CORRÍAN LOS TIEMPOS DE LA DICTADURA MILITAR

| 26/10/2019

Cuando Parques Nacionales quiso desalojar a la Biblioteca Sarmiento

Adrián Moyano
Cuando Parques Nacionales quiso desalojar a la Biblioteca Sarmiento
El edificio actual de la Biblioteca Sarmiento. (Foto archivo, Facundo Pardo)
El edificio actual de la Biblioteca Sarmiento. (Foto archivo, Facundo Pardo)

Para la repartición nacional, la institución del Centro Cívico era ocupante precaria e ignoró la cesión a perpetuidad que se había pactado décadas atrás. La tenaz oposición de la comisión directiva de entonces impidió el propósito.

Periódicamente, la Biblioteca Sarmiento es noticia por sus complicaciones financieras, desfasaje que en varias oportunidades la dejó contra las cuerdas. Sin embargo, el peor momento de la institución fue por lejos, el que tuvo que vivir durante la última dictadura militar y cívica, cuando la entonces Dirección de Parques Nacionales amenazó lisa y llanamente con desalojarla del Centro Cívico, por considerar de su propiedad el rincón entrañable donde funciona.

El diferendo fue in crescendo. “Durante todos estos años” el organismo nacional “había reclamado periódicamente a la Asociación Biblioteca Sarmiento que regularizara su situación de ocupación del inmueble, exigiendo firmara el contrato de comodato. Las sucesivas comisiones se habían negado sistemáticamente por considerar que el inmueble ocupado era propiedad de la Biblioteca, ya que había sido recibido a cambio de otro predio”.

La evolución del curioso conflicto puede seguirse en las páginas de “Entre libros y sueños. Historia de la Biblioteca Popular Sarmiento de Bariloche. 1928-2008” que elaboraron para realzar aquel aniversario Laura Méndez y Julia Vives. No por elegante, el apriete fue menos dramático. “En agosto de 1976 Parques Nacionales insistió en que la Biblioteca le manifestase ‘la necesidad de continuar prestando servicio y desarrollando sus actividades para firmar un comodato por cinco años’”. Se ve que bajo conducción castrense, Parques tenía apuro porque un mes después, llegó a la Biblioteca una nota certificada que decía: “…al respecto informo a Ud. que de no recibir respuesta en un plazo de 10 días de recibida la presente, se considerará que dicha institución ha perdido interés en continuar ocupando dichas instalaciones”.

Para responder, la entonces Comisión Directiva llenó a sus interlocutores de papeles porque los antecedentes estaban de su lado: “el Expediente N° 90.485/32 de la Dirección General de Tierras, por decreto del Poder Ejecutivo del 30/11/32, donde constaba la donación de la mitad Este, del solar ‘D’ Manzana 5° para la futura construcción del edificio de la Biblioteca; la nota fechada el 29/2/1940 en que la Dirección de Parques Nacionales solicitaba la cesión del solar donado a la Biblioteca por el Poder Ejecutivo, cediendo a cambio y a perpetuidad el edificio construido por esa Dirección en el Centro Cívico; y el Expediente N° 4.214/1940 tratado en sesión del Consejo Nacional de Educación el 7/10/1940, por el cual en representación y defensa de los intereses de la Biblioteca que entonces carecía de personería jurídica, resuelve acceder a lo peticionado por la Dirección de Parques formalizando de este modo el trueque como una ‘honorable transacción’”. La presentación de la entidad también incluyó otros papeles.

1977

A pesar de tantos y tan claros antecedentes, “en el transcurso del siguiente año, al asesor jurídico de Parques, Salazar Rossi, analizó nuevamente toda la documentación y reiteró que solo se podía ceder el inmueble en forma de comodato de acuerdo a las normas legales vigentes”, añade la narración de Méndez y Vives. Por nuestra parte, recordemos que en julio de 1977 fue secuestrado en Bariloche Juan Marcos Herman, solo para tener presente el contexto en cuyo marco se producían los reclamos del organismo nacional…

Un año después, continuaban las presiones. “En esa oportunidad, el intendente del Parque Nacional Nahuel Huapi, Ernesto Giachino, informó al presidente de Parques Nacionales que el salón del primer piso había sido adaptado para funcionar como teatro, reconstruyéndose el piso con pendiente para facilitar la visual de los espectadores y realizándose el tendido de cables eléctricos para la alimentación de reflectores sin que existieran constancias de que dichos trabajos hubiesen sido autorizados por Parques. Además, reportó que las partes de madera del exterior no habían recibido mantenimiento alguno en largo tiempo”.

La década del 70 finalizó con la cuerda tirante. Inclusive, el organismo nacional ya sabía a dónde iría a parar la Biblioteca Sarmiento: el edificio Ayekan Ruca. En 1980 las relaciones no cambiaron demasiado: “Sin bien el desalojo de las instalaciones de la Biblioteca no se concretó, pese a las reiteradas amenazas […] tampoco lograba definirse el tema de la propiedad del edificio. El 17 de marzo de 1980 se realizó una reunión convocada por el asesor honorario de la Presidencia de Parques Nacionales con la Comisión Directiva de la Asociación. En ella, el asesor informaba que era imprescindible que el local se devuelva a la brevedad, ya que Parques Nacionales lo necesitaba para ampliar el Museo de la Patagonia e instalar en el salón de lectura un centro de interpretación para turistas”, reconstruye el escrito de Méndez y Vives.

En la inteligencia de Parques, la Asociación Biblioteca Sarmiento era solo “ocupante a título precario” y carecía “de derechos frente al Estado”. En consecuencia, “podía ser privada de la ocupación del inmueble por razones de interés público, ya que la ‘condición de titular de un permiso precario de uso da derecho al Estado a revocarlo sin indemnización alguna’”. Parques insistió con una mudanza hacia el Ayekan Ruca, donde funcionaban un gimnasio y viviendas para guardaparques. Antes de retirarse de la reunión, el representante del organismo nacional advirtió que la Biblioteca tenía dos meses para concretar su mudanza. Hay que ponerse en la piel de quienes integraban la comisión directiva…

Intimación

Junio de 1980. En Buenos Aires, Canal 13 había comenzado a transmitir en color y se comenzaba a difundir la realización del Censo Nacional. Todavía gobernaba Jorge Videla. A mediados de mes, la Asociación Biblioteca Sarmiento recibió el proveído 547, que la intimaba a abandonar las instalaciones que ocupaba. Pero su conducción no se amilanó. “Ronald Franceschini y Silvia Egger de Girón -presidente y secretaria respectivamente- respondieron con énfasis en nombre de la Asociación a ese documento, manifestando que dicho proveído era improcedente porque las actuaciones referidas eran de carácter unilateral e internas de Parques Nacionales. Acusaban al dictamen de parcial y de esgrimir una defensa subjetiva de la irregular gestión que Parques Nacionales venía desarrollando con la Biblioteca”, aporta el libro.

Mientras buscaba papeles en Buenos Aires que respaldaran su posición, la entidad recurrió al apoyo barilochense. Fue enfático el respaldo de la Asociación Cultural Germano Argentina, que con la firma de Heriberto Reichart, expresó: “(…) queremos exponerles nuestro sincero y decidido apoyo moral y material si fuera necesario, en defensa de sus legítimos derechos ante el atropello de Parques Nacionales contra una institución precursora del quehacer cultural de nuestra comunidad”.

La reacción barilochense debió ser importante porque el desalojo nunca se concretó. Pero aún en junio de 1982, Giachino insistía. Recordemos que el 14 de ese mes, capitulaban las tropas argentinas en Malvinas. Silvia de Girón respondió una vez más con energía a las pretensiones de Parques: “la Biblioteca colaboraba en forma permanente con los actos culturales de la ciudad y su salón era utilizado por todas las instituciones barilochenses. (La secretaria) destacó la importancia de la labor cultural que se desarrollaba en el salón: presentaciones del Coro de Niños y Jóvenes Cantores, ensayos y funciones que realizaba el IVAD, reuniones oficiales de la Municipalidad, de la provincia de Río Negro, congresos, conferencias, actos escolares” y “otras actividades culturales propias de la Biblioteca”, rescata la investigación de Méndez y Vives. Con el retorno de la democracia, la convivencia entre ambas instituciones entraría en otros carriles.

El ataque, la mejor defensa

Hacia 1980, mientras Parques Nacionales pretendía sus instalaciones, la Asociación Biblioteca Sarmiento respondió por un flanco inesperado. A fines de ese año envió una carta al subsecretario de Cultura de la Nación, para solicitar la restitución de instalaciones que en el Centro Cívico, había dejado vacantes Prefectura Naval. “Hemos solicitado a Parques Nacionales la restitución de ambientes que pertenecen a la Biblioteca ocupados por muchos años por la Prefectura Naval Argentina y recientemente desocupados (…) solicitamos que usted interceda ante el interventor de la Dirección de Parques Nacionales, coronel Di Pasquo, para solucionar el problema”.

Un año después, “se envió una carta al gobernador de la provincia de Río Negro, contralmirante Julio Acuña, solicitando su intervención ante la Dirección de Parques Nacionales por el conflicto vinculado al edificio en procura de que Parques restituya a la Biblioteca las oficinas desocupadas por la Prefectura Naval Argentina en pos de brindar un mejor servicio”, señala la narración que puede leerse en “Entre libros y sueños. Historia de la Biblioteca Popular Sarmiento de Bariloche. 1928-2008”. En abril de 1981, el coronel escribió que no se innovaría al respecto. Pero tampoco avanzó el intento de desalojo.

Adrián Moyano

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