EL TIEMPO PASA Y PASA PERO…

| 12/03/2020

El sello de Ernesto de Estrada permanece indeleble en Bariloche

Adrián Moyano
El sello de Ernesto de Estrada permanece indeleble en Bariloche
El arquitecto De Estrada.
El arquitecto De Estrada.

A pesar del desmadre inmobiliario de las últimas dos décadas, su impronta todavía es considerable. El próximo martes, la “plaza” que proyectó cumplirá 80 años de inaugurada. Emblema de la ciudad.

Al idear el Centro Cívico y otras expresiones de la arquitectura regional, Ernesto de Estrada priorizó la relación con el paisaje y “con las características del lugar”, aunque en ocasiones, esa vocación implicara discrepancias con Exequiel Bustillo y su hermano Alejandro. Privilegió “el uso de la piedra y la madera” que más allá de las discusiones, terminó caracterizando a la arquitectura de la “fase inicial” de Parques Nacionales. El próximo martes, el emblema de Bariloche que proyectó, cumplirá 80 años de existencia.

En 2007 se publicó el libro “Ernesto de Estrada. El arquitecto frente al paisaje”, lanzamiento conjunto del Centro de Documentación de Arte y Arquitectura Latinoamericana (CEDODAL) y de la Administración de Parques Nacionales. Es un volumen de autoría conjunta que contó con la coordinación editorial de Ramón Gutiérrez. También investigador del CONICET, el propio Gutiérrez tituló a su texto “Los inicios del urbanismo en la Argentina. El aporte francés y la acción de Ernesto de Estrada”. Algunos de sus párrafos son de importancia para dimensionar la incidencia que tuvo el arquitecto bajo análisis en las características urbanísticas de esta ciudad, todavía vigentes a pesar del maltrato que se generalizó en los últimos 20 años.

El futuro mentor del Centro Cívico había invertido parte de su formación en Europa. “(…) Ernesto Estrada a su regreso de Francia y Alemania se vinculó por una parte con la Escuela de Arquitectura como docente y por otra a la Dirección de Parques Nacionales. Este organismo estaba recientemente creado (1934) y en él revistaba el arquitecto Alejandro Bustillo, hermano del presidente de Parques Nacionales Exequiel Bustillo. Aunque el organismo era nuevo, el marco de referencia ideológico reconocía también las influencias francesas”, rescata la investigación de Gutiérrez.

No obstante, la influencia reconocía una doble vía. “Por una parte la idea de los Parques Nacionales esbozada por Carlos Thays en 1913 y por otra la política de consolidación territorial mediante la formación de un poblado estable como preconizara el mariscal Lyautey en sus campañas de Marruecos, como menciona Exequiel Bustillo en sus memorias. No era tampoco ajena a estas ideas la experiencia norteamericana del National Park Service”, constató el investigador.

Proyecto y construcción del Centro Cívico.

Plena conciencia

En ese contexto, “Estrada fue contratado por Exequiel Bustillo a cargo de los Parques Nacionales, en pleno conocimiento de su formación urbanística y también en la valoración que otorgaba al paisaje y al hacer una arquitectura que se vinculara ‘con las características del lugar’. Esta premisa lo llevaría a privilegiar el uso de la piedra y la madera configurando un imaginario formal y material que caracterizaron las operaciones arquitectónicas de esa fase inicial de Parques Nacionales y que abarcaba la obra de Bustillo, Césari o el mismo Jacques Braguinsky, arquitecto ruso formado en Francia que haría el Hospital Regional de Bariloche”, añadió Gutiérrez.

Para el porteño, “el primer desafío urbanístico de Estrada fue la configuración de una estructura urbana más clara para Bariloche, que se había configurado por un proceso de agregación espontáneo que desdibujó la cuadrícula original y que por la diferencia de cotas topográficas, requería justamente una acción que le diera no solamente una forma urbana integrada sino que, a la vez, la dotara de un equipamiento a otra escala. Aunque Estrada viajó a Bariloche con proyectos arquitectónicos de Bustillo para ser colocados en forma dispersa, su idea fue desde un comienzo dotar a la ciudad de un punto de referencia social, cultural y espacial”.

Así las cosas, “la idea del Centro Cívico de 1937 reconoce la deuda con la experiencia de las plazas europeas considerando la plaza como un centro de reunión y punto de confluencia de la vida social. Algo que se había logrado paradigmáticamente en las plazas coloniales americanas. Sin embargo, Estrada atiende también a los temas de ensanche y reordenamiento mediante una política de adquisición de tierra urbana en la periferia (corralones de Capraro) a la vez que induce un proceso de homogeneización de la obra pública”.

Resalta la investigación que “la preocupación paisajística ocupó el centro de las ideas fuerza del nuevo urbanismo. Ello puede apreciarse desde la dimensión panorámica en la que se instala el Centro Cívico respecto del lago Nahuel Huapi. En las decisiones urbanas Estrada apostó más hacia las ideas de la ‘ciudad jardín’ que a las composiciones beaux arts (estilo arquitectónico clásico académico francés), que eran las que prefería Alejandro Bustillo”.

