11/05/2020

Lograr un balance

Lograr un balance

Cuando atravesamos una crisis, muchos exhiben su mejor costado y se muestran solidarios con el otro. Pero todo aquel que da también debe aprender a pedir. Cuando solo damos y jamás pedimos nada, nos estamos comportando como adolescentes que se sienten omnipotentes. Muchos no saben pedir lo que les hace falta o lo que quieren.

Algunos ponen como excusa que les da vergüenza pedir o no desean molestar a nadie. Pero en el fondo, hay una sensación de que “yo todo lo puedo”, típico de un jovencito que busca diferenciarse de sus padres. Aunque suene extraño, en general, alguien que no es capaz de pedir ayuda cuando la requiere a nivel inconsciente se cree superior a los demás y no pide para demostrar que es mejor que ellos.

Y en el otro extremo, nos encontramos con las personas que parece que “viven pidiendo”, estén atravesando tiempos difíciles o no. ¿Por qué lo hacen? Porque no se perciben capaces de generar ni proveerse lo que necesitan en la vida. Muy probablemente es la idea que les transmitieron en la niñez y con la que crecieron.

Mucha gente, sobre todo en contextos de crisis, piensa que “el mundo está en deuda” con ellos y transitan la vida pidiendo todo: dinero, ayuda, trabajo, cariño, escucha, etc. Casi siempre se trata de personas que no recibieron el amor, y el estímulo que este trae, de chicos. Nadie les dijo: “Te amo” ni los abrazó. Entonces, al no recibir eso de papá y mamá, sea por la razón que sea, luego se lo pedirán a todos. Son los eternos “demandantes” que viven exigiendo, a conocidos y desconocidos, y nos llegan a abrumar.

Lo ideal, en especial, en épocas como la que vivimos en todo el mundo, es lograr un balance entre dar y recibir. La única manera de experimentar el aumento y el crecimiento en nuestra vida es por medio de un equilibrio sano entre dar y recibir. Cuando uno abre la llave de un termotanque, sale agua y, a la vez, se abre la válvula que recibe agua. Es decir que, si yo doy (por supuesto, de manera desinteresada), voy a recibir. Y cuando recibo algo, lo hago para dar. Una válvula activa la otra.

Nadie debería vivir siempre dando; como así tampoco nadie debería vivir siempre pidiendo y recibiendo. Porque, en realidad, si solo recibimos, carecemos del cariño de nuestros cuidadores primarios. Y si solo damos, muy probablemente tengamos la intención de ser reconocidos y tenidos en cuenta. La actitud correcta es a veces dar y a veces recibir, es decir un intercambio sano y motivador.

Y ambas acciones hay que disfrutarlas. ¿Disfrutás cuando le das a otro? ¿Disfrutás cuando otro te da a vos? Ya sea que se trate de algo material o inmaterial, de algo grande o pequeño. Disfrutemos absolutamente todo. Y esa es tal vez una de las lecciones de esta época… Disfrutemos dando y recibiendo un “te quiero”, una ayuda material, una escucha a distancia, una charla con un ser querido.

Aprovechá este tiempo para convertirte en el mejor dador-receptor y la felicidad, en todas las áreas de tu vida, siempre te seguirá.

Por consultas, podés escribir a [email protected].

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