LEGADO DE JULIO ARGENTINO RIESGO

| 31/07/2020

Descripción imperdible de Bariloche en 1900

Adrián Moyano
Descripción imperdible de Bariloche en 1900
El viejo vapor Cóndor.
El viejo vapor Cóndor.

Nazario Lefipán fue el primero en asentarse en el arroyo Ñireco y María de los Milagros Cárdenas la primera tropera. El primer comisario Héctor Gruffranti, el primer médico José Vereertbrügghen y así, entre muchos otros “3

La descripción está datada el 3 de mayo de 1981, con la firma de Julio Riesgo. 39 años después, todavía evidencia un profundo conocimiento del pasado regional. “Los últimos indios vuriloches se alejan en las estribaciones del cerro homónimo y Quinchahuala abandona su toldería. Llega Nazario Lefipán, con sus cuatro hijos, y se establece en las márgenes del arroyo Ñireco. Aparece el comerciante trasandino Wiederhold, nace la Chile-Argentina, el general Bernal nombra encargado del Registro Civil a Pefaure, arreos de ganado salen de las muchas tropillas aisladas entre baguales y cimarrones; se usan las velas de sebo, los faroles de petróleo o kerosene y los candiles de aceite; los troperos ostentan sus puñales y cuchillos Solingen y Arbolito. María de los Milagros Cárdenas de Salaberry es la primera tropera”.

El texto lleva como título “¡Cuándo era ayer!” y conforma el primer capítulo del libro casi homónimo, ya que éste también lleva el vocablo Bariloche. Se editó en 1991 con el sello de Editorial Melipal. La introducción lleva la firma de Carlos Pensa, quien después de afirmar que la ciudad “tiene un pasado, rico en trabajos cotidianos y anécdotas”, avisa que “Julio Argentino Riesgo, escritor por vocación y ciudadano apasionado nos lo mostrará en esta obra”.

Según Pensa, el autor de los textos “quiso recomponer ese ayer para evitar la injusticia del olvido y para ello investigó hasta el detalle con la dedicación de un orfebre obsesionado por lo que había ocurrido antes, rearmándolo pacientemente mediante notas breves pero profundas y con erudición amena. Ganaron su atención los ocupantes primitivos, naturales de la región y tal vez nacidos con la misma cordillera. Particularmente, se ocupó de los pioneros, sus luchas, alegrías, oficios y heroísmos”.

El de Riesgo “es un trabajo sobre San Carlos de Bariloche, sus hacedores, mujeres y hombres, laboriosos y visioneros (sic) y también de los pícaros y marginales. En síntesis, se ocupó de la realidad históricamente desarrollada”, rescató Pensa. “Con los materiales reunidos fue escribiendo notas de tipo periodístico que publicaba en diarios patagónicos argentinos, chilenos y de Buenos Aires, a veces con estilo lírico para mejor expresar sus sentimientos de admiración y apego a su querida zona”.

Director de Arquitectura y fundador de Alas

En definitiva, el libro al que recurrimos es una colección de artículos que su autor no imaginó publicados en conjunto, cuando los escribió. Oriundo de Ingeniero White, junto su familia se trasladó Riesgo a España, a poco de nacer. Retornó a la Argentina en 1949 y trabajó en Aeronáutica Argentina, después fue director de Energética de Chubut y en Río Negro, le encargaron que organizara la Dirección de Arquitectura de la provincia. En Bariloche, fue el socio N° 1 del Club Nahuel Huapi y fundador de Alas Argentinas. Hasta 1982 fue vicecónsul honorario de España. Ese año abandonó la ciudad.

Aquella semblanza sobre los orígenes barilochenses, continúa: “existía el Departamento Bariloche y se dividía en 4 cuarteles. Corría entonces 1903 y tenía otros tantos alcaldes: Julián Gonzalorena, Crescencio Montenegro, Juan Pereyra y Cornelio Goroso”. Además, “el presbítero Zacarías Genghini actuaba con su primera Misión, en 1901, en San Carlos (así se llamaba entonces a Bariloche) (paréntesis en el original). Y, mientras recorría su grey llevaba los libros de nacimiento, casamiento y defunción, en 200 kms a la redonda. Le amparaba la ley N° 3986, del 10 de junio de 1901”, justificaba Riesgo.

