cargas Útiles Livianas), que comprende el desarrollo del Vehículo Lanzador Tronador III, con capacidad de situar en órbita a satélites de hasta 1.000 kilos. Además de VENG, en el proyecto están involucradas varias universidades nacionales, INVAP y distintas empresas privadas de tecnología.

En los centros espaciales CETT y CEPI, se dispuso un conjunto de facilidades con el objeto de fabricar prototipos y el equipamiento necesario. Además, se emplazaron bancos de ensayos para motores de propulsión de primer nivel.

La CONAE nos informa que el desarrollo del vehículo se encuentra avanzado en un 55%, el equipamiento y facilidades para su producción en el 80%, la infraestructura de tierra que posibilitará el seguimiento, telemetría y control en un 85% y aquella que da soporte al lanzamiento en un 40%.

Por otra parte, ya se está trabajando en otro vehículo lanzador de cargas livianas, el VLE. El mismo tiene un 40% de avance y cuando se concrete, le permitirá a Argentina posicionarse en el corto plazo en el segmento de los microlanzadores.

Como país debemos fijar prioridades, y en materia de Ciencia y Tecnología estos proyectos son urgentes. El mes pasado en el Senado recibimos al doctor Conrado Franco Varotto, físico especializado en tecnología nuclear y espacial, fundador de INVAP y actual asesor de la CONAE. Él nos explicaba que en Naciones Unidas se está trabajando en la sustentabilidad del espacio exterior y esto podría derivar en un equivalente al Tratado de No Proliferación Nuclear. Corremos el riesgo de que en ese futuro “Tratado de No Proliferación Espacial” solo queden incluidos, sin grandes limitaciones, los países con capacidad de lanzar. Con todos los esfuerzos realizados en la materia, Argentina no puede darse el lujo de perder el lugar geoestratégico que ha conseguido.

Silvina García Larraburu
Senadora nacional por Río Negro

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