EL LAGOMOTO DE 1960

| 21/05/2020

Julio Frattini y Andrés Kempel, las únicas víctimas de un hecho único en la historia de Bariloche

Diego Llorente
Julio Frattini y Andrés Kempel, las únicas víctimas de un hecho único en la historia de Bariloche
Andrés Kempel junto a su esposa Ana María y sus dos hijos, Andrés y Heini.
Andrés Kempel junto a su esposa Ana María y sus dos hijos, Andrés y Heini.

Muy conocida es la historia de aquel 22 de mayo de 1960, cuando el Nahuel Huapi se sacudió y formó una ola de unos cinco metros que golpeó el muelle de cemento rompiéndolo casi en su totalidad. Sin embargo, poco se conoce de la historia de los dos muertos que dejó este episodio. Quiénes eran y qué hacían en ese momento en la orilla del lago. Hugo Jung, hoy a poco de cumplir 92 años, fue quien nos hizo un relato de lo sucedido aquella jornada.

Aquel majestuoso día de otoño, mientras el Ejército realizaba su exhibición en “El Picadero”, los integrantes del Club Náutico Bariloche, que tenía su sede en un pañol del muelle, estaban realizando diversas maniobras para sacar del agua a tres veleros para que sean repintados y mantenidos. San Martín, Arrayán y Ñire, eran los nombres de aquellas embarcaciones, según relató Hugo Jung a El Cordillerano.
En esa tarea se encontraba trabajando Andrés Kempel, un joven de por entonces 33 años, gasista y empleado de la empresa Orbis. Estaba casado con Ana María y era padre de dos pequeños: Andrés y Heini.

Además, era un excelente remero, incluso, ocasionalmente participó en carreras internacionales de remo, representando al Club Teutonia en El Tigre. Ese día formaba parte de las maniobras del varado de los veleros, a bordo de un “chinchorro”.

Mientras tanto, Julio “Lulo” Frattini (38) salía de su casa ubicada en la zona del kilómetro dos del Camino Internacional (hoy avenida Exequiel Bustillo), junto a su esposa Trudy Ritter y sus tres hijas: Irma, Rosa María y Cecilia, con quienes iban a aprovechar el día para hacer un paseo familiar.
Frattini era bombero por vocación y mecánico automotor en los talleres de la Ford, que funcionaban en el predio ubicado en Quaglia y Moreno. Además, se destacaba por ser un gran esquiador. Entre sus logros, Jung recuerda que había sido campeón argentino de larga distancia (hoy conocidas como carreras de fondo), a fines de los años 40.

Julio Frattini y su esposa Trudy Ritter, quien fundó “La Mexicana” de Bariloche.

Por sus condiciones, Frattini era el encargado del mantenimiento mecánico de la embarcación de pasajeros propiedad de Nello Garaniani, “La Cristina”, que poseía dos nuevos motores Ford. Ese domingo, Nello le pidió a Lulo que pase por el muelle, a ver unos detalles de su barco, antes de estrenar los motores.

Así fue, que Lulo suspendió por unos minutos el paseo familiar, estacionó en la Costanera su vehículo Chevrolet modelo 37 con toda su familia a bordo, la cual se quedó allí esperando, y se subió a “La Cristina”.

Repentinamente, el suelo barilochense comenzó a moverse. Antonio Margarido, capitán del Club Náutico, estaba trabajando en las maniobras de los veleros junto al lago, cuando notó que el muelle sobre el que estaba parado, comenzó a sacudirse con gran fuerza y empezó a gritar para que todos se alejasen del lugar.
Kempel, en su bote, salía del agua. Mientras que Frattini fue hasta la popa de “La Cristina” y le pidió que lo rescatara, cuando éste ya estaba casi afuera del agua. Y así lo hizo. Pero cuando Lulo se subió al chinchorro, llegó la enorme ola de más de 5 metros de alto y arrasó con todo. Fueron instantes, donde todo pasó y dejó una postal inolvidable, pero por lo triste.

Nello Garaniani, con algunos golpes, quedó sobre “La Cristina”, que se la llevó el lago hacia adentro, pero quedó a flote. No corrió la misma suerte “La Sayhueque”, una lancha de pasajeros de Parques Nacionales que se hundió. Otra embarcación de esa entidad quedó partida en mil pedazos. De los tres veleros que iban a hacer restaurados, se salvaron dos. “El Arrayán” quedó destruido contra la orilla.

A los pocos minutos, medio pueblo estaba en el lugar, tratando de ayudar y otros tantos, solo viendo qué había sucedido. “Fui uno de los que bajó a ayudar. Incluso, yo estaba en el Club Náutico por ese entonces. De casualidad que ese día no estaba ahí, porque probablemente hubiese estado con mi primo (Julio Frattini) navegando. No sé si hoy estaría contándola”, describe Hugo Jung a dos meses de cumplir sus 92 años y rememorando aquel día.

Por su parte, la esposa de Frattini, Trudy Ritter, que había quedado en el auto, aguardaba sin nervios debajo del Centro Cívico, ya que creía que su marido se encontraba a bordo de “La Cristina”. Pero no fue así, había muerto.

“En un principio, nadie se había dado cuenta que faltaban Lulo y Andrés. A las horas ya se sabía que no estaban y comenzaron a buscarlos”, detalló Hugo. Según su relato, el cuerpo de Kempel, fue hallado dos o tres días después del lagomoto, por unos jóvenes en la orilla del lago, a la altura del hotel Tres Reyes cubierto de ceniza volcánica.

Sin embargo, los restos de Frattini no aparecían. Hubo varios días de búsqueda por parte de los vecinos y de las autoridades. La pesquisa hacía foco en la zona del Ñireco, porque hacia allí va normalmente el oleaje, producto del viento predominante en tal sentido.

“Como familia ya estábamos resignados a que Lulo no apareciera, porque sabemos que lo que el lago se lleva, nunca lo devuelve”, señaló Hugo. Pero casi un mes después de aquel fatídico 22 de mayo, un efectivo de la incipiente Policía de Río Negro, contra todos los pronósticos, encontró el cadáver en la zona del kilómetro 2 de Bustillo. Es decir, hacia el otro lado.

La autobomba de los Bomberos Voluntarios fue la encargada de trasladar los restos de Frattini hasta el Cementerio Municipal, en homenaje al compromiso y esfuerzo que había mantenido durante años con esa entidad.

Por estos días, muchos memoriosos (ya cada vez menos) recuerdan haber vivido de una u otra forma, aquel atípico día de otoño. Pero estas líneas buscan darle un sentido homenaje a aquellas dos víctimas del único, y hasta ahora último, “lagomoto” en la historia de Bariloche.

Diego Llorente

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