03/03/2020

8. Justicia

8. Justicia

Yo y mi otro yo se volvieron extraños.
Uno comenzó a decir pavadas; el otro filosofó con ellas.
Uno jugó con rimas; el otro levantó vuelo (recopilando señuelos).
Uno cocinó una pizza; el otro levitó con el aroma a tomate en el sartén y se hizo nube hasta disolverse en el aire.
Se encontraban a veces en alguna esquina, entre bullicio de los autos y la siempre expectante posibilidad de un choque.
El miedo los juntaba. Y sus caminos, serpenteantes, hallaban esporádicamente un resentimiento donde habitar.
Ahora, las pavadas ignorarán la sabiduría, las rimas no conocerán jamás el vuelo, la pizza no podrá ya evaporarse. Yo y mi otro yo, desde otros mundos ¡se extrañan tanto!
Aún así, ¿quién lo duda? Disolver la balanza y la venganza desde la sensibilidad, la piel y la libertad tras cortinas, bien merece tanta extrañeza.

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