LA HISTORIA DE UNA FAMILIA BAJO LA NIEVE

| 04/08/2020

Aguada del Zorro: muerte de animales y desesperación

Christian Masello
Aguada del Zorro: muerte de animales y desesperación

 

¿Cómo se llamará la sensación de estar encerrado por más que no haya vallas? Una especie de claustrofobia a cielo abierto. Blanco adelante, atrás, a los lados. Pero, en vez de una nacarada paz, el resultado es un efecto de ahogo en el desconcierto de no saber cómo contactarse con otro humano.

El lugar se llama Aguada del Zorro, cerca de Laguna Blanca. Escasean los alimentos, faltan los elementos necesarios para mantener a los animales que quedan –porque hace tiempo que a varios no se los ve, así que todo hace pensar en el obvio deceso–, y los caminos no existen, ya que están sepultados bajo la nieve… todo es nieve, pero no de la que se observa en las postales, ni aquella por la que se deslizan los esquiadores, ni siquiera la que se utiliza para hacer muñecos de vidas efímeras… la nieve que aquí se observa y se palpa, se siente y se sufre por los cuatro costados, parece una plaga que se suma a las diez bíblicas. Nunca deja de ser seductora, claro, pero la hermosura que brilla en la albura, ante la situación que tienen que vivir quienes ahí se encuentran, duele.

Yanina Llancaqueo tiene a su tío Ismael y su primo César aislados en aquel lugar. Desde el barrio El Frutillar, en Bariloche, ubicó geográficamente el sitio: “Mi familia vive a ciento ochenta kilómetros de Bariloche. Hay que ir por la Ruta Nacional 23 a Comallo, y desde ahí se toma la Ruta Provincial 67 hasta quince kilómetros antes de Laguna Blanca, donde hay un desvío por un camino vecinal que lleva a la casa”.

Ismael y César son pequeños productores de chivas y ovejas. Las chivas son animales que se arrean, es decir que hay que guiarlas por el campo. Las ovejas, en cambio, se manejan por su cuenta, y ese es el problema, porque hace un mes que no saben nada de ellas. “Mi tío dice que hasta dos semanas pueden estar sin comer, pero tanto tiempo ya no…”, contó Yanina.

Las chivas, en tanto, si bien se mantienen cerca de la vivienda, no pueden alimentarse con normalidad por la cantidad de nieve que cayó. Sí o sí se necesita forraje, ¿pero cómo traerlo si el camino está bloqueado?

“Los familiares de Bariloche estamos muy enojados. El Gobierno dio como noticia que se había asistido a los pobladores de la zona de Laguna Blanca, con un helicóptero, y que se entregaron cien módulos alimentarios, pero esa ayuda no llega a la gente que no puede salir de sus casas”, aseveró Yanina.

En el caso de Ismael y César, como también sucede con otros habitantes de la zona, lo que precisan es que el camino quede libre para poder transitar, ya que de esa manera les sería factible trasladar los fardos para sus animales.

Aguada del Zorro posee apenas unas pocas familias residentes, y con kilómetros de distancia entre sí, o sea que la sensación de incomunicación, al no poder deambular, es enorme. Quizá César, con treinta y cinco años, sea el menor de los lugareños, ya que la mayor parte supera los sesenta años. Ismael, por ejemplo, tiene sesenta y dos.

Ellos, como la gente de otros parajes de alrededor, sufren una especie de abandono. “Están olvidados; les hacen sentir que allí ya no hubiera nadie desde hace tiempo…”, dijo Yanina.

Palabra de hijo

Oscar es hijo de Ismael y hermano de César. Vive en Villa Huechulafquen, a uno veinticinco kilómetros de Junín de los Andes, en la provincia de Neuquén.

El 10 de julio intentó llegar, junto a su pareja y la hija de ella, hasta Aguada del Zorro, para alcanzarles víveres. Con el camino intransitable, pararon bastante antes, en Cañadón Chileno, un paraje donde los cobijaron otros parientes. Tres días después, cuando la máquina correspondiente despejó la carretera, reanudaron la travesía. Y si bien llegaron hasta el camino que comunica con la casa paterna, tuvieron que dejar el vehículo sobre la ruta, porque era imposible transitar por allí. Había sitios donde la nieve superaba el metro y medio de altura. “Con mi hermano César, tuvimos que llevar las provisiones en mochilas… se nos dificultó mucho”, señaló Oscar.

Al provenir de otra provincia, debieron permanecer durante dos semanas allí como medida preventiva por el COVID-19, según reglamenta el protocolo.

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Durante ese tiempo, un nuevo temporal volvió a cubrir de nieve la ruta, así que otra vez el camino quedó intransitable.

“Teníamos pensado retornar el 24 de julio, pero tuvimos que quedarnos una semana más, porque no despejaban el camino. Así que nos fuimos el viernes 31”, expresó el hijo de Ismael.

En Aguada del Zorro sólo cuentan con la energía que se obtiene de pantallas solares, tampoco hay servicio de gas, por lo que el abastecimiento es a través de garrafas.  

“El campo es frío, se acumula mucha nieve y las distancias son grandes”, apuntó el joven.

“Mi papá y mi hermano redactaron una nota que apenas pude conectarme a internet se la hice llegar a la comisionada de fomento de Laguna Blanca, y también al Intendente de Comallo, solicitando que faciliten el ingreso desde la ruta al campo. Ellos tienen que hacer la gestión para que desde validad provincial pongan a disposición una máquina para poder abrir los caminos vecinales. Son muchos pobladores en la misma situación. En la zona hay varios parajes rurales, con pequeños productores que padecen este problema”, contó.

“El sustento de ellos son los animales, la venta de la carne y la fibra, sea lana o pelo, por eso piden que se despeje el camino para poder llegar con el forraje”, añadió.

“Recién ahora los productores de la región se levantaban del cachetazo que significó la erupción del volcán Puyehue, de 2011, y de la ceniza que dejó, que generó mucha mortandad de animales. Aquella vez, mi papá y mi hermano perdieron casi todas las ovejas… Y ahora sucede esto…”, manifestó.

Sobre la historia familiar, Oscar comentó: “Mi mamá falleció cuando yo tenía unos seis años. Los tres hermanos (él es el menor, y César, el mayor; el del medio, Benedicto, vive en Aluminé) éramos niños. Mi papá cargó con el peso de quedar viudo con tres nenes, y, desde el campo, nos brindó todo lo posible; gracias a él pudimos estudiar y formar nuestras vidas”.

Ismael y César, sin internet y teléfono (ni siquiera radio VHF), no pueden comunicarse con sus familiares si no van hasta Laguna Blanca, cosa que ahora les resulta impracticable.

Así, a la distancia, y sin tener noticias, los parientes luchan para que aquellos pobladores vuelvan a sentirse parte del mundo.

Christian Masello

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