“SORIA MORIA” ABRE SUS PUERTAS AL ARTE – CIENCIA

| 22/02/2020

Pablo Bernasconi nos deja boquiabiertos con “El infinito – La muestra”

Adrián Moyano
Pablo Bernasconi nos deja boquiabiertos  con “El infinito – La muestra”
Infinita felicidad de Bernasconi.
Infinita felicidad de Bernasconi.

Quien irrumpiera en escena como ilustrador, se convirtió en un audaz artista contemporáneo que hace dialogar diversas disciplinas. Estará abierta hasta el 30 de abril. Luego, girará por el país.

Con el bello antecedente del libro, el autor del texto suponía que iba a asistir a un despliegue plástico de las obras que Pablo Bernasconi reprodujo dos años atrás. Pero no demoró mucho en constatar que “El infinito – La muestra” es bastante más ambiciosa y que si bien contiene en dos de las salas aquellos trabajos originales, abunda en instalaciones, en desopilantes intervenciones del espacio e inclusive, en innovaciones que requieren de cierto respaldo tecnológico.

No sabemos si Verónica Garea y el expositor son conscientes y además, habrá que respaldar la impresión con el acontecer futuro (ver recuadro). Sin embargo, puede arriesgarse que la apertura del chalet “Soria Moria” para una exposición artística es histórica porque en sus 80 años de existencia, no hubo antecedentes. En 2017, su ambiente principal cobijó al FILBA Bariloche pero aquella experiencia se limitó a una serie de charlas y lecturas. En esta oportunidad, la transformación es considerable. Desde la tarde del viernes recibe al visitante un retrato de Isaac Newton con una inscripción: “Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”. Pero la reproducción está intervenida con una manzana que provoca cierta hilaridad.

Esa primerísima percepción quedará ratificada al ingresar al hall: de un charco de pintura que ornamenta el elegantísimo y cuidado piso de madera, emergen las piernas manchadas de un pintor. Una humorada que anticipa otras similares en diversas instancias de la muestra. Otro tanto ocurre con la utilización creativa del ambiente a disposición: en un mueble de madera de esos que ya no se hacen, el artista introdujo en un rincón, un peluche, un tanto apretujado. La frase es de Shakespeare: “Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito”. La obra se completa con dos cuadros coloridos y abstractos, que flanquean al muñequito.

En esa sala comienzan las referencias a la astronomía, la matemática y otras ciencias de las llamadas duras. Pero si alguien imaginó alguna solemnidad, queda hecha pedazos cuando se advierte que al fondo, Frank Zappa proclama: “Todo el universo es una gran broma”. Delante, un serrucho intenta hacer su trabajo en un bloque de piedra, mientras dos paraguas se enfrentan en el centro del ambiente, enigmáticos. La propuesta se completa con menciones al Ave Fénix y con una especie de maqueta que invita a comparar: “si el Sol fuera esta arveja”, la mayoría de los planetas, entre ellos, la Tierra, tendría tamaño microscópico. El trabajo se basa en un modelo que ideó Guillermo Abramson, uno de los aportantes científicos a la muestra.

Entre alegorías
y el Big Bang

En la sala de dimensiones más importantes, “El infinito” hace honor a su concepto. Una reflexión de Albert Einstein convive sin problemas con un poema de Mario Benedetti mientras enfrente, un corno que sostiene en su cavidad un conjunto de bolitas azules y luminosas, rememora al Big Bang. Muy cerca, un pez introduce su cuerpo en un espejo y a su derecha, el texto recuerda las especulaciones de Platón y su alegoría de la caverna. Como en una sinfonía que repite motivos, el pez que atraviesa espejos o ventanas está presente en varias oportunidades.

¿Se puede seguir contando después del infinito? ¿Cómo empezó el universo? Visitar la muestra de Bernasconi recuerda los paseos por los museos de las grandes ciudades: los pies se cansan pero la mirada como intermediadora del espíritu, quiere seguir adelante. El arte contemporáneo o conceptual convive o más bien se inspira en manifestaciones muy antiguas de la sabiduría humana, como los laberintos, la representación del infinito o la cábala.

Frente a una reproducción de Jorge Luis Borges que en el lugar de la frente tiene un mecanismo de relojería, un puñado de globos de los que empujan para arriba, sostiene una antiquísima máquina de escribir. Cerca del autor de “El Aleph”, el expositor dispuso al símbolo con el que representamos matemáticamente la noción de infinito, el que provendría de un signo cabalístico que también se identifica con la serpiente uróboros. Es la que se muerde la cola para graficar la continuidad eterna de los ciclos naturales.

Como toda vivienda importante que se construyó tanto tiempo atrás, “Soria Moria” tiene un hogar, a cuyo pie se ocultó con un panel. Pero en su parte superior, luce el signo del infinito y una advertencia que lleva la firma de Franz Kafka: “Si te involucras conmigo, te lanzarás al abismo”. La construcción está flanqueada por dos sillas incompletas, otro de los elementos recurrentes a medida que se desarrolla el recorrido.
Mientras el cronista se esforzaba por observar el interior de un prisma triangular traslúcido que en su fondo contenía una llave, interrumpió sus cavilaciones una persona que se dio a conocer como Pedro Gaitán (una caracterización). Para su sorpresa, Gaitán no solo conocía su condición de periodista, sino que además la aprovechó, al confiarle que en realidad, era de su autoría la idea de la muestra y que se la había vendido a Bernasconi.

Ante su sorpresa, el cronista preguntó si podía publicar esa versión, propuesta que chocó con una rotunda negativa. Pero como en la charla del final Gaitán repitió la especie y además, el artista la corroboró, ya no tiene sentido respetar el off the record original.

En la planta alta de la casa, la recorrida por “El infinito” se completa con “Aquiles y la tortuga”, con “El Principito”, con múltiples teoremas y paradojas, más una visión sobrecogedora del Sol. También es allí donde están las obras que en el origen, dieron vida al libro y tres años después, a tamaño despliegue de creatividad e interpelación. Terminemos la reseña con una sentencia de Edgar Allan Poe: “la palabra infinito, como las palabras Dios y espíritu, no es en absoluto la expresión de una idea, sino un esfuerzo en esa dirección”. Un esfuerzo tremendo, inasible, multiforme y que sobre todas las cosas, siempre nos dejará pensando. No deje de pasar por ese tramo del Circuito Chico.

A punto de dar unas palabras de bienvenida.

 

Intersección entre ciencia y arte

Cuando ya hacía rato que la numerosa concurrencia deambulaba por los recovecos de “Soria Moria”, Verónica Garea, directora ejecutiva de Fundación INVAP; Pablo Bernasconi y el ya mencionado Pedro Gaitán, comentaron algunas vicisitudes. La primera recordó que la casa en cuestión “tiene mucha historia”, ya que allí supieron funcionar la Fundación Bariloche y luego INVAP. Allí se diseñaron satélites y procedimientos para el enriquecimiento de uranio, antes de que la empresa cediera las instalaciones a la entidad.

Con la inauguración de “El infinito – La muestra”, se retoma la intención que tuvo la Fundación Bariloche en los 60, es decir, contribuir a la intersección entre ciencia y arte. La directiva invitó a “poner la mirada en la inmensa creatividad de la muestra”, la cual no había visto hasta el momento de su inauguración, en la tarde-noche del último jueves. Todos los domingos de marzo habrá conversatorios y se podrá visitar de 18 a 21 viernes, sábados y domingos, además de feriados.

Por su parte, Bernasconi anunció que su creación será itinerante, ya que recorrerá el resto de la Argentina. Sin embargo, su intención fue que partiera de Bariloche y además, resaltó que el numeroso equipo que tomó parte en la gestación e instalación, es íntegramente barilochense. Con tono jovial y evidentemente feliz, el artista celebró que, al fin, pudiera vaciar el living de su casa, donde hasta el momento del montaje, descansaron “calaveras y cosas flotando”. Ese universo tan desconcertante como hermoso, ocupa ahora toda la vieja edificación. Enhorabuena.

Adrián Moyano

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