Yusra Mardini integró el primer Equipo de Refugiados del Comité Olímpico en los Juegos de Río

La embarcación tenía capacidad para ocho personas, pero eran 20 y el motor se malogró. Tres de los pasajeros empujaron el bote nadando durante más de tres horas. Cada brazada nos solo los esperanzaba con una vida mejor, sino que además los alejaba del horror de la guerra civil siria donde habían perdido todo. Esto fue en 2015.

Un año después Yusra Mardini, una de las que empujó el bote, integró el primer Equipo de Refugiados del Comité Olímpico Internacional en los Juegos Olímpicos de Río. Se considera afortunada, fue recibida por el papa Francisco y el presidente Obama, dio discursos en las Naciones Unidas y en el Foro Económico Mundial de Davos, es embajadora de buena voluntad del Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR), escribió sus memorias “Butterfly” (“Mariposa”) y en Hollywood trabajan en una película sobre su vida. Sin embargo “nadie elige ser refugiado”, dice recordado todo el rechazo, humillación y discriminación que sufrió hasta que pudo instalarse en Berlín junto a su familia. Ahora cada brazada la acerca a las próximas olimpiadas.