En otro de sus párrafos informativos puede leerse: “funciona la primera comisaría (en el esquinero de las hoy calles Moreno y Palacios) (ídem anterior). El primer comisario es Héctor Gruffranti, de 31 años y amplios mostachos. En las nacientes del Limay, con igual graduación, se encontraba Miguel Cano, y en Chenqueniyen, Marcelo Napal. En Comallo actuaba como encargado del destacamento un joven de 23 años, Alfonso Enrique del Carretto”.

Continúa la precisa enumeración: “las sacas de correspondencia eran transportadas por el contratista Pascual Claro, al cual le sucediera Penna. Y el primer hospital advino con la llegada del doctor José Vereertbrügghen, belga, en 1907 quien atendía a todo poblador en amplia zona. Le cupo destacada actuación en los casos de difteria por los cuales hubo especial mención para Juan Jarred Jones, el pioneer (sic) que legó historia a la estancia actual de su nombre, tras hacer traer a ‘revienta-caballos’ los sueros necesarios”.

Según la reconstrucción de Riesgo, “Salaberry era el propietario del solar donde funcionó la primera escuela y que posterior fuera asiento de la Sociedad Escolar Alemana que fundaran Runge, Capraro, Hageman, Reichelt, Roeschmann, los hermanos Haneck”. La reconstrucción indica que “los primeros educadores, dos pastores protestantes: Gollin e Iván. Y sigue aquella recordada Zulema Jones y benemérito Enrique Lührs”. Pocas rememoraciones tan exhaustivas.

Portada de la publicación.

Los Boock, primeros herreros

Siempre a comienzos del siglo XX, “la Chile-Argentina tuvo su primer gerente en Luis Horn, el segundo fue Carlos Boos y el tercero Carlos Yürgens. Este proporcionó la mayoría de la madera que necesitó la capilla, actual reliquia nuestra”. Se refería Julio Riesgo a la Inmaculada Concepción, que pocos años atrás sufrió un incendio devastador y que fue rápidamente reconstruida.

Por otro lado, “Bernardo Boock abrió las primeras zanjas barilochenses y trazó las primeras sendas, siendo el primer herrero en lago Moreno y a su vez su hermano Benito lo era en la costa del Limay. Otto Mühlenpfordt quien dirigiera el primer astillero, sito en la isla Victoria, administraba los bienes que poseía en ella Aarón Anchorena. La primera fábrica de ladrillos tuvo como dueños a Wiederhold y Lüber”.

Según Riesgo, “los primeros estudios del ferrocarril, al Nahuel Huapi y extensivos a Llao Llao, datan de 1902 y participaron los ingenieros Krag y Scratton. Mientras duraron aquellos fueron invitados de Anchorena y en especial a partidas de caza”. Quizás haga falta aclarar que El Cordillerano respeta la puntuación original del autor. “Eran los tiempos del ‘Dandy de la Florida’ (Pablo Mange, padre de Pascual que fuera jefe de correos en 1908 y del recordado don Pablo, fallecido hace unos años) ¡Oh! de aquél quinteto bohemio de vida efímera que tuvo Bariloche que lo componían: Manuel Blas, Ventura Baquerín, Herminio Alonso y los hermanos Hecheleitner (Osvaldo y Arturo). El local donde se reunían era de los Mange”.

Por último para este rescate parcial, mencionemos que “las alegrías para los frecuentadores de boliches las transmitía José García desde un gramófono de bocina que funcionaba a cuerda. En su tabernucho se sacaban fotografías”. Para enfrentar hechos de bandidaje, “pasaron noches en vigilia esforzados pioneers como el tambero Otto Goedecke; el empleado de la Chile-Argentina, Cornelio Hageman, el tropero Samuel Wagner, los exjueces José Luis Pefaure y Benito Crespo, el emprendedor Ernesto Schumacher, el molinero Herman Haneck”, puntualiza el texto. Notable recreación.

Adrián Moyano

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