EL PASTOR CARLOS MATAMALA Y SU ESPOSA XIMENA SUFREN TODO TIPO DE AGRESIONES

| 18/05/2020

“Nos contagiamos haciendo un trabajo social y no compartiendo un asado”

Susana Alegría
“Nos contagiamos haciendo un trabajo social y no compartiendo un asado”
Confeccionando los barbijos y camisolines.
Confeccionando los barbijos y camisolines.

Los integrantes de la congregación de la iglesia “Hay vida en Jesús” fueron de los primeros que ante las necesidades que se generaron con la cuarentena, comenzaron con la tarea de confeccionar barbijos y camisolines para donar a instituciones. El licenciado y pastor Carlos Matamala y su esposa Ximena, lamentablemente, se contagiaron con el virus del COVID-19, pero una parte de la comunidad, al enterarse de esto, no tuvo para con ellos la misma devolución solidaria.

Mucho se los ha defenestrado por las redes sociales y muchos más han sido los agravios para con su familia, su vivienda y la iglesia. No es simple ponerse en el lugar de los demás, pero sí debería serlo, el llamarse al silencio respetando momentos de tanta complejidad.

Carlos y Ximena se encuentran alojados en un hotel realizando la cuarentena por dos semanas más, siendo asintomáticos, pero activaron el protocolo apenas sospecharon el contagio por estar en contacto con otra persona a la cual el testeo le dio positivo.


Momento del egreso de mayores que finalizaron sus estudios nocturnos.

Desde que tuvieron la confirmación, sus vidas se convirtieron en un calvario, con una condena social que los sacó de su lugar de víctimas de la enfermedad a culpables por veredicto de opiniones.

“El día que tengamos la autorización para salir y continuar con nuestras vidas cotidianas, hablaremos con el resto de la prensa para contar cómo fueron las cosas, los siete nos contagiamos haciendo un trabajo social y no compartiendo un asado” comenzaron diciendo.

“A Gendarmería Nacional les hicimos y entregamos más de 700 barbijos, a la Policía y al SPLIF, todos con el logo, porque queríamos estar a la altura de las circunstancias, entregamos camisolines al personal de Salud y muchos otros gestos que nacieron de nosotros”. Cuando debieron suspender las actividades en la iglesia, continuó cada mujer desde su casa con esa tarea.

Luego siguieron juntando donaciones de alimentos para entregar módulos a cientos de familias, “todo eso fue hace casi un mes, entonces queremos decirle a todos los que recibieron esa ayuda que se queden tranquilos, porque no anduvimos contagiando a propósito a las personas” afirmaron.
“No sabemos bien cómo fue que nos contagiamos, muchos nos acusan de habernos reunido pero eso fue autorizado por la Municipalidad, nos citaron e incluso después hubo otra reunión a la que asistieron más de 60 pastores”, comentaron.

“Ahora, todos se lavan las manos y nos exponen solo a nosotros, ensucian a la iglesia y nuestras familias”. Esteban es uno de los compañeros de “Hay vida en Jesús” y está internado en terapia intensiva, “la maldad de la gente no tiene límites, en las redes sociales publicaron que había fallecido, incluso llamaron por teléfono a la familia para darles el pésame”.


Desde el inicio de la cuarentena repartieron barbijos a las instituciones.

Muchos fueron los audios de ésta índole que circulan desde la semana pasada, algunos dando datos tan cercanos a la familia que en algún momento, hizo dudar de la veracidad, información que solo debía ser confirmada a nivel oficial.

Calvario

Ni Carlos ni Ximena tuvieron síntomas referidos al virus. “Yo solo estaba un poco congestionado, me tomé un té Vic y ya me sentía bien pero al hermano Esteban lo llevaron al hospital por una neumonía, le hicieron el hisopado y le salió positivo” dijo Carlos.

Continuó relatando “apenas lo supimos llamé enseguida al hospital para avisar que nosotros habíamos estado con él compartiendo tareas solidarias, para que activaran el protocolo pidiendo además que nos hicieran el test a todos los del grupo”.

“A algunos nos salió positivo, si hubiéramos tenido algunos de los síntomas que dicen, lo habríamos pedido mucho antes” aseguró el pastor.

Allí todo cambió en sus vidas, “empezaron a llamarnos por teléfono para agredirnos o amenazarnos, recibiendo opiniones muy negativas de gente que no nos conoce ni sabe el trabajo social que realizamos” se lamentaron.

“Nos han tirado piedrazos contra nuestra casa y contra la iglesia, no podíamos dormir tranquilos, ahora los mismos vecinos del barrio están poniendo rejas para evitar mayores daños porque además, es el salón que utilizan muchas personas”.

Aclararon, “tenemos nuestros propios ingresos, no sacamos dinero de la iglesia para vivir, lo hacemos por vocación y por amor y eso es algo que no todos entienden, nos contagiamos y quizás contagiamos a alguien más, pero no fue nunca nuestra intención hacerlo”.

Los dos permanecen aislados en un hotel y dependen de los resultados que vayan surgiendo de los controles médicos “desde el jueves que estamos acá y seguimos sin síntomas, apenas nos autoricen y ya inmunizados, volveremos a la tarea social porque es nuestra forma de vida” afirmaron.

A cualquiera le puede pasar

Los soldados que van a la guerra son los que salen heridos. No solo se trata de los integrantes de la congregación de “Hay vida en Jesús”, el contagio es un peligro latente para cientos de personas e instituciones que no pueden quedarse en sus hogares. Que se exponen día tras día, brindando asistencia de alimentos, ropa, colchones y tantas otras necesidades que no pueden esperar.


De manera constante entregan módulos de alimentos a las familias que más los necesitan.

Hay quienes no se involucran de manera directa pero ayudan desde sus lugares y hay otros, un porcentaje menor de seres humanos, que utiliza su energía para averiguar nombres y barrios de las víctimas del COVID-19 para luego encargarse de publicarlo por las redes sociales, estigmatizándolos.

El matrimonio tiene seis hijos “lo que han llorado nuestros hijos al recibir mensajes con tantas malas intenciones, lo único que hicimos fue asistir a quienes más lo necesitaban y fuimos responsables al enterarnos que el virus nos había llegado”. Aseguran que a pesar del calvario que les ha tocado vivir hasta que fueron aislados en el hotel, volverían a repetir cada uno de los pasos que dieron.

Al ser consultados acerca de cuál es el mensaje que quisieran hacer llegar a sus agresores dijeron “primero les decimos que nosotros los perdonamos por lo que han hecho y dicho y si en algún momento necesitan ayuda se las vamos a dar”.

“No le deseamos el mal a nadie y pedimos para que ni ellos ni sus familiares, tengan que pasar días como los que estamos pasando nosotros porque el virus no hace diferencias de edades, de barrios ni de religiones”, finalizaron.

La iglesia

Son muchas las tareas sociales que realizan, hace cinco años que en sus instalaciones funciona una escuela primaria para adultos, brindan talleres propios y ceden el espacio para los que llegan desde el Senado de la Nación. “Más allá de lo religioso nuestro trabajo es un servicio permanente a la comunidad, apostando siempre a que mejoren su vida los más jóvenes” dijeron.

Susana Alegría

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