SE VIO “CUENCA. TODO DEBAJO”

| 04/11/2019

Paula Tabachnik o el arte de dirigir a 1.900 kilómetros

Adrián Moyano
Paula Tabachnik o el arte de dirigir a 1.900 kilómetros
Marta Cot grita Melchora.
Marta Cot grita Melchora.

El elenco que recrea la vida de Melchora Cuenca -compañera de Artigas- tiene su base en Concordia (Entre Ríos). La barilochense es una de las directoras de Baco Compañía Teatral. Una apuesta diferente.

Para quienes conocen el trabajo de Paula Tabachnik como directora de la laureada “Hamlet. Herencia de la carne”, quizá resulte llamativa la inevitable comparación con “Cuenca. Todo debajo”. La obra de elenco entrerriano se puso a consideración del público barilochense durante el reciente Congreso de Teatro Comparado, que se extendió durante tres jornadas en esta ciudad con particular intensidad. La teatrera de aquí también dirige la propuesta litoraleña.

“Esta obra me invitó a ingresar dentro de una búsqueda capaz distinta, en espacios más sensibles de lo que podemos producir dentro de esa dinámica teatral”, señaló la orientadora de Baco Compañía Teatral. “No sé si es posible generar siempre una misma estética, no estoy buscando un formato. De hecho, en breve voy a empezar a dirigir una nueva propuesta en Baco y va a ir por otro lado”, introdujo.

Enseñó Tabachnik: “lo que sucede en términos estéticos es el resultado de una serie de elementos que se van poniendo en tensión: el cuerpo del actor y actriz en relación al texto o la dramaturgia y cómo eso convive en relación al espacio que se intenta crear, para hacerlo orgánico. Y cómo se van armando esas líneas de tensión para llegar a una propuesta escénica. Te doy un ejemplo: cuando empecé a trabajar Hamlet quería que hubiese música en vivo y por distintas circunstancias, eso no terminó siendo. La ausencia de ese músico terminó ordenando una serie de cuestiones estéticas y escénicas que fueron hacia otro lugar”.

En cambio, en la pieza que reconstruye la vida de Melchora Cuenca, compañera en la vida y en la revolución de José Artigas, “pudimos incluir una intérprete escénica (Olga Lucía Salamanca) que para mí es fundamental”, consignó la directora. En efecto, en “Cuenca” no solo hay música en vivo. La artista también interactúa en unas pocas ocasiones con la protagonista a través de las palabras. “Hay búsquedas o inquietudes que tengo como directora cuando miro una escena que voy tratando de incorporar o introducir, pero nunca intento que sean forzadas hacia algún formato. Al contrario, me dejo impregnar por lo que va sucediendo”, diferenció la directora.

Sin embargo, “hay cuestiones que intento poner de relieve: tensiones, pasajes, cómo generar un entre-escenas, cómo se generan las atmósferas… Eso es también lo que intento en Hamlet pero aquí, la invitación es hacia otros mundos absolutamente distintos y distantes, en términos de lo que se quiso producir”, añadió Tabachnik. “Así y todo, cuando veo Hamlet o Cuenca, me encuentro con que estoy pensando algunas cuestiones de la historia, de la humanidad, de lo familiar, de lo relacional, de cómo se produce sentido sobre algo histórico en nuestra actualidad… Hay una serie de cuestiones que se ponen en discusión aunque no necesariamente se reproducen en un sentido estético. Como directora, estoy en esas búsquedas”, subrayó.

Achicar la distancia

Entre Bariloche y Concordia -sede del elenco de “Cuenca”- median nada menos que 1.905 kilómetros. Ardua tarea la de dirigir a distancia. “El primer encuentro que tuvimos fue hace dos años, en febrero, cuando Marta Cot vino a Bariloche y empezamos el diálogo. Volvió en junio, cuando ya habíamos empezado a esbozar por dónde iban la idea y el trabajo. En todo ese tiempo y después, nos fuimos manejando vía web: Skype, Facebook y todas las vías posibles. Tuvimos un espacio de trabajo con consignas que iban quedando para cuando las chicas se juntaban después. Ellas tenían una dinámica de ensayos de dos veces por semana, más allá de otras cuestiones que complementaron la investigación. A medida que se fue avanzando, creció el grupo con Lucía como música y Yanina (Porchetto) en la producción y asistencia de Dirección. Yo viajé en febrero de este año y en julio para el estreno. Con Marta tenemos una comunicación muy clara porque hace muchísimos años que nos conocemos, empecé a hacer teatro con ella cuando yo tenía 16 años, con lo cual se establecen algunas líneas de comprensión muy claras y mucha confianza. Desde ahí fuimos construyendo, con un trabajo colectivo y líneas de comunicación que permitían comprendernos a la distancia”, explicó la de Bariloche.

“En esta experiencia puntual la dificultad estuvo en las sesiones vía Internet porque la resolución de la imagen era muy baja, entonces mi nivel de percepción para entender qué estaba sucediendo del otro lado me generaba un gran esfuerzo para poder acotar, proponer dinámicas o procedimientos, hacia dónde avanzar y qué cambiar”, confió Tabachnik. “Entonces, la preocupación estuvo en que cada encuentro a través de la web, fuera lo más productivo posible. Así y todo, ha sido muy expeditivo porque hemos logrado a través del grupo generar una dinámica de trabajo expeditiva”.

Ese precisión ejecutiva “no significa que no hubiera conflictos o situaciones en las que tuvimos que revisar un montón de cuestiones y ponerlas en crisis, pero nada que no suceda en un grupo de trabajo que se encuentre regularmente en un mismo lugar”, señaló la directora. “El mayor trabajo lo llevaron Marta y Lucía como intérpretes, porque tuvieron que traducir lo que yo estaba tratando de explicar”, admitió. Teatro revisionista y a la vez, feminista.

Camino por delante

Respecto de la función que presenció El Cordillerano en la sala de teatro de la UNRN, “me parece que hay que contar que esta experiencia tuvo algunos incidentes que generan displacer, tanto a mí como directora como al espacio de convivencia, pequeños accidentes que hacen a lo complejo que es hacer teatro al trasladarse y armar en un día, colgar los tachos y de golpe, ciertos elementos que tienen en Concordia y no pudieron trasladar... Entonces, cuando el elemento no es exactamente el que usaste para ensayar durante un año y medio o dos, hay cositas que ocurren, incidentes o accidentes que están ahí pero que también hacen al arte del encuentro teatral. Para mí, es esa paradoja que tiene el teatro”.

Desde la perspectiva del espectador o espectadora, nada que significara una perturbación. “Hoy (por el domingo), después de la función nos quedamos decantando algunas cosas, trabajando en los espacios que pudimos, tratando de estirar al máximo los encuentros, incluso en los 45 minutos antes del avión para intentar transmitirles detalles que creo, se pueden seguir profundizando para que la obra crezca. Recién tiene 13 funciones en cuatro meses, así que todavía tiene muchísimo para recorrer”, auguró Tabachnik.

Con el protagonismo de Cot y una fuerte presencia del texto, “Cuenca” reconstruye los años de la Revolución en la Banda Oriental y en el Litoral hoy argentino, cuando la utopía artiguista no solo puso en jaque a los realistas de Montevideo, sino también a los sectores más acomodados de Buenos Aires y las capitales provinciales. Ambiente rudo y montaraz, en cuyo marco floreció la historia de amor entre Melchora y el Protector de los Pueblos Libres. Época de lanzas, traiciones, ardores y derrotas cuyo desenlace todavía configura presentes.

Adrián Moyano

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