03/02/2020

¿Cómo puedo tener alegría?

¿Cómo puedo tener alegría?

Mucha gente se pregunta si es posible mantenernos alegres cuando atravesamos dificultades, a lo que suelo responder: “¡Claro que sí!”. Mi querido amigo y mentor, el doctor Carlos Kusnetzoff, explica que la clave para la alegría permanente se halla en repetirse a uno mismo: “No hay mal que dure cien años”. 

La mayoría de nosotros, en épocas de adversidad, solemos creer que esa situación será eterna y las cosas nunca cambiarán. Este pensamiento lo único que logra es sumarle mayor sufrimiento emocional a nuestras vidas y nos aleja de posibles soluciones creativas.

Por eso, cuando voluntariamente tomamos la decisión de creer que ni las crisis más duras ni las circunstancias más difíciles duran para siempre, cobramos fuerza para ponernos de pie y continuar caminando. Y, sobre todo, somos capaces de adoptar una actitud de alegría sobre la base de la esperanza en un mañana mejor.

¿Es la alegría un ingrediente fundamental en tu vida? Creo que sí. Está ampliamente comprobado que quien posee una disposición alegre atrae a su vida milagros, oportunidades y conexiones de oro en el momento menos esperado.

Actualmente somos testigos de mucha gente que no puede comprometerse consigo misma ni con otros. Y alguien que le escapa al compromiso, en el fondo, ha perdido las ganas de vivir, la pasión. Cuando nos sentimos felices, no necesitamos que nadie venga a motivarnos porque nos mueve nuestro propio motor interior que nos conduce a la acción. Esto es lo que conocemos como “proactividad”.

Quiero compartir la historia de un hombre extraordinario llamado Norman Vincent Peale. En la década del ’30, en medio de la crisis más profunda en su país (los Estados Unidos) denominada “la gran depresión”, él comenzó a hablar de fe. Rápidamente recibió críticas debido a la situación económica que estaban atravesando. ¿Cómo alguien se atrevía a hablar de fe en ese preciso momento?

De manera que Peale decidió cambiar el término fe por “pensamiento tenaz”; más adelante lo volvió a cambiar por “pensamiento positivo”, que tan común resulta por estos días. Él decía que, cuando yo me determino a pensar positivamente (que es lo mismo que tener fe), la consecuencia inmediata es que tengo alegría y contentamiento.

¡Nadie puede tener fe y sentirse triste!

Peale continuó dictando seminarios hasta avanzada edad, con la misma pasión que demostraba en su juventud, y le enseñaba a la gente a planificar su vida para los siguientes años. Sin duda este señor, cuyos libros vale la pena leer, fue y sigue siendo una gran influencia para muchos y su principal motivador no era otra cosa que la alegría.

No subestimemos jamás la alegría en nuestras vidas porque esta tiene el poder de guiarnos por caminos impensados que nos conduzcan al éxito.

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