Las discrepancias estaban claras. “Así, mientras planeaba jardines frontales y la permanencia o forestación con macizos de árboles que cualificaran el espacio y el paisaje, Bustillo insistía en los ejes clásicos y los grandes volúmenes propios de las antiguas ideas del ‘arte urbano’. En esto probablemente Estrada manejó dosificadamente los criterios de Gréber, quien había transitado ambos andariveles. Sin embargo, sus propuestas son coherentes con el tema de su tesis, buscando realzar el paisaje urbano con el diseño cuidadoso de todo el equipamiento. La escalinatas para saltar desniveles, los senderos, los bancos y faroles muestran esta visión integrada que Estrada tiene en el diseño arquitectónico a escala urbana”. Rasgos característicos de Bariloche, 80 años después.

En esa línea, “su adopción de rasgos formales arquitectónicos de carácter pintoresquista tiene también que ver con la valoración de la arquitectura espontánea donde predominaría su preocupación por ‘la armonía con lo existente, con el lugar, con la naturaleza’. Estrada aplicó las experiencias normativas aprendidas en Francia introduciendo en 1937 unas normas de construcción que regulaban no solamente la obra pública, sino también la privada, con la intención de crear un imaginario homogéneo en el paisaje urbano. Así se prohibiría construir en tierra y el uso del zinc o materiales que no fueran típicos de la zona, regulando que el ladrillo solo podría usarse en interiores. La Oficina Técnica destacaba en 1938 que continuaba en su empeño de ‘dirigir la arquitectura privada en Parques Nacionales”, completaba Gutiérrez. Menos mal que prevalecieron sus criterios. Palacetes con columnatas y aires griegos no habrían cuajado con la geografía agreste del Nahuel Huapi.

Portada del libro “Ernesto de Estrada. El arquitecto frente al paisaje”.

Villas en Mascardi, Llao Llao y Correntoso

Ernesto de Estrada no solo tuvo responsabilidades en el diseño del Centro Cívico, también dejó su impronta en otras iniciativas que asumió Parques Nacionales en la década del 30. “La otra idea central fue la del trazado de las villas rurales que respondían a una política nacional de poblamiento y consolidación de fronteras. Es claro que esta no fue una idea original de Estrada sino de la Dirección de Parques Nacionales, pues ya figuraba en la Memoria de 1935 la propuesta de crear villas en El Correntoso, Lago Mascardi y Traful en tiempos en que Estrada estaba en Francia estudiando. Lo cierto es que con el ingreso de Estrada como técnico de Parques Nacionales, los aspectos urbanísticos tomaron particular relieve (…). Si las obras de arquitectura estuvieron a cargo de Alejandro Bustillo y Miguel Ángel Césari, es evidente que los aspectos urbanísticos quedaron a cargo de Estrada”, concluyó Ramón Gutiérrez en su contribución al libro “Ernesto de Estrada. El arquitecto frente al paisaje”.

El proceso no estuvo exento de tensiones. “La idea fuerza del poblamiento de fronteras introducía una situación dialéctica respecto de la densificación de un territorio destinado a Parque Nacional y a la vez, inducir una política turística bajo el lema institucional ‘Conocer la patria es un deber’. Este fue un tema que Estrada tuvo claro tratando de paliar las contradicciones que tal política encerraba en la medida que quería preservar el paisaje natural”.

De manera ostensible, “la forma de afianzamiento y de sustentabilidad pensada en torno a una movilización del turismo planteaba, sin embargo, unas exigencias de infraestructuras y equipamientos viales y de servicios que generaban una dinámica superpuesta a las políticas de Parques y que se reiterarían en el tiempo. La llegada del ferrocarril en 1934 fue decisiva en este sentido para la dinamización del proyecto. Así, en 1938 Parques Nacionales reconocía que su obra pública tendía “a convertir las zonas de los parques en regiones al servicio del turismo”.

Pero más allá de los objetivos contrapuestos, Estrada puso manos a la obra. “En este contexto, la formación de las Villas tendía a ‘afincar cierta población lugareña o turística para darle vida a determinada zona’. En 1936 se daría forma a la Colonia Pastoril Nahuel Huapi y las villas iniciales serían las de La Angostura, Traful y Llao Llao, esta última pivoteando en torno al Hotel cuyo emplazamiento había seleccionado Alejandro Bustillo siguiendo la antigua propuesta de Bayley Willis. El norteamericano había planeado en 1913 no solamente la posibilidad de un polo de desarrollo agropecuario-industrial de la Patagonia, sino también el fomento del turismo para un país que carecía de lugares de veraneo con paisaje de calidad en la extensión de la llanura pampeana. Willis proponía entonces que se otorgaran tierras fiscales en parcelas pequeñas a bajo costo, adecuada financiación y que junto a ellas se instala una hostería que asegurara la presencia de un turismo itinerante, sobre todo de carácter local”. Ideas que se hicieron realidad y que todavía hoy marcan la dinámica barilochense.

Adrián Moyano

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