SOS redes sociales: Otro estúpido desafío viral

Faltan pocos días para el comienzo de clases y no podemos pasar por alto la peligrosidad de un desafío viral peligrosísimo que se propagó en Brasil en pocos días.

Se llama “desafio da rasteira” o “desafio quebra cabeça” y consiste en que se colocan dos personas a cada lado de la víctima, saltan en una oportunidad y cuando la víctima ubicada en el medio hace lo mismo los otros dos le patean sus piernas para que no pueda sostenerse, cayéndose de espalda.

Del solo relato que estoy haciendo de la broma surge su peligrosidad. Caerse de espaldas, perdiendo el propio control del cuerpo por el empuje ajeno produce una caída torpe, sin control alguno que ocasiona golpes en el coxis, espalda y hasta la cabeza.

Justamente un golpe en la cabeza fue el que produjo la muerte de Emanuela Medeiros, de 16 años, luego de golpearse la cabeza contra el suelo, en la escuela Municipal de Antônio Fagundes, de Rio Grande do Norte, Brasil.

Esta estupidez se viralizó en las redes sociales después que el youtuber brasilero Robson Calabianqui (Fuinha) grabara esa broma, haciéndosela a su madre. Este influenciador tiene más de 2 millones de seguidores, lo cual explica lo rápido con que se viralizó el “desafío”.

A los pocos días de la trágica muerte de Emanuela Medeiros, y ya con la repercusión negativa del video, el youtuber eliminó la publicación, y pidió disculpas. Pedido de perdón que no le devolverá la vida a nadie.

Casi en simultaneo al “desafio da rasteira” se viralizó el “desafio del casaco”, que consiste en pasar por el frente de una persona un buzo y cuando llega a la altura de los tobillos tironearlo fuertemente desde atrás para producir una caída de frente. La misma estupidez. Si bien uno puede suponer una reacción del sorprendido para evitar caer de frente y poner las manos, esa broma es igual de peligrosa que la anterior.

Se hace imperioso que desde las escuelas se eduque sobre los peligros de estos desafíos virales, pero también es urgente que se les enseñe a los jóvenes a discernir los peligros de sus actos, sin la necesidad de llamarles la atención puntualmente de caso por caso.

De la misma forma, es imperioso enseñarles cultura, algo que cada vez está más lejos de las redes sociales y de los youtubers, que publican porque su negocio se los exige semanalmente y nadie controla lo que dicen y hacen, con un alcance enorme, muchas veces superior al de la televisión.