07/09/2020

Cuando soy débil, soy fuerte

Solo cuando aceptamos nuestros puntos débiles somos capaces de volvernos fuertes. Esto significa que cuando uno acepta que, en algunas áreas, es vulnerable, inseguro, inestable, adquiere la fortaleza para diseñar estrategias que le permitan mejorar. En cambio, cuando negamos nuestras debilidades, nos mantenemos sumergidos en la inseguridad.

La mayoría de la gente teme enfrentar sus vulnerabilidades, sin ser consciente de que todo lo que tememos nos debilita aún más. La única forma de superar esos miedos que todos experimentamos, en mayor o menor grado, es comenzando a reconocer aquello que nos atemoriza y anula nuestro potencial. Siempre, frente a lo que nos causa miedo, tenemos dos alternativas: 1) reconocerlo para lograr controlarlo; o 2) asumir la postura de víctima y huir.

Lo cierto es que cuando nuestra estima está sana, no tiene problemas en admitir que sentimos temor y que este nos vuelve vulnerables, razón por la cual tal vez necesitemos ayuda. A diferencia de alguien con la estima dañada que no puede reconocer sus limitaciones y rara vez pide ayuda.

No enfrentar las propias debilidades hace que crezca la tensión dentro de nosotros y que nos quedemos estancados sin lograr crecer y avanzar. En algunos casos, sentimientos desbordados de miedo, inseguridad y vulnerabilidad pueden generar en una persona ciertas conductas paranoicas, lo cual consiste en vivir en un estado constante de “hipervigilancia”. La paranoia nos conduce a desconfiar de todo y de todos, a pensar que siempre existe algo escondido detrás de cada situación y, lo que es peor, a creer que el mundo entero está en nuestra contra. Además, coloca un velo sobre nuestros ojos frente a todo rasgo negativo en nosotros (cero autocrítica), actitud que no nos permite sanar lo que haga falta. Como resultado, terminamos proyectándolo en los demás.

Si anhelamos alcanzar sueños grandes, aun en medio de las crisis, y sobre todo disfrutar de relaciones interpersonales que nos brinden satisfacción, precisamos conocer al dedillo nuestras fortalezas y nuestras debilidades. La mayoría de la gente sabe en qué es buena, ¿pero conocemos nuestros puntos débiles? No deberíamos temerles porque, cuando los reconocemos sin disfrazarlos, pueden transformarse en nuestros amigos.

Una debilidad correctamente reconocida y administrada se convierte en fortaleza. Los seres humanos tenemos la tendencia a escapar del peligro. Muchos temen cometer errores, o fracasar, porque lo perciben como algo amenazante. Pero la actitud ideal ante nuestras equivocaciones es convertirlas en aprendizaje que nos permita crecer y ser mejores personas. No necesitamos paralizarnos cuando tememos fracasar, sino recordar que un error es simplemente una “fuente de aprendizaje”. Aceptar los miedos, las vulnerabilidades y todo eso que, por lo general, nos avergüenza y procuramos esconder, es la plataforma para construir hacia adelante. También nos convierte en maestros dispuestos a transmitir su sabiduría a todo aquel que esté dispuesto a recibirla.

Te puede interesar
Ultimas noticias