UNA HISTORIA DE VOLUNTADES Y AMOR INFINITO

| 29/10/2019

Emaús y el Zonal presentaron proyecto de salud comunitaria a nivel provincial

Susana Alegría
Vázquez y Flores dando la charla, a su lado Jorge Linquiman.
(Foto: Tonny Romano)
(Foto: Tonny Romano)

 Se presentó en el aula 2 de Docencia del Hospital Zonal Bariloche un trabajo de articulación entre el sistema de salud y el Hogar Emaús; un modelo de intervención comunitaria y de reducción de daños, considerándolo un caso de éxito para replicar en las demás comunidades.

Además de ser un maravilloso ejemplo de lo que se puede lograr uniendo voluntades, pretende llegar a nivel provincial para que sea implementado de manera institucional. Se trata de una reestructuración del sistema de salud, teniendo en cuenta la voluntad del paciente a lo largo de su tratamiento, entre otras ventajas.

Esta presentación fue realizada hace un mes aproximadamente en la ciudad de Esquel en una conferencia de Salud Mental y Comunitaria y consideraron que era importante difundirla también en nuestra ciudad.

Asistieron trabajadores de la salud, el padre Pepe Lynch y Jorge Linquiman del Hogar, junto con muchos de los voluntarios que desarrollan allí sus tareas, dando asistencia, acompañamiento y contención a los muchachos que se alojan en sus instalaciones por no contar con un espacio propio.

Gabriela Vázquez, médica veterinaria que trabaja en el DAPA, es decir el espacio que coordina los centros de salud del hospital y María Pía Flores, asistente social en Emaús, fueron las encargadas de compartir la experiencia con todos los presentes.

Hace dos años atrás crearon un espacio de trabajo, una mesa local que lleva adelante el programa de tuberculosis.

Los asistentes durante el encuentro.

A partir de una situación que se vivió en el Hogar con respecto a don Rodrigo, quien se enfermó de tuberculosis, se ideó una modalidad de trabajo diferente, enfocada en mejorar su estado de salud, teniendo en cuenta las particularidades del paciente. Se trató de un modelo de atención comunitario desde una perspectiva de reducción de daños.

Emaús abrió sus puertas hace once años, brinda una cama para aquellos hombres que no tienen un techo, un plato de alimento casero y ropa limpia, poco a poco, gracias al gran acompañamiento de parte de la sociedad y en particular de la generosidad de los operadores y voluntarios, han logrado cosas impensadas.

Se fueron creando diversas comisiones como la de espiritualidad, educación, trabajo y capacitaciones, revinculación familiar, murgas, encuentros culturales y salud.
La articulación entre Salud Pública y Emaús funciona desde el inicio del Hogar pero en estos últimos años se fue consolidando.

Programa comunitario

En el año 2017 llegó desde Nación un proyecto sobre la tuberculosis. “En este tipo de programas generalmente es unipersonal y siempre ha estado de manos de médicos, desde el DAPA decidieron sacarle ese rol al profesional para que no represente una sobrecarga en sus tareas”, detalló la doctora.

La mesa de trabajo que se creó estaba conformada por trabajadores del primer nivel de atención pero también del segundo nivel, es decir, con la mayor complejidad que puede brindar el hospital. Está coordinada por Vázquez quien asumió el rol de convocar y profundizar las actividades en conjunto, “actualmente está integrada por Pediatría, por los médicos del DAPA, Farmacia, Bacteriología, el Vacunatorio, agentes sanitarios, por el Servicio Social y por Infectología”.

El espacio funciona y se reúnen de manera mensual, la forma de trabajo es la articulación hacia adentro de la institución de Salud pero también hacia afuera, vinculándose cada vez que la tuberculosis les ha ido marcando las sendas hacia dónde dirigirse.

Comenzaron con una evaluación epidemiológica de los casos que habían detectados en el 2016 y de los que había hasta ese momento, es decir, agosto de 2017. Los resultados fueron contundentes, dijo Vázquez, “teníamos que priorizar al Hogar porque de los diez casos anuales de tuberculosis de la ciudad en 2017 cuatro eran muchachos de Emaús”.

Así decidieron tener más presencia y crearon un dispositivo de salud con el Hogar, a cargo de Norberto Gerling, un médico del hospital, actividad que se sostiene hasta el día de hoy por medio de una atención nocturna.

El paciente fugitivo

En el mes de septiembre de ese año llegó la primera situación, la de don Rodrigo. La mayoría de los beneficiarios del Emaús, están totalmente fuera del sistema porque no tienen una red afectiva, no cuentan con un trabajo ni una vivienda, lo que se suma al problema del consumo de alcohol.

Rodrigo durante toda su vida se desempeñó como maquinista en el campo, se vino con su pareja y cuatro hijos a vivir a Bariloche. Por su adicción perdió el empleo y poco a poco también a su familia. Cuando abrió el Hogar se hospedaba allí algunos días hasta que finalmente, quedó de manera permanente.

Fue en 2017 cuando se le diagnosticó tuberculosis, al detectarse la situación se decidió la internación, tenía el hígado muy deteriorado y costó encontrar la medicación adecuada. “Por eso estuvo más tiempo del esperado internado y al estar pasando por el período de contagio fue en una sala de aislamiento”.

“Estuvo aislado casi dos meses, era muy complejo entrar a visitarlo y teniendo en cuenta su pasado, era una persona que vivía prácticamente en la calle, esa internación tuvo un costo muy alto para él”, detalló María Pía.

Al hablar de complejidades no solo se trata de las sociales que acompañan a los muchachos de Emaús, sino también que su estado de salud hizo que el tratamiento que en general es muy sencillo, en este caso no lo fue.

“Requirió cuidados extremos y extendió mucho pensar su alta porque estaba con una medicación diaria que incluía inyectables”. Una vez que salió del aislamiento fue pasado a sala común para brindarle los cuidados necesarios para su recuperación pero algo dificultó la tarea, se escapó.

“Cada vez que se escapaba para la estructura del hospital era una emergencia y había que salir a buscarlo a sus lugares comunes, eso nos demostró que la instancia hospitalaria ya estaba agotada con don Rodrigo” describió Vázquez.

Tuvieron entonces que pensar otra manera de enfrentar y resolver la situación, “los casos anteriores de muchachos del Hogar con tuberculosis fueron tratados con internaciones de entre cuatro y seis meses”.

Imaginar la posibilidad de llevar un tratamiento de la estructura de Salud fuera del hospital fue todo un desafío, fueron transcurriendo y aprendiendo ese proceso.

Ante cualquier caso similar lo primero que se le dice al paciente es que deje el alcohol para realizar su tratamiento, en el caso de Rodrigo era prácticamente imposible. Con una gran apertura mental y de una humanidad digna de elogiar, el equipo de trabajo vio que en realidad el problema no era el paciente, sino la estructura de salud que no estaba acorde a las necesidades.

“Revisamos las modalidades de seguimiento y tratamiento, lo que definimos como estrategia fue preguntarle a él qué quería hacer, dónde quería estar y con quiénes, se hizo una revinculación muy fuerte con su familia”, detallaron.

Rodrigo entonces quiso volver a su casa con sus seres queridos en el barrio San Francisco, sabiendo que cada vez que quisiera podría regresar a Emaús o incluso, de ser necesario al hospital. Decidieron armar la grilla de medicamentos que debía ingerir diariamente en esos tres lugares, de acuerdo a dónde estuviera el paciente según su libre albedrío.

Esa articulación fue tan precisa que se avisaban entre ellos para saber que todo estaba en orden, “es decir que cualquiera que encontrara a don Rodrigo ese día, tenía que darle la medicación y avisar al resto del equipo”.

Eso fortaleció la comunicación y relación entre todos los actores incluso con la familia, él sabía que lo ideal para obtener resultados positivos en el tratamiento, era que dejara el alcohol, cosa que logró durante casi un mes y medio, hasta que comenzaron las recaídas.

Pensar el desarrollo de un modelo de salud comunitaria no es simple pero don Rodrigo los llevó sobre la marcha a crearlo. No solo finalizó su tratamiento de tuberculosis sino que además, redujo el consumo de alcohol, logró la revinculación con su familia y luego decidió volver a vivir a Emaús.

 

 María Pía, feliz con Rodrigo, antes de que falleciera

Resultados

Las instituciones intervinientes cambiaron el modelo de atención, de articulación de los actores, un encuadre más flexible e hicieron teoría sobre la misma práctica.
Redujeron la morbimortalidad en poblaciones vulnerables, el hospital realiza atenciones nocturnas y se generó el proyecto Dispositivo de atención de salud en el Hogar Emaús. Incluso comenzó a ir Leonardo Bonfatti, traumatólogo del “Dr. Ramón Carrillo”.

Todo esto dentro del marco teórico de atención comunitaria, reducción de daños, basado en la Ley Nacional de Salud Mental 26.657 y el concepto de accesibilidad desde la perspectiva del derecho.

En noviembre del 2018, don Rodrigo falleció, producto del deterioro del hígado y el cese de funcionamiento de un riñón. Fue consciente de lo que generó y lo único que tenía para con todos quienes lo rodearon durante muchos años, fue un enorme agradecimiento.

Susana Alegría